Asertividad y proactividad son dos palabras que de un tiempo a esta parte parecen haber llenado casi todas las conferencias profesionales y no pocas conversaciones. Se pide a los trabajadores que respondan de manera positiva, que hagan críticas constructivas, que acepten lo que se les dice, que se hagan valer, que tengan iniciativa… Habilidades comunicativas que, a priori, todos deberíamos tener, aunque a menudo no sea así.
Entre esas habilidades, la asertividad a menudo destaca entre las demás. Una palabra algo críptica, que no aparece en el diccionario de la RAE, y que viene a definir una actitud y estilo comunicativo que se sitúa entre la agresividad y la pasividad. Es decir, la habilidad de comunicar y recibir de manera positiva las buenas y las malas noticias, respetando los derechos propios y ajenos.
Pero, ¿qué puede aportar a un emprendedor ser asertivo? Más de lo que pudiera parecer.
De entrada, le va a permitir comunicar mejor, algo básico y elemental. La actividad emprendedora conlleva comunicar desde el primer momento. Buscar inversores, negociar las condiciones de alquiler de una oficina, contratar empleados, presentar el producto… Son pasos que hay que dar en el camino de emprender, y que requieren buenas habilidades comunicativas.
Ser asertivo ayuda al emprendedor a responder a los ataques que se puedan dar contra su trabajo, y a llevar con tranquilidad las apariciones en prensa, que a veces pueden suponer una dura prueba para la paciencia.
Aunque quizás una de las capacidades más importantes de las que provee la asertividad es la de saber decir NO sin culpa ni angustias. Porque aunque muchos tengan en la cabeza la idea del empresario despiadado que disfruta quitándose trabajadores de en medio, la realidad es que muchas personas encuentran muy difícil negarse a peticiones, propuestas o ideas.
Unas veces la razón es el miedo a perder oportunidades. ¿Si rechazo la idea que este amigo ha propuesto para ampliar mi pyme, me arrepentiré en unos meses?
En otras ocasiones, es la culpa lo que nos impide negarnos a lo que no nos parece buena opción. Si una persona me ha apoyado y ayudado, ¿estoy actuando bien al no prestarle ahora dinero, aunque yo no tenga mucho?
Y, a veces, sencillamente nos encontramos ante manipuladores expertos en lograr lo que quieren, que se aprovechan de nuestra buena fe y a los que resulta casi imposible decir que no.
En cualquiera de esos casos, es necesario que seamos capaces de resistirnos a la tentación de dar síes que realmente no queremos dar. Debemos sentirnos seguros de nosotros mismos, de nuestro proyecto y nuestras prioridades. Ésa es la base que nos hará saber que el no es la respuesta correcta, y la asertividad será la herramienta para decir no con tranquilidad, respeto y buena actitud.
Como muchas otras capacidades, la asertividad se aprende y se entrena. Hay cursos destinados a enseñarnos a comunicar de manera asertiva y ayudarnos a decir exactamente lo que queremos de la manera correcta.
Como emprendedores, es nuestra responsabilidad formarnos en todas aquellas materias que nos pueden ayudar a mejorar, y en aquello que consideramos importante para nuestro proyecto. Y ¿acaso no pedimos asertividad y proactividad a nuestros empleados? ¡Con más razón debemos ejercitarla nosotros!
Foto: Marc Falardeau