El lean startup es una de las fórmulas pujantes para el lanzamiento de nuevos productos y empresas. Parece consolidarse una nueva forma de entender los negocios que apuesta más por la acción que por los complejos (y en muchas ocasiones irreales) estudios de mercado y proyecciones de venta propias del sobrevalorado plan de negocio.
Como en la vida, en los negocios no existe una única forma de hacer bien las cosas. Lo importante es que cada empresario y cada emprendedor sean capaces de diseñar el entorno que potencie sus capacidades. El business plan ha reinado en las últimas décadas como peaje insalvable para cualquier proyecto; sin embargo, desde hace unos años se generalizan otros modelos a los que conviene acercarse. En la práctica, no son sino teorizaciones de prácticas con las que probablemente te identifiques.
El lean startup o la empresa ultraligera es una de las más interesantes. Según Wikipedia, se trata de «una manera de abordar el lanzamiento de negocios y productos que se basa en aprendizaje validado, experimentación científica e iteración [repetir para conseguir la meta deseada] en los lanzamientos del producto para acortar los ciclos de desarrollo, medir el progreso y ganar valiosa retroalimentación de los clientes». Un proceso que pasa sobre todo por la acción y la corrección y mejora en base al contacto real con el mercado, para lo que será necesario abordar un lanzamiento dosificado del proyecto. La teoría suena bien, así que creo de interés curiosear en su planteamiento.
Eric Ries, emprendedor de Silicon Valley y autor de El método lean startup (Deusto Ediciones, 2012), es el apóstol de esta corriente que trata de eliminar las ineficiencias del proceso de gestación para centrarse en la fase de desarrollo. En su opinión, una forma de acercarse al éxito reduciendo la inversión inicial, las necesidades de elaborados planes de empresa o de contar con el producto perfecto. Unas carencias que se suplen al incorporar las opiniones del cliente durante la propia gestación de la startup que acorta los plazos para centrarse en el lanzamiento de «un producto mínimo viable» (PMV). El PMV permitirá medir su aceptación en el mercado y crear un modelo de negocio rentable y escalable. Una filosofía que ha calado sobre todo en empresas del ámbito tecnológico pero que ahora trasciende a otros ámbitos empresariales. Pero vayamos por partes.
Respeta las tres fases
La creación del PMV debe respetar todos los atributos que se consideran esenciales en el éxito del proyecto. La diferencia en el planteamiento parte de que, en lugar de prolongar durante meses su fase de mejora, se trabaja rápidamente en un lanzamiento medido para recabar la opinión del mercado. El proceso constará de tres fases: construcción, establecimiento de las métricas que se han de valorar en su interacción con el usuario, y aprendizaje en función de estos resultados. De la iteración de sucesivos lanzamientos de PMV surgirá un producto final ya testado por el mercado y en continua evolución. Un recorrido que confiere un importante cambio de mentalidad empresarial pasando de la obsesión por un producto perfecto a la obsesión por cubrir la demanda del cliente.
Otra de las enseñanzas de esta filosofía es la dosificación de las inversiones. No solo se apuesta por gastar en lo esencial para dotar al PMV de la calidad suficiente para enfrentarse a los usuarios, sino también por reducir al mínimo los costes en infraestructura o imagen. Además, el plan de acción obliga a repartir el presupuesto entre los distintos lanzamientos del PMV, que se suponen cada vez más mejorados, lo que en la práctica significa no jugársela a una única carta.
La estrategia también permite una rápida corrección de la trayectoria. Si se observa que el producto no responde como se estimaba, la organización va a tener una mayor agilidad para pivotar y reenfocar. De hecho se recomienda que el equipo responsable del proyecto mantenga una reunión mensual para valorar si se persevera en la línea de actuación prevista o se pivota en la busca de nuevos valores del producto. Una agilidad de respuesta que, de nuevo, no va a requerir la elaboración de planes de negocio, sino una visión clara de la expectativa de negocio que permita trabajar en su búsqueda a través de la creatividad y la adaptación constante.
Quédate con lo que te sirva
Como a estas alturas ya habréis podido imaginar, la filosofía de este autor americano no ha dejado indiferente. Algunos cuestionan la propia base de su estrategia al considerar un suicidio comercial salir al mercado sin haber pulido hasta la extenuación el producto o el servicio: en raras ocasiones se disfruta de una segunda oportunidad. Otros hablan de versión cool de la chapuza nacional, según he podido leer en Internet. Con todo, su orientación a la acción, a ejecutar la idea, parece valiosa en un momento en que muchas empresas apuestan por guardar la ropa hasta que escampe, sin medir las consecuencias de una estrategia que favorece a su competencia. Tanto si las ideas de Eric Ries os han convencido como si no, os animo a que dediquéis unos minutos a este vídeo con su intervención en la edición del Wired Business Conference del año pasado.
Best-Selling Author Eric Ries: The Lean and Mean Startup from WIRED on FORA.tv
Imagen @Juan ValldeRuten, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0