Una definición de éxito sería: “Éxito es el logro de un objetivo”. Suele decirse que el 99% del éxito de las personas es esfuerzo y el 1% inspiración, así pues, debemos ser conscientes de que el éxito no llegará si no le dedicamos el esfuerzo necesario. Si a esto añadimos que un objetivo es un sueño en movimiento, que nos lleva a preparar planes de acción que nos mueven a actuar, podemos concluir que tenemos mucho trabajo por delante para conseguir lo que nosotros pensamos que es el éxito.
Pero no solo con esfuerzo, inspiración y dedicación es suficiente. Siempre he pensado que en la vida personal y profesional es necesario contar con cuatro ingredientes: sueños, compromiso, actitud y pasión, y si alguno de estos ellos no está siempre engrasado y en perfecto estado, nos será más difícil conseguir lo que queremos.
Pero de los cuatro hay uno que es especialmente importante para conseguir nuestros objetivos, y es la actitud. Debido a las muchas barreras que nos encontramos a lo largo del camino, problemas que solucionar, obstáculos que saltar y dificultades que esquivar, necesitamos que nuestra actitud sea la adecuada en cada momento del trayecto.
Muchas veces he dicho que ser emprendedor es cuestión de actitud, pero no solo para ser emprendedor, sino para todo lo relacionado con nosotros mismos, ya sea en la vida personal o profesional. La actitud que adoptamos genera una serie de acciones que se transforman en ilusiones dirigidas a conseguir nuestros sueños. Un ejemplo claro son nuestros hijos; cuando les decimos que al día siguiente iremos a la playa, se pasan todo el día con una actitud “diferente”, una actitud más abierta y empieza un maratón de preparativos… el cubo, la pala, la pelota, etc., porque les gusta ir a la playa. Y surgen unas expectativas en torno a esa actividad que no los deja dormir por la noche, y al día siguiente están en pie a las 7 de la mañana, preguntándonos a qué hora salimos, porque la ilusión los mueve.
¿Qué sucede con nosotros si nos gusta lo que realmente hacemos? Que nuestra actitud es positiva, abierta, una actitud de éxito.
Pero la actitud positiva tiene que hacer frente a unos obstáculos que solo nosotros podemos superar, no basta con las ilusiones y el optimismo. Por ello es importante tener claro que el punto de partida es uno mismo; a partir de nuestros cambios veremos que todo cambia a nuestro alrededor.
El primer obstáculo son las aptitudes. Las aptitudes no son más que los conocimientos que tenemos sobre lo que realizamos. Y aquí la importancia de tener unas aptitudes que estén a la altura para conseguir nuestras metas. Muchas veces, los conocimientos que necesitamos no están fácilmente a nuestro alcance y tenemos que esforzarnos el doble para conseguir lo que queremos. Es importantísimo tener una actitud de mejora profesional y no dejar de formarnos para adquirir las aptitudes necesarias, de ahí que debamos leer y saber leer entre líneas.
El segundo obstáculo es el miedo al fracaso. En realidad son dos obstáculos, pero normalmente van ligados. En algún momento del camino todos tenemos miedo a fracasar, porque nuestro entorno ya se encarga de alimentar los miedos con comentarios como «no lo conseguirás, tú no sirves, vas a fracasar, perderás el tiempo», etc. Tener miedo al fracaso no es el problema, porque podemos aprender a gestionar nuestros miedos y así decidir qué hacemos con ellos. La actitud ayudará a ver nuestra capacidad para superar estos miedos y poder seguir.
Si aun así continuamos teniendo miedo, es aconsejable dejarse ayudar por un equipo de personas que “empujen”, para ir ganando conocimientos y experiencia día tras día, hasta que el miedo desaparezca. No tengáis miedo al fracaso; para ganar siempre tenemos que perder alguna vez y aprender de ello.
El tercer obstáculo son la organización, la disciplina y la gestión del tiempo. En esta revolución digital que estamos viviendo de constantes impactos a través de Internet, las redes sociales, etc., es muy fácil dispersarse. Un obstáculo difícil de combatir es la organización del tiempo. Por eso es fundamental decidir qué es prioritario en nuestro día a día. Si hemos de realizar constantemente trabajos urgentes, es que no tenemos una buena planificación. Pensad que lo que hoy es urgente, ayer era importante.
Organizad vuestro tiempo y vuestros esfuerzos y así conseguiréis superar la barrera de las aptitudes. El tiempo es el mismo para todo el mundo, pero ¿cómo nos explicamos que unas personas realicen el mismo trabajo que nosotros en menos tiempo? Simplemente por la organización y disciplina que tienen de sus tareas. Vuestro subconsciente siempre intentará dispersarse y debéis tener una gran fuerza de voluntad para organizaros.
Seguro que a la actitud de las personas podemos añadir más obstáculos, pero estos tres son, a mi modo de ver, los más importantes y difíciles de superar. Por ese motivo es vital adoptar una actitud positiva, que seamos optimistas y creamos que podemos hacerlo. Según Zig Ziglar, “es tu actitud, no tu aptitud, lo que determinará tu altitud«. Y las estadísticas indican que el 93% del éxito es actitud y el 7% restante aptitud. Al final todo dependerá de vuestra actitud…
Foto: Agente Montenegro