Que levante la mano quien no haya elevado la voz en una reunión de trabajo o hecho un mal gesto frente al reproche de un compañero. El control de las emociones no siempre es fácil de manejar, menos aún desde el estrés laboral. Hablamos de autocontrol en el trabajo con consejos que vas a poder utilizar en tu próxima reunión más desquiciante.
Aún no te explicas cómo lo consigue, pero esa compañera tiene la habilidad de hacerte perder los nervios. Tras la reunión del último día, tu exabrupto se ha convertido en el chascarrillo presente en todas las charlas de café.
Y ahora que va de boca en boca, ni te reconoces en esos comentarios ni puedes asegurar que no volverás a caer en el error. Y lo que más duele es saber que en ese error está su victoria.
Pero no todo está perdido. El autocontrol de las emociones también se aprende, y es la inteligencia emocional la llave que abre la puerta al cambio.
Enfadarse del modo correcto
La persona con autocontrol es aquella con la capacidad de mantener las emociones y las respuestas fisiológicas que, en algunas ocasiones, desencadena su pérdida. En el trabajo y en la vida, se relaciona el autocontrol con personas organizadas, disciplinadas y perfeccionistas, pero sobre todo con aquellas que saben enfrentar el conflicto y los problemas con inteligencia.
Es común caer en la equivocación de identificar el autocontrol con la frialdad o el distanciamiento social. Pero quien se autocontrola no es incapaz de mostrar sus sentimientos, lo que hace es compartirlos en el momento y la medida que considera adecuada, porque sabe manejar su inteligencia emocional.
“El individuo con inteligencia emocional es capaz de comprender la naturaleza de sus propias emociones, conocer el origen de las mismas, expresarlas o controlarlas en función de las exigencias, situaciones e incluso predecir sus propios sentimientos”. Así explica Cristina Casado Lumbreras, psicóloga y profesora de la Universidad Complutense de Madrid, la importancia de esta habilidad en su libro Entrenamiento emocional en el trabajo (ESIC).
El problema es que no siempre es fácil conseguirlo. Por fortuna, en los últimos años, el concepto de inteligencia emocional ha avanzado mucho. Casado Lumbreras y otros muchos autores reconocen en el psicólogo, escritor y profesor de Harvard Daniel Goleman el referente desde la publicación de su Inteligencia emocional (Editorial Kairós) en 1995.
Él mismo cita en su libro a Aristóteles:
Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta sencillo.
La inteligencia emocional
Goleman enseña que la inteligencia emocional nos aproxima al autocontrol, y desde el control es posible gestionar el enfado, e incluso convertirlo en una manifestación constructiva.
Para alcanzar ese objetivo, propone cinco claves:
- Autoconocimiento: modificar cualquier comportamiento pasa por saber qué hacer. Se trata de tomar consciencia de que, ante algunas circunstancias, nuestra naturaleza nos lleva a reaccionar de una determinada manera.
- Autorregulación: cuando sabemos de qué pie cojeamos, es más sencillo desactivar los automatismos de la respuesta emocional. Por ejemplo, tomarnos mayor tiempo de respuesta para tener el control sobre la reacción.
- Automotivación: esta tercera clave es esencial, porque debemos entender el autocontrol como una victoria que nos convierte en mejores personas, compañeros y profesionales. Hablamos de un trabajo de racionalización que identifica como victoria responder del modo adecuado, y como fracaso, la reacción desmedida.
- Empatía: quizá sea la lección más compleja. No solo se trata de entender, sino también de asimilar las razones de la actuación del otro como propias, para analizar la situación desde su perspectiva.
- Habilidades sociales: como resultado de todo lo anterior, la respuesta desde la inteligencia emocional y el autocontrol debe ser trasladada de la forma adecuada. Cuando hablamos de una acertada gestión de conflicto, precisamos comunicarnos de forma efectiva y empática, en especial cuando nos dirigimos a esa persona que nos irrita. Es en ese momento cuando podríamos incluso desactivar su mal proceder, influyendo de forma positiva.
Consejos para reaccionar desde el autocontrol
Una vez reconocido que actuar en caliente nunca ayuda, buscamos algunos trucos para afrontar desde el autocontrol esas situaciones que nos hacen perder los nervios.
Analiza tu comportamiento
Ya lo decía Goleman, no es tan complicado anticipar qué tipo de situaciones nos llevan al filo del descontrol. Con el debido entrenamiento, es posible levantar con antelación esas defensas que nos ayuden a tomar distancia del foco de conflicto, permitiéndonos elaborar una respuesta más adecuada.
Consejo: Los expertos explican que una gran ayuda es visualizar esa misma situación pero en un contexto menos estresante. El truco es desvincularlo de esos factores (personas, escenario laboral, negociación…) que tensionan, para buscar una reacción más racional y efectiva, como hacemos cuando estamos en un entorno más amigable.
Relájate
El estrés es el peor enemigo del autocontrol. Por eso es tan importante dedicar unos minutos a estar con uno mismo. Da igual cómo lo hagas, caminando o en la posición del loto, pero siempre pasa por tomar el control de la respiración y vaciar la mente de pensamientos obsesivos.
Consejo: La técnica de respiración 4-7-8, también conocida como respiración relajante, consiste en inspirar durante 4 segundos, retener la respiración durante 7 segundos y exhalar durante 8 segundos. Repetir este patrón reduce la ansiedad.
Huye de la fatiga de decisión
Todos tomamos miles de decisiones al día, desde qué ropa ponernos a qué pódcast escuchar o a qué cliente llamar para ofrecerle un nuevo producto. Pero hay días en que esas elecciones pesan más que otras, convirtiéndolas en una dura prueba. La bautizada como fatiga de decisión es el peor escenario para enfrentarnos a una situación estresante.
Consejo: Una buena manera de entender el concepto es identificándolo con ese momento en que navegamos y navegamos sin ser capaces de decidir qué película o serie empezar a ver en nuestra plataforma de streaming. Los expertos usan el símil para hablar de este moderno fenómeno que no se considera un trastorno clínico, pero al que sí se asocian comportamientos como el ansia y un menor autocontrol.
El psicólogo social Roy Baumeister es quien definió esta problemática basándose en la teoría freudiana del agotamiento del ego. De nuevo, aprender a identificar este estado y evitar tomar decisiones bajo sus efectos es la única medida que se debe aplicar. Si pese a todo debemos enfrentarnos a una situación estresante, la recomendación es buscar durante unos minutos un lugar tranquilo para desconectar y relajarse, además de mantener el nivel de glucosa alto.
Confía en ti
La pérdida de control también está relacionada con la autoestima. ‘No ofende quien quiere sino quien puede’, dice el refranero para explicar que para hacer daño hacen falta medios además de voluntad. Y esos medios son conocimiento sobre las debilidades del otro. Cuando dan donde más duele es más fácil perder el autocontrol, por ejemplo, cuando alguien nos recuerda en el momento adecuado aquella mala decisión que nos hizo perder un negocio que parecía ya facturado.
Consejo: Mantén la autoestima alta. Es una buena manera de ser menos vulnerable y menos propenso a perder el control. No se trata de caer en el narcisismo, sino de tener una visión más objetiva sobre uno mismo, siendo capaz de reconocer triunfos y debilidades y, sobre todo, trabajando un buen equilibrio personal.
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