Me gustaría poder darte la receta exacta de la viralidad, pero lamentablemente no hay una regla fija, ya que la chispa que tiene que prender para convertir un contenido en viral es algo que en gran medida nunca vamos a poder controlar, al menos del todo. Porque, ¿qué es lo que hace que de repente un contenido empiece a compartirse más y más y se convierta en el foco de la atención de miles de personas? En la mayoría de los casos entran en juego las emociones de las personas. Podemos (y debemos) trabajar para conseguir conectar con esas emociones, pero nunca vamos a poder tener la garantía al cien por cien de que vamos a dar en la diana.
Eso sí, podemos intentar acercarnos y, en uno de esos intentos, quizá conseguir prender esa chispa que hará que nuestro contenido se convierta en viral. En ocasiones, si nos fijamos, hay ciertos contenidos que a priori nunca hubiéramos pensado, por su simplicidad o por rayar en el absurdo, que pudieran ser virales. Pero esa es la “magia” de la viralidad, nunca se sabe… Aunque es cierto que los contenidos en vídeo tienen un mayor margen para hacerse virales, los factores que entran en juego son igualmente aplicables, con sus matices, a un texto.
He empezado por decirte que no puedo darte la receta exacta de la viralidad, pero lo que sí quiero compartir contigo son aquellos factores que nos pueden acercar un poco más. Con todo, soy de la opinión de que la viralidad no debería ser el objetivo principal de un contenido, sino más bien un efecto colateral (y más que bienvenido).
Normalmente, la viralidad es algo que llega cuando prácticamente menos te los esperas. Pero, si nos fijamos en el tipo de contenidos que han conseguido ese “objetivo”, podemos sacar varias conclusiones sobre los distintos factores que en una gran mayoría de los casos, y de una forma u otra, han contribuido a encender la mecha de su difusión a gran escala:
- El humor: es una gran baza, ya que todos tenemos ganas de reírnos y si algo nos hace gracia somos totalmente propensos a compartirlo. Pero, ojo, porque es un arma de doble filo. No todo el mundo tiene el mismo sentido del humor y tocar esa tecla a gran escala puede ser bastante complicado o incluso contraproducente.
- La tristeza, la ternura o el sentimentalismo: en la otra cara de la moneda, tenemos esos contenidos que son capaces de remover nuestros sentimientos y tocarnos las fibras más sensibles.
- El miedo y el asco: puede que algo nos horrorice, pero curiosamente en lugar de olvidarlo en muchas ocasiones solemos comentarlo (dentro y fuera de la Red) y contribuir a su difusión.
- El morbo: podemos estar a favor o en contra, pero todo aquello que suscita un cierto morbo y que raya en la provocación también suele tener muchas papeletas para activar su difusión.
- La polémica: otro factor que es un arma de doble filo. La polémica, para que funcione, debe ser “natural”, porque si se percibe claramente que detrás hay un objetivo predeterminado de polemizar por polemizar, en la mayoría de los casos el resultado será totalmente el contrario.
- La alta calidad de la información: aunque en la mayoría de los casos, en la viralidad de un contenido entran en juego las emociones humanas, el factor calidad es un gran puntal. En estos casos, hablamos de contenidos de muy alta calidad y con un gran valor informativo.
- La reflexión y la inspiración: son aquellos contenidos que tienen el poder de hacernos pensar y reflexionar sobre algún tema en concreto porque nos aportan un punto de vista que no habíamos contemplado. Y que son capaces de inspirarnos.
- La curiosidad: los seres humanos somos curiosos por naturaleza, por lo que un contenido que sea capaz de estimular nuestra curiosidad también es un buen candidato para ganarse el título de viral según el caso.
- La sorpresa y el impacto: este doble factor bien podría resumir todos los demás. Normalmente, lo inesperado, lo que es capaz de sorprendernos tiene la cualidad de llamar poderosamente nuestra atención y de quedarse mucho mejor en nuestra memoria.
- El momento indicado: hay contenidos que en cierto momento pueden pasar más desapercibidos y que en otro pueden ser un “éxito” a nivel repercusión. Determinados contenidos, asociados fundamentalmente con un tema candente y de actualidad, dependen mucho de cuándo se lancen.
Una vez vistos los principales factores que, según el caso, pueden estar detrás de un contenido viral, volvemos al principio: no hay una receta universal que garantice que vayamos a dar en la diana. Las emociones que podamos provocar a través de un determinado contenido son imprevisibles. Podemos conseguir ese objetivo o todo lo contrario. Por ejemplo, podemos intentar ser muy graciosos y que consigamos hacer de todo menos gracia.
Pero eso no quiere decir que no podamos experimentar. En cualquier caso, lo que tienen en común la gran mayoría de contenidos virales es que son capaces de tocar las emociones, que juegan con el factor impacto o sorpresa y que, sobre todo, arriesgan. ¿Te suena eso de que quien no arriesga no gana? Pues en este caso también se aplica.
Foto: Sarah Klockars-Clauser