Seguro que si tienes un negocio, ya tienes una web. Y si aún no la tienes, no va este post a convencerte de las ventajas de tenerla. Pero si lo que buscas es profundizar en tu presencia en Internet, entonces vamos más allá… ¿Te has planteado ofrecer a tus clientes una aplicación móvil?
Las apps no son más que programas informáticos diseñados para teléfonos inteligentes, tablets y otros dispositivos móviles. Sirven para hacer cosas. Cualquier cosa. Ya no hay ninguna actividad habitual o gestión que no tenga su app “facilitadora”. Noticias, juegos, comunicación, redes sociales, salir de fiesta, ligar, vender…
La principal diferencia entre una app y una web móvil es que las aplicaciones tienen que ser descargadas e instaladas antes de usar, mientras que a una web puede accederse simplemente usando un navegador. Hasta aquí, nada ganas. Siempre y cuando tu web esté adaptada para ser vista desde el móvil, pero vamos a dejar también eso por supuesto para seguir avanzando.
Puntos a favor de las apps
- Son mucho más ágiles, por lo que ofrecen una mejor experiencia de uso.
- Algunas de ellas pueden utilizarse sin conexión a Internet.
- Una vez descargada e instalada una aplicación en el móvil, no necesitas volver a instalarse otra vez, en cambio una web app debe cargar el contenido cada vez que se consulta.
- Una aplicación consume menos tráfico de datos, ya que si ha de cargar datos de Internet (por ejemplo de un RSS), solo obtiene esos datos.
- Y lo más destacado, tienen la capacidad de aportar funcionalidad “extra”, dado que acceden a datos y capacidades del propio teléfono (agenda, registro de llamadas, contactos, datos de navegación, localización…). Eso sí, siempre bajo permiso expreso del usuario (porque de lo contrario no se pueden instalar).
Puntos en contra de las apps
- La distribución de una app móvil pasa obligatoriamente por las “tiendas” como la App Store, Google Play, Windows Phone… Y eso implica tener que ajustarse a sus condiciones.
- Los sitios web móviles son compatibles con cualquier tipo de dispositivo, mientras que las apps precisan una aplicación específica para cada dispositivo o, al menos, para cada sistema operativo. Esto no sólo puede disparar el coste de desarrollo sino que sin duda limita a veces el acceso a la tecnología.
- Las apps dependen de que sea el propio usuario quien descargue cualquier actualización, aunque es posible “incentivarle” para que lo haga.
Con una app lo que sucede es que abarcas más. Tus visitantes pasan a ser tus usuarios, un punto mucho más cerca de ser tus compradores… Pero es que también puedes empezar a segmentar mucho mejor a tus clientes en función del uso que hacen de tu app. Clústeres más específicos, que te permiten pasar del marketing de contenidos a campañas hipersegmentadas, en las que se presupone que el cliente está más receptivo. Pasar de una comunicación generalista por correo electrónico a todos aquellos visitantes de la web que un día te dejaron sus datos (y sólo ellos saben cómo de arrepentidos están) a una comunicación push vía mensajes de la propia app es también un salto diferencial.
Y lo mejor, no hay que elegir. Webs y apps no son competidoras, sino complementarias. Por ejemplo, tendría sentido disponer de una aplicación móvil para facilitar al cliente las interacciones más frecuentes y utilizar la web como canal de información y para motivar la descarga de la aplicación.
Llegados a este punto, ¿quién la hace? Cualquiera que tenga una idea y sepa cómo hacerlo. Como en el mundo de la construcción de páginas web, ya no es necesario ni tener conocimientos informáticos ni saber programar. Hay aplicaciones excelentes, también gratuitas, que permiten desarrollar una app sabiendo sólo qué quieres hacer con ella (eso sí, son aplicaciones mucho más sencillas que las diseñadas por profesionales).
Recomendaciones
- Si ya tienes una web, valora qué funciones y contenidos serían adaptables, pero sin pasarte. No estamos hablando de un simple cambio de plataforma, sino de una experiencia de usuario diferente. Recomiendo empezar desde cero, visualizando a tu cliente móvil en mano. Busca una nueva forma de relacionarte con él.
- Hay multitud de aplicaciones que permiten crear tu app sin necesidad de saber programar. A la hora de elegir la herramienta que vas a usar, además de las prestaciones que ofrezca la plataforma, recomiendo prestar especial atención al soporte que ofrecen y al grado de acompañamiento durante el proceso de publicación de la app resultante en los principales sites de distribución (App Store, Google Play…).
El futuro es móvil, de eso ya no tenemos ninguna duda. Y tú, ¿ya sabes qué va a ofrecer tu app?
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