Marketing de contenidos: los factores de la viralidad

Me gustaría poder darte la receta exacta de la viralidad, pero lamentablemente no hay una regla fija, ya que la chispa que tiene que prender para convertir un contenido en viral es algo que en gran medida nunca vamos a poder controlar, al menos del todo. Porque, ¿qué es lo que hace que de repente un contenido empiece a compartirse más y más y se convierta en el foco de la atención de miles de personas? En la mayoría de los casos entran en juego las emociones de las personas. Podemos (y debemos) trabajar para conseguir conectar con esas emociones, pero nunca vamos a poder tener la garantía al cien por cien de que vamos a dar en la diana.

Eso sí, podemos intentar acercarnos y, en uno de esos intentos, quizá conseguir prender esa chispa que hará que nuestro contenido se convierta en viral. En ocasiones, si nos fijamos, hay ciertos contenidos que a priori nunca hubiéramos pensado, por su simplicidad o por rayar en el absurdo, que pudieran ser virales. Pero esa es la “magia” de la viralidad, nunca se sabe… Aunque es cierto que los contenidos en vídeo tienen un mayor margen para hacerse virales, los factores que entran en juego son igualmente aplicables, con sus matices, a un texto.

He empezado por decirte que no puedo darte la receta exacta de la viralidad, pero lo que sí quiero compartir contigo son aquellos factores que nos pueden acercar un poco más. Con todo, soy de la opinión de que la viralidad no debería ser el objetivo principal de un contenido, sino más bien un efecto colateral (y más que bienvenido).

Normalmente, la viralidad es algo que llega cuando prácticamente menos te los esperas. Pero, si nos fijamos en el tipo de contenidos que han conseguido ese “objetivo”, podemos sacar varias conclusiones sobre los distintos factores que en una gran mayoría de los casos, y de una forma u otra, han contribuido a encender la mecha de su difusión a gran escala:

Una vez vistos los principales factores que, según el caso, pueden estar detrás de un contenido viral, volvemos al principio: no hay una receta universal que garantice que vayamos a dar en la diana. Las emociones que podamos provocar a través de un determinado contenido son imprevisibles. Podemos conseguir ese objetivo o todo lo contrario. Por ejemplo, podemos intentar ser muy graciosos y que consigamos hacer de todo menos gracia.

Pero eso no quiere decir que no podamos experimentar. En cualquier caso, lo que tienen en común la gran mayoría de contenidos virales es que son capaces de tocar las emociones, que juegan con el factor impacto o sorpresa y que, sobre todo, arriesgan. ¿Te suena eso de que quien no arriesga no gana? Pues en este caso también se aplica.

Foto: Sarah Klockars-Clauser

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