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La forma de redactar un correo electrónico es clave a la hora de captar clientes. Los emails dicen mucho de nuestra empresa, como si de la foto en LinkedIn se tratara. Revelan si somos una compañía risueña, seria, jerárquica, dinámica, activa… O si, en cambio, solo pretendemos vender un producto o servicio.
Un porcentaje alarmantemente significativo de los correos electrónicos que se envían ni siquiera son abiertos por el destinatario. Existen técnicas aplicables a la redacción de un correo electrónico para mostrar cercanía y lograr ese clic que podría convertir un potencial cliente en cliente.
En este sentido, el periodista Carlos Salas, profesor de Comunicación y Storytelling, y autor –entre otros- del libro “Lee mi correo, ¡por favor!”, describe los diez principales atributos que debe reunir un email para captar clientes:
- Asuntos con intriga y gancho: es la puerta que determinará que se abra o no el correo electrónico. Para escribirlo resulta muy importante la analítica web, que en fases previas permite conocer mejor las necesidades o intereses de ese potencial cliente para poder personalizarlo: “Tengo una sorpresa para ti”, “No te creerás lo que he visto” son algunos ejemplos.
- Humano: hay que humanizar los correos electrónicos, para que no parezcan escritos por un robot y romper con ese lenguaje formal, distante, seco, de cemento… Para ello, mencionar el nombre del destinatario resulta bastante eficaz.
- Emocional: preocuparse por la otra persona, preguntándole por su estado de ánimo, de salud, o por su situación laboral -¿cómo estás?, ¿qué tal?-, sirve para agitar emociones y llegar al destinatario.
- Evitar las negaciones y la palabra no: conviene escribir siempre en positivo, para no trasladar una imagen pesimista de la empresa.
- Frescura y limpieza: es preferible usar frases cortas, párrafos no demasiado extensos y separarlos con una línea en blanco, para facilitar la lectura y que los textos no den la sensación de ladrillo.
- Obviar los imperativos: cuando se dirigen a un potencial cliente, los correos electrónicos corporativos nunca deben dar órdenes. En su lugar, los tiempos verbales tendrían que ser en condicional.
- Usar preguntas: las frases entre interrogantes activan la atención del lector, además de cambiar el tono del mensaje y valorar al destinatario. Se trata de una técnica cognitiva de muy sencilla aplicación, mediante cuestiones del tipo: ¿te gustaría…?, ¿crees que…?
- Pedir ayuda: reclamar la colaboración de la otra persona sirve para implicarla y apreciarla, y puede contribuir a que sienta que necesitamos su trabajo.
- Meter bullet points: los contenidos más importantes de un correo electrónico, como la hora, el lugar o la fecha, deben destacarse en bullet points, para ser vistos a vuelapluma, sin necesidad de tener que estar buscándolos a lo largo del texto.
- Despedidas sentimentales: los correos que envían las empresas no han de ser cartas de amor, ni poemas con los que seducir a los potenciales clientes. Pero es importante cerrarlos, en la medida de lo posible, con una despedida que evoque sentimientos y emociones. Para ello, se puede incluir alguna interjección o palabra que impregne el texto de calidad humana, muestre que no lo ha redactado una máquina y espante esa formalidad de la que pecan tantas empresas: “Te agradezco de todo corazón…” En esta línea, conviene reservar los emoticonos para los correos destinados a personas de máxima confianza y evitar utilizarlos en los emails de acercamiento a un posible cliente.
Carlos Salas asegura que un correo bien escrito y formulado aumenta exponencialmente las posibilidades de que se abra, aunque es imposible decir un porcentaje exacto de conversión.
En cualquier caso, no hay ninguna duda de que cuando se tienen cientos de emails sin abrir en la bandeja de entrada, se pasa la vista como si fuera un escáner, a una rapidez brutal. Y el ojo solo se detendrá en aquellos correos que capten la atención desde la primera letra, para lo que llamar al destinatario por su nombre resulta muy efectivo.
No obstante, pese a que un correo electrónico mal escrito pueda suponer un portazo a muchas oportunidades de negocio, un número nada desdeñable de empresas menosprecian la importancia de redactarlos bien. Y es que, al ser electrónicos, los correos también pueden provocar cortocircuitos; lo que agrava el hecho de que los autores de los mensajes que se envían a potenciales clientes son de lo más heterogéneos, desde el director general hasta los empleados más rasos.
“Los futuros clientes muchas veces no abren el email porque su vida no depende de ti”, comenta Salas. De ahí la importancia de pulir el teclado y retorcer el lenguaje para sacar jugo a las palabras y frases.
Método de Jeff Bezos
El correo electrónico continúa siendo una de las herramientas de comunicación más potentes, a pesar de la eclosión de tantas aplicaciones de mensajería instantánea. Steve Jobs, referente para tantos y tantos empresarios, lo utilizaba para convencer y seducir a los destinatarios.
Y más recientemente, otro de los grandes gurús del mundo de los negocios, como Jeff Bezos, ha demostrado cómo aprovecharlos, usándolos como un arma para saber qué piensan, necesitan y quieren los potenciales y actuales clientes de Amazon, la compañía que él lidera.
Carlos Salas relata que aunque Bezos no lea ahora la mayoría de los emails que recibe, tiene departamentos dedicados exclusivamente a ello. Y que cuando le llega un correo electrónico que considera importante –ya sea una queja o una sugerencia-, lo deriva a los responsables añadiéndole un signo de interrogación que hace saltar todas las alarmas.
El fundador de Amazon comenzó a construir su imperio sobre cimientos en forma de correos electrónicos. Y es que no hacen falta mil palabras, bien elegidas y encadenadas, para valer mucho más que una imagen, diga lo que diga el refrán.