Tras sufrir un siniestro grave, siete de cada diez pymes sin seguro desaparecen. Además, más de la mitad de las empresas españolas desconocen los costes que supondría la paralización de su actividad durante un periodo de tiempo prolongado. Los robos, incendios e inundaciones son los daños y perjuicios más habituales que obligan a echar el cierre. Sin embargo, la pyme cada día está más concienciada de otros riesgos que pueden hacer tambalear su existencia.
Los pequeños negocios se encuentran expuestos a las mismas amenazas que las grandes empresas. Fundamentalmente, están relacionadas con la protección de datos, con los perjuicios medioambientales, con la responsabilidad civil de directores y administradores y con los cada vez más temidos ciberataques informáticos.
Uno de cada tres riesgos empresariales no dispone de una protección adecuada, y apenas tres de cada diez compañías tienen contratada una póliza para cubrir las pérdidas reales sufridas por la disminución del volumen de negocio y/o aumento del coste de explotación como consecuencia de un siniestro que paralice total, parcial o temporalmente la actividad.
Raquel Martín, directora de Corporate Industria y Servicios de Willis Towers Watson, piensa que las pymes españolas no están lo suficientemente protegidas frente a los daños y perjuicios más habituales. En primer lugar, señala, la mayoría carece de un asesoramiento adecuado en el momento de la contratación de sus seguros. Por ello, muchas de sus pólizas o carecen o no se ajustan suficientemente a los riesgos más importantes sobre los que gira la viabilidad del negocio.
Javier Porras, director del departamento de SME de Marsh, afirma que los hábitos de compra de las pymes y micropymes son muy similares a los de un cliente particular. “La compra se realiza por imperativo legal y el precio es uno de los factores para elegir un producto u otro”. Dado que la capacidad de negociación de una pyme resulta bastante limitada, no suele encontrar productos a su medida y, simplemente, se adhiere a la oferta estándar que el mercado de seguros ofrece. Por ello, “habitualmente se producen situaciones de ausencia de seguro o de infraseguro en las coberturas contratadas”.
En función de la actividad que desarrolle, la pyme precisa una cobertura para determinados riesgos. Por ejemplo, las que se desenvuelvan en el ámbito de la hostelería, el ocio y los espectáculos tendrán que contratar un seguro de responsabilidad civil. Las empresas de transporte deberán disponer de un seguro de Automóvil y las pymes integradas en sectores sometidos a convenios han de tener un seguro de Accidentes de trabajo.
Pero “no hay seguros obligatorios para pymes”, se aplican dependiendo del tipo de riesgo que tenga cada pequeña o mediana empresa. En el caso de un estudio de arquitectos, se puede asegurar la oficina, aunque no es obligatorio hacerlo. No obstante, sí sería necesario un seguro para desarrollar la actividad del arquitecto y para que pueda firmar proyectos (seguro de responsabilidad civil). “Todos los seguros sirven para minimizar los riesgos de la pyme y su actividad en el mercado”, remarca Porras.
Más allá de estos “mínimos” imprescindibles para desarrollar la actividad, “las pymes deberían concienciarse de que el seguro puede ayudar a garantizar la continuidad de un negocio en caso de siniestro”. Porras no sólo se refiere a los riesgos puros patrimoniales (robo, incendio, etc.), sino también a otro tipo de peligros asociados a los que hay que enfrentarse y protegerse en la medida de lo posible. Entre ellos, destacan la protección de ventas (seguro de crédito), avería de maquinaria y paralizaciones.
Como seguros obligatorios que deben tener las pymes, Martín corrobora que únicamente podrían marcarse aquellos que exige la ley, como pueden ser determinados seguros de responsabilidad civil para algunas actividades, o el seguro de accidentes para los empleados por convenio. Pero más que obligatorios, los denominaría de buen gobierno. Las pymes no disponen de departamentos de Gerencia de Riesgos, a diferencia de las grandes empresas. Así, han de apoyarse en un asesoramiento profesional, que les ayude a identificar sus riesgos, a evaluarlos y a tomar la decisión de su transferencia al mercado asegurador.
El director del departamento de SME de Marsh recuerda que “el seguro es un buen paraguas que evita que te empapes, pero no que el agua te salpique”. Y es que resulta complicado conseguir la protección total, por lo que el objetivo pasa por minimizar las consecuencias negativas de un siniestro y evitar la paralización de la actividad. Martín, por su parte, asevera que “de una póliza de seguro bien hecha puede depender la viabilidad del negocio”.
Pese a que los incendios conforman el daño que ocasiona el cierre de más empresas, una reclamación importante en responsabilidad civil puede acabar con una cuenta de resultados, o un siniestro por Reputación de Marca podría hacer trizas una cartera de clientes y, por tanto, un negocio.
Los seguros por daños patrimoniales, responsabilidad civil general y accidentes son los más contratados. Sin embargo, las pymes se están concienciando de la importancia de retener el talento, por lo que la compra de productos aseguradores que complementen los beneficios de sus empleados se encuentra en fase de expansión. Y Porras resalta el auge de los seguros de salud, de vida, de ahorro…
Aunque la cantidad varíe mucho en función de la actividad de la empresa o de su ubicación geográfica, “la práctica habitual es considerar que el 1% de la facturación debería destinarse a la compra de productos aseguradores”. En cualquier caso, Porras destaca que este coste debería situarse, dentro de los gastos fijos de una pyme, dentro del top 5.
Evaluación de riesgos
A la hora de evaluar los riesgos que afectan a un negocio, la pyme tiene que poner en valor la posibilidad de ocurrencia, severidad prevista y protección existente frente a las mejores prácticas del mercado. Una correcta gestión de estas amenazas, según Martín, conlleva importantes beneficios:
- Incrementa la probabilidad de supervivencia de la empresa tras un siniestro de alto impacto.
- Forma parte del Buen Gobierno Corporativo de la compañía, actuando muy positivamente sobre su imagen reputacional.
- Sin que suceda el siniestro, promueve mejoras en el seno de la organización.
- En caso de siniestro, asegura la optimización de recursos humanos y económicos.
Driver de los costes
Los aseguradores, cuando van a suscribir un riesgo, tienen en cuenta diferentes factores sobre los que girarán los posibles descuentos o recargos en sus primas. Es importante que el asegurado aporte la mayor información posible que pueda favorecerle, porque si se demostrara con posterioridad algún tipo de falsedad podrían aparecer problemas en la cobertura. Martín detalla que los principales hitos que el asegurador analizará a la hora de valorar si entra o no en un riesgo, y a qué precio lo hace, son:
- La actividad desarrollada, que generalmente la tienen delimitada por sus contratos de reaseguro. Además, su política y apetito de suscripción pueden llegar a ser completamente diferentes. Por ejemplo, una empresa de alimentación se encontrará con más dificultades en la colocación de sus riesgos de daños materiales que en responsabilidad civil. Por otro lado, algunas actividades son de difícil aseguramiento o tienen un mercado asegurador limitado.
- Dónde desarrolla la empresa esta actividad. Habrá aseguradores que podrán o no otorgar cobertura en diferentes países y, por tanto, podrán o no dar soluciones locales a sus clientes. En el contexto internacional, cada vez más habitual, las pymes se encuentran más perdidas que en el ámbito nacional: legislación, tipología de riesgos, mercados, usos locales, obligaciones fiscales…
- Características constructivas y sectorización de las instalaciones.
- Medidas de seguridad frente a incendios. Especialmente importante es dar a conocer a los aseguradores todos los sistemas y medios de protección, tanto a nivel técnico como humano, disponibles en el establecimiento, así como aquellas medidas de prevención implantadas en la compañía. “Este punto puede ser clave para que un asegurador se decante por asumir un riesgo”, advierte Martín.
- Medidas de protección contra robo. Adquieren especial relevancia en función de la actividad y de las mercancías a asegurar. Por ejemplo, un almacenamiento de telefonía móvil requerirá exigencias mucho mayores que un negocio de alimentación, hotelero, siderúrgico…
- Siniestralidad. Cada vez es más común que las aseguradoras no entren a estudiar un riesgo sin conocer su histórico de siniestralidad. Asimismo, huyen de los negocios que generan una siniestralidad frecuente o que llevan aparejados unos altos costes de gestión, ya que pueden agotar la posible rentabilidad de la cuenta.
Foto: Philippe Demeyere