Es el rostro de tu comunicación visual. El logotipo es una de las piezas fundamentales en la construcción de la imagen corporativa y el branding diferencial que toda empresa necesita para consolidarse. Partir de un planteamiento definido de necesidades y objetivos y confiar a la creatividad de un profesional su diseño son las claves de un proceso en el que podrás comprobar la sabiduría del dicho “menos es más”.
El logotipo debe ser una pieza única diferenciada de cualquier otra del mercado. Para empezar, conviene olvidarse de esa tentación tan común en la pyme de buscar “inspiración” en conocidas imágenes corporativas. Solo servirá para coartar la creatividad del diseñador y generar un efecto déjà vu que reste notoriedad al resultado. Además, el logotipo es un recurso visual de continuidad, aunque se pueda refrescar o actualizar periódicamente, debe nacer con vocación de permanencia. Por último, será la base sobre la que construir toda la identidad corporativa de la empresa, una visión de conjunto que no debemos perder.
Hemos confiado en los profesionales de Tres Tipos Gráficos, estudio de comunicación gráfica con una rica y contemporánea visión de las necesidades de la empresa, la creación de una hoja de ruta con ocho puntos que se deben tener en cuenta al trabajar en el diseño de nuestro logotipo.
1. Identifica las necesidades
Marcar la diferencia es vital al abordar cualquier diseño gráfico: “Se va a convertir en nuestra mejor tarjeta de presentación. Debe aportar un valor añadido que nos diferencie del resto y transmita confianza al usuario”. De ahí que como primera tarea destaque la identificación de necesidades: ¿qué le pedimos a nuestra imagen corporativa? De la respuesta hay que tomar buena nota para velar por su cumplimiento en todo el proceso.
2. Posicionamiento y marco de competencia
En esta fase preparatoria, teórica y crucial, se aconseja definir el negocio: hay que identificar su oferta y fortalezas, y reducir esas ideas a conceptos concisos. “Qué valores queremos transmitir y cuál va a ser nuestro posicionamiento frente a la competencia”, deben ser respondidos de forma unívoca. Y estas conclusiones tendrán que quedar reflejadas en la identidad corporativa.
3. Ámbitos de aplicación
“Más allá de las tarjetas de visita y demás piezas de papelería, es necesario determinar cuál será el contexto inmediato de nuestra marca”, afirmación que ejemplifican desde Tres Tipos Gráficos: “Para un negocio a pie de calle será el rótulo o la intervención en fachada; pero una empresa de servicios pondrá el acento en la parte digital, desde la web o firma de correo electrónico hasta la edición de documentos”.
Todos estos factores determinan el tipo de imagen que se ha de desarrollar. “El logotipo es la primera piedra, a partir de ahí se trata de crear una identidad visual completa que saque el mayor partido posible al conjunto de soportes en los que nos veremos representados”.
4. ¿A quién contratar?
No por evidente debemos obviarlo: para este trabajo hay que contratar a un estudio de diseño. No es el momento de alimentar las habilidades del solícito sobrino con alma de artista: si queremos un resultado profesional, debemos confiar en especialistas.
5. ¿Cómo preparar un briefing?
Una vez seleccionado el estudio que desarrollará el trabajo, es vital proporcionarle toda la información posible en función de las conclusiones que deberemos haber plasmado por escrito. “Esto ayudará a los diseñadores a ofrecer una respuesta más precisa”. Debemos partir de la base de que cuanta más información compartan cliente y diseñador, mejores resultados obtendremos: “Esta fase es primordial, ya que sienta las bases de un acuerdo general sobre cuáles son los objetivos que debe cumplir la imagen corporativa”.
6. ¿Qué debemos exigir?
Por norma, el logotipo efectivo es el que se resuelve de forma legible, sencilla y reconocible. “No debemos aspirar a que represente en toda su complejidad el conjunto de valores escogidos –aconsejan desde Tres Tipos Gráficos-, se trata de un ejercicio de síntesis que debe resolverse con el menor número de elementos posible. De esta forma obtendremos una forma rotunda y reconocible, en la que la ejecución técnica de cada uno de sus elementos es clave. La tipografía escogida y su tratamiento, el diseño del símbolo (en caso de que lo haya) y la proporción entre los elementos son ejercicios complejos que deben ser ejecutados con precisión”.
7. ¿Cómo reaccionar ante las propuestas?
Lo habitual es que el profesional presente varias alternativas. Ahora toca identificar la que mejor responda a las premisas marcadas. Si en nuestra opinión los diseños no resuelven el encargo, deberemos sentarnos a dialogar con el estudio para avanzar en la dirección deseada, un proceso en el que hay que comunicar nuestras demandas con claridad, al tiempo que ser permeables a las recomendaciones del profesional. Solo de este modo nos ofrecerán una respuesta acorde.
8. ¿Qué material necesito?
Llega el momento de la entrega del material. El logotipo, en sus distintas versiones, y el resto de elementos de la identidad visual se nos enviarán de forma organizada en los archivos y formatos más comunes para su posterior uso y distribución: dibujo vectorial, formatos de imagen en alta y baja resolución, etc. Se recomienda que la propuesta incluya “un manual corporativo en el que se recojan las pautas de aplicación del logotipo en diferentes formatos y soportes. Elementos como tipografías secundarias, gamas cromáticas, versión del logotipo en plumilla (una sola tinta), escala de grises, usos no permitidos, reducciones, áreas de respeto, aplicación sobre fondos, etcétera, son herramientas orientadas a la buena utilización del logotipo y que garantizarán que nuestra imagen no se degrade con el paso del tiempo. Además, dependiendo del tipo de encargo, la entrega podrá incluir las artes finales de piezas de papelería, piezas promocionales, etc.
Imagen principal: Diseño de Tres Tipos Gráficos para Studio Yagüe