Teletrabajo, coworking y diversidad: 3 tendencias que estan cambiando nuestra vida profesional

Ocho horas al día que se transforman en doce. Un puesto de trabajo que es casi territorio personal (incluidas fotos familiares y tazas de souvernirs). La hora del café. El menú del bar cercano.  Y solo un par de horas por delante para salir de la rutina laboral más el tiempo de sueño incluido. Por fortuna, todo ha cambiado y continuará cambiando.

El trabajo ocupa un 85% del tiempo, al menos del 95% de las personas.  Aquella leyenda urbana de trabajar para vivir o vivir para trabajar ha perdido peso. Faltan muchos verbos: aprender, disfrutar, compartir, enseñar, entrenar, explorar… ya son parte de nuestra experiencia laboral, que se parece cada vez más a la vida.

Internet, las telecomunicaciones y aplicaciones, la movilidad y el desarrollo tecnológico en general han hecho realidad una convergencia que ha transformado nuestras vidas y que se ha fusionado bajo un concepto: trabajamos mientras vivimos y vivimos mientras trabajamos, dando espacio a todos los otros verbos.

Buscando datos para este post, me he topado con un artículo de Raquel Seco sobre teletrabajo de hace casi dos años. Un reportaje muy bien documentado en el que he descubierto que tenemos una Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles. Me pareció, al menos, curioso. El reportaje de Seco no parecía muy optimista ante la adopción del teletrabajo en nuestro país, en comparación con nuestros vecinos.

El principal argumento, además de las barreras culturales sobre el «presentismo», es la falta de innovación y de adopción de un modelo de nueva economía.

Sin embargo, el teletrabajo ya no es solo una política empresarial, es una realidad ante el aumento del número de pymes y profesionales autónomos que no pueden permitirse invertir en una infraestructura física de trabajo y además… no la necesitan.

¿Para qué una mesa, un teléfono, un ordenador y una máquina de café, fijos?. Tampoco se trata de andar en pijama y aislarse del divertido y enriquecedor entorno social que nos pueda proporcionar una oficina. Levantarse, ponerse guapo, tener una rutina pero con la libertad de gestionar nuestro tiempo sin dejar de mantener y ampliar nuestras relaciones humanas no es una tendencia, es una realidad gracias a los espacios de coworking.

Lluis Serra publicó en este mismo blog un artículo sobre coworking. Esta solución, además de facilitar múltiples opciones de servicios casi a medida del tipo de actividad o negocio, se puede elegir según la zona de la ciudad que prefieras, porque han proliferado con una capilaridad sorprendente. Ya podemos tener “oficina” en cualquier lugar del país y del mundo.

Los espacios de coworking o HUB (concentradores) no solo ofrecen servicios, sino además formación, networking, información … un parque de atracciones y de conocimiento para emprendedores. Iniciativas públicas y asociaciones profesionales se han esmerado además en incentivar este modelo y ofrecerlo como un servicio a nuevos empresarios, autónomos y particulares.

Por cierto, alguien debería crear un site que funcione como un localizador de estos espacios por ciudades y regiones, con sus menús de servicios, etc. También escribiendo este post comprobé lo difícil que resulta elegir y encontrar lo que necesitas ante la variedad de la oferta.

Tenía la intención de aportar el enlace, pero no lo encontré. Si existe, gracias por informarnos… 😉

Teletrabajar desde un espacio de coworking también nutre las relaciones públicas de toda la vida que hoy suena mejor llamar networking. Todo lo que acabe en working parece bueno en este camino hacia disfrutar del trabajo.

Para cerrar este post también he consultado con varios amigos y conocidos que ya teletrabajan, «coworkean» y representan un modelo de profesionales  orientados a la productividad, la innovación y la calidad de vida. Todos coinciden en que una de las mayores ventajas de teletrabajar, además desde un espacio de coworking, unido al movimiento abrumador de networking, es la diversidad.

Este nuevo entorno deslocalizado permite la oportunidad de conocer personas con perfiles, orígenes y trayectorias muy diferentes y versátiles. Los idiomas, costumbres y géneros ya no son extraños o al menos particulares. El intercambio, la colaboración y la creatividad conviven en estos espacios sin horarios y con normas básicas que están permitiendo la proliferación feliz de comunidades heterogéneas e innovadoras que se divierten, aprenden, disfrutan y ganan dinero… trabajando.

 

Foto @Werkheim, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0

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