Ni subvenciones, ni créditos, ni gestoras de proyectos. Pese a su madurez, las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR) siguen siendo muy desconocidas, circunstancia que cierra las puertas a una de las vías más realistas hacia la necesaria financiación bancaria en cualquier etapa profesional.
Conseguir el apoyo de una de las 23 SGR que operan en España es prácticamente garantía de que se abrirá el grifo al crédito. Pese a ello, muchos identifican el trámite con Las doce pruebas de Astérix, algo que en este artículo vamos a tratar de desmitificar. En cualquier caso, la meta puede merecer la pena: el sistema español de SGR canalizó crédito a la pyme de menos de 50 empleados con un coste del 5,5%, lo que dentro del sector se considera como un gran éxito en la España de 2012.
¿Qué es una SGR?
Según la Confederación Española de SGR (Cesgar), es «una entidad financiera sin ánimo de lucro, sujeta a la supervisión e inspección del Banco de España. Posibilita el acceso al crédito a las pymes y autónomos en mejores condiciones de plazo y de tipo de interés, consiguiendo financiación para sus proyectos». De una SGR forman parte todas las empresas beneficiarias de sus avales mientras el crédito esté vivo, son los llamados socios partícipes. Y como socios protectores pueden intervenir diferentes Administraciones Públicas, cámaras de comercio, asociaciones y entidades de crédito.
Empezando por la evidente garantía de cobro, la SGR es un buen aliado de la banca por ofrecerle una mayor rentabilidad a sus recursos. Las operaciones que avala no requieren la dotación por provisión genérica ni la específica de morosidad. Y frente a la regla general de un 8% de provisión como respaldo de cada operación, solo se tiene que habilitar un 1,60%, lo que es de especial relevancia en estos momentos. De ahí que ahora más que nunca las entidades financieras tengan interés en colaborar con estas instituciones.
Desde Avalmadrid, la SGR madrileña, nos guían en el que podría ser el procedimiento habitual para un empresario o autónomo que se acerca en busca de financiación. Y como aperitivo, solo un dato de interés para el nuevo emprendedor: cada año unos 600 proyectos toman forma de empresa gracias a su intervención.
¿Cómo funciona?
La empresa o autónomo que se dirige a la institución, bien por iniciativa propia o derivado desde su banco, es recibido por el gestor comercial, que se convertirá en el único interlocutor. Así se inicia la fase de entrevista en la que se expone el proyecto, tratando de aportar la mayor cantidad de información sobre las necesidades y el destino del crédito. Tras definir la situación, se empieza a trabajar en el diseño de la financiación más adecuada. Terminado el plan, llega el momento de rellenar la solicitud formal y aportar la documentación societaria y fiscal solicitada.
Pero aún queda el trámite más delicado, responsabilidad del Departamento de Riesgos. Es ahora cuando la operación será analizada a fondo. Si recibe el visto bueno, pasará al comité final de evaluación, quien tiene la última palabra. Un proceso en el que no habrán pasado más de dos semanas desde la entrega formal de la documentación hasta la toma de decisión.
Si la pyme o el autónomo interesado recibe el visto bueno de la comisión, él mismo será el encargado de elegir con qué entidad se realiza la operación. Finalmente, todas las partes se reunirán para formalizar la operación.
Como contrapartida, la entidad avalada deberá depositar un mínimo del 1% del importe concedido en la sociedad, lo que la convierte en socio partícipe de estas instituciones de carácter mutualista. Este depósito se devuelve al vencimiento de las obligaciones crediticias firmadas. Los otros dos costes que se han de tener en cuenta son: el 0,5% en concepto de estudio de la operación, que es aplicable solo en el caso de la operaciones que reciben el crédito; y el coste de aval, a partir del 1,5%.
¿Para qué?
Las SGR ofrecen avales al crédito en cualquier fase empresarial, desde la de creación a la de financiación de stock, pasando por inversiones para infraestructura, exportación o garantía ante terceros. Continuando con el ejemplo de Avalmadrid, sus principales líneas son:
Financiación general: Pensada para inversiones productivas o por necesidad de liquidez. Por ejemplo, la Línea ICO Garantía SGR permite acceder a créditos de hasta un millón de euros; o la línea Emprendedores da soporte para el arranque de negocio de empresarios que cubren un mínimo del 25% de la inversión con recursos propios.
Financiación bonificada: Una de las más interesantes, ya que permite el acceso al crédito sin gastos de estudio ni coste por el aval, ventajas que pueden incrementarse en el caso de créditos a la exportación o para el establecimiento en el exterior, que cuentan con bonificaciones adicionales en tipos de interés.
Garantía ante terceros: Son los conocidos como avales técnicos, gestionados directamente desde Avalmadrid menos en las operaciones para fuera de España. Ya sea de cara a las Administraciones Públicas, clientes, acreedores y proveedores o para licitaciones internacionales, esta línea puede ser de gran utilidad para dar viabilidad a proyectos concretos.
Según Julia Sainz, responsable del Área de Nueva Empresa de Avalmadrid, «la SGR ya es la primera opción de financiación para el 18% de las empresas madrileñas«. Como ella, son muchos los que creen que estas instituciones están llamadas a ganar protagonismo en el entramado financiero español, lo que ya se está viendo en buena parte de Europa, en donde más de 3 millones de pymes cuentan con sus avales con un valor de unos 80.000 millones (50.000 son españolas). Desde luego, es una oportunidad que se debe explorar.
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