Estacionar nuestro vehículo es una de las tareas más repetitivas y que más tiempo nos quita en nuestro día a día. De media, podemos llegar a estar hasta 106 días de nuestra vida buscando ‘hueco’ donde aparcar el coche. Por suerte, la tecnología se disfraza de aparcacoches para acudir a nuestro rescate.
Podemos hablar de dos tendencias muy diferenciadas en este sentido, aunque debemos decir de manera inequívoca que ninguna es la opción predominante:
- Sistemas de estacionamiento basados en sensores
- Sistemas de reserva de espacio basados en datos
Veamos de manera somera los pros y contras de escoger entre ambos sistemas.
Los sistemas basados en sensores son menos complejos para los conductores. Estos sistemas se basan en unos sensores enterrados bajo el asfalto de los espacios de estacionamiento. Son los suficientemente robustos como para soportar impactos mecánicos y cuentan con la potencia suficiente para emitir información a beacons que la recogen de otros sensores próximos a él. Después, la reenvían a un sistema centralizado que gestiona el espacio disponible e informa al conductor de cómo encontrar un hueco libre. El coste inicial es más alto puesto que requiere cavar los espacios donde se insertan los sensores pero una vez que tanto estos como los beacons están instalados el coste operativo es bajo. Simplifica el uso para los conductores, les distrae menos que si dependen de una app instalada en nuestro smartphone y su vida es la de los sensores y los beacons.
Por su parte, los sistemas basados en datos recopilan y asignan los espacios de aparcamiento y suelen funcionar mediante una combinación de App y BigData. El usuario solicita un espacio libre de aparcamiento, se le asigna uno y confirma cuándo ya está aparcado. Se le cobra en función del tiempo que estacione en ese espacio, desde la propia app y bajo las restricciones de estacionamiento que la ciudad tenga en vigor. Es más sencillo de implantar, requiere poca inversión inicial (desarrollo de la app, mapeo de los espacios de aparcamiento disponibles e inversión en señalética que ayude a los conductores a encontrar el hueco asignado y que permita a los controladores del estacionamiento regulado cotejar la vigencia del permiso para estacionar en cada lugar de manera inmediata. Requiere que tanto conductores como controladores tengan conectividad puesto que se reserva por anticipado a su uso. Puede desplegarse en ciudades, pero además puede usarse para empresas e instituciones con instalaciones grandes que deben gestionar su espacio de estacionamiento para sus empleados y para sus visitas.
No hay soluciones perfectas, puesto que todas tienen diferentes costes estructurales, costes de operación, consideraciones y limitaciones operativas, etc. Por tanto, las ciudades pueden elegir entre ambas opciones determinando cuál se ajusta más a su modelo de ciudad inteligente a largo plazo.
En ambos casos, poder monitorizar los niveles de ocupación en tiempo real está asegurado, así como adaptar los sistemas a la normativa en vigor que regula el estacionamiento para personas con problemas de movilidad o que restringe o reserva espacios para determinados tipos de vehículos (eléctricos que requieren enchufes, vehículos compartidos, autobuses, etc.)
Tanto Santander como Málaga son dos ciudades españolas con sistemas de sensores. Además, Madrid, Santiago y Oviedo han sido campos de pruebas piloto para sistemas de estacionamiento basados en datos.
Mucho más que una funcionalidad para mejorar el transporte privado
¿Por qué es absolutamente estratégico para las Smart Cities optimizar el estacionamiento en ciudades? ¿No debería ser más bien una preocupación privada en vez de una iniciativa pública? La respuesta es que efectivamente es estratégico y no debería jamás ser relegado de las prioridades de cualquier Smart City por tres razones:
- En primer lugar, el fin último de las Smart Cities es mejorar la vida de sus ciudadanos y estos sistemas tienen un impacto directo en la calidad de vida de las personas
- Tener una circulación de tráfico eficiente que reduzca al máximo los kilómetros y minutos que los conductores deben permanecer detrás del volante impacta directamente en los niveles de contaminación. Por tanto, una mejor gestión del estacionamiento permite a las Smart cities mantenerse dentro de los límites de emisiones que cada vez son más estrictos y regulados
- Reducir el tiempo del viaje repercute de manera muy relevante en la productividad y como consecuencia ayuda a la economía local. Los conductores y viajeros atrapados en atascos pierden horas que podrían emplear en su actividad laboral o comercial