El descubierto de efectivo es una situación más habitual de lo que todo empresario de una pyme desearía. Esa falta de tesorería generada por un impago imprevisto u otras razones generan una gran desazón, que en ocasiones obliga a sonrojantes conversaciones con proveedores o a largas explicaciones en el banco. Pensando en esas necesidades puntuales de efectivo nacen las plataformas de invoice trading, que a modo de un factoring bancario permiten hacer efectiva una factura con antelación a su cobro y en pocas horas.
Y le llegó el turno a la banca. El turismo, el comercio, la intermediación inmobiliaria, la publicidad… son pocos los sectores que no han puesto patas arriba las nuevas tecnologías, y los avances del fintech parecen augurar que se abren nuevas vías para que ciudadanos y empresas podamos gestionar pagos, préstamos o el patrimonio. Poco a poco estas plataformas van dando a conocer sus propuestas, como nos cuenta en un excelente resumen, en este mismo blog, Mario Cantalapiedra. Y de entre todas ellas, me parece de especial utilidad la dedicada al anticipo de facturas, una suerte de servicio de factoring, pero con gran flexibilidad y rapidez.
Para conocer su operativa nos hemos puesto en contacto con Finanzarel, una plataforma española de crowdlending que se suma a esta tendencia de ofrecer alternativas a la banca comercial. Paulino de Evan es uno de los dos fundadores de este proyecto reconocido por la Generalitat de Cataluña como entidad de financiación alternativa de crédito. Su oferta es sencilla, una plataforma concebida para la venta de facturas pendientes de cobro, que ha intermediado siete millones de euros en sus dos años de funcionamiento.
¿Cómo funciona la subasta?
Del mismo modo que en eBay podemos subastar la molesta bicicleta estática, las empresas pueden utilizar Finanzarel para hacer efectiva una factura con cobro a 90 días. Como explica De Evan, «las empresas más pequeñas tienen un difícil acceso al factoring bancario, donde se exige un determinado volumen y número de operaciones que justifiquen los costes de la gestión bancaria. Sin embargo, plataformas como la nuestra, muy especializada y optimizada a través de la tecnología, pueden ofrecer este tipo de servicios para importes más reducidos y con menores comisiones, atendiendo unas necesidades puntuales pero comunes a muchos empresarios».
Así, los interesados deben acceder a la plataforma, que ofrece un uso exclusivamente online. El primer paso es el registro, donde habrá que rellenar un cuestionario concebido para conocer a la empresa y analizar si se puede dar respuesta a su demanda. «En no más de 24 horas», se comunica si la solicitud es pertinente, teniendo en cuenta que el importe mínimo para acceder al sistema es de 4.000 euros, si bien, la cuantía media intermediada es de 15.000 euros por factura.
Recibida la luz verde, el empresario solo debe subir la oferta, por ejemplo: La empresa ‘X’ vende una factura de la empresa ‘Y’ por importe de 10.000 euros a 9.800 euros. El vencimiento es a tres meses». En este momento los inversores interesados dados de alta en la plataforma empezarán a pujar, cuando la empresa que debe responder del pago de la factura es de solvencia reconocida (pensemos en una pyme que ha subastado una factura por sus servicios de limpieza en el hipermercado de uno de los grandes de la distribución), el interés por la operación se incrementa, lo que en ocasiones permite que la empresa que la subasta incluso mejore su oferta inicial, cerrando la venta -en el ejemplo citado- por 9.900 euros.
Una vez aceptada la oferta de compra, Finanzarel hace el desembolso. Una operación exitosa se puede cerrar en pocas horas, y el importe se recibe en el mismo día, algo que según De Evan es más común una vez que la plataforma ha demostrado su eficacia y cuenta con más inversores.
¿Qué comisiones se cobran?
Siempre siguiendo el ejemplo de Finanzarel, la pyme que ha ofertado su factura deberá hacer frente a una doble comisión, que en conjunto representa cerca del 2%. Por un lado, del 0,75% para las facturas a tres meses (las más habituales) y, por otro, la comisión del inversor, entre el 0,6% y 0.9% del montante de la compra.
¿Cuándo utilizarla?
Este servicio está ideado para necesidades puntuales de la pyme y siempre como vía complementaria a otros modelos de financiación. «La ventaja es saber que cuenta con un canal alternativo que puede resolver una falta de tesorería en horas».
Además de para la pyme, es de utilidad para las empresas de nueva creación. Las empresas con menos de dos años de vida encuentran problemas para solventar este tipo de necesidades en la banca comercial, ya que no disponen de un histórico, además en este tipo de plataformas va a pesar más quién sea la empresa responsable del pago de la factura que la que la subasta. Las empresas que han salido de un concurso de acreedores y que tienen cerrado el canal de banca tradicional también pueden hacer uso del sistema.
Vía alternativa de inversión
El sistema no sería posible si en el otro lado de la cadena no estuvieran inversores interesados en realizar este préstamo a la pyme. Para ello, Finanzarel les ofrece un nuevo tipo de activo de inversión, con una rentabilidad del 0,6% al 0,9%, pero que puede alcanzar los dos dígitos al año, según explica De Evan. El riesgo que se asume es bajo, al tratarse de operaciones muy diversificadas y de poco importe (también se permite invertir en una parte del importe de la factura), además ofrece una liquidez a corto plazo, de 90 días normalmente.
Los inversores interesados cuentan con un canal propio en la plataforma en donde darse de alta, teniendo en cuenta que se exige un desembolso mínimo de 10.000 euros, si bien el objetivo es que se inviertan unos 50.000 euros. En este caso, el invoice trading también se ofrece como un canal de diversificación de la cartera del inversor.
De Evan considera que asistimos al inicio de una revolución. Una vez que se ha regulado la actividad para toda la Unión Europea, es «sólo cuestión de tiempo ver cuándo la inversión institucionalizada toma posiciones». Algo que -cuenta-, ya se ve en Estados Unidos y Reino Unido, donde fondos de pensiones y de inversión «han entrado en masa».
Foto: Colbrain