A comienzos de este curso, decidí apuntarme a clases de contrabajo. La verdad es que nunca me había planteado tocar un instrumento. De hecho, nunca antes había estudiado música ni tocado nada más allá de lo que te enseñan en la escuela. Pero, como mi hijo quiso apuntarse a esas clases, me pareció bonito hacer esta actividad de manera conjunta.
Después de varios meses de curso, he aprendido varias lecciones que he visto puedo aplicar también a mi vida empresarial, lo que me ha animado a compartir mis impresiones con vosotros.
Con la primera lección, he aprendido que en el contrabajo no hay una posición exacta para cada nota. Es decir, no es como en un piano, que si tocas un “do mayor”, en esa tecla siempre suena un “do mayor”, si el piano está correctamente afinado.
En el contrabajo es mucho más complicado, ni siquiera hay trastes que te valgan de guía como en la guitarra, por lo que encontrar la posición exacta, aplicar la tensión adecuada y situar el arco en el punto exacto es prácticamente imposible. Siempre nos desviaremos algún hercio hacia arriba o hacia abajo.
Y esto es lo que ocurre también con las empresas; encontrar la solución perfecta o el producto absolutamente terminado resulta prácticamente imposible, pero a veces nos bloqueamos buscándolo, sucede cuando esperamos mucho para lanzar una idea o cuando dejamos pasar el tiempo esperando a tener el plan de negocio perfecto, con todo absolutamente controlado y dominado. Pero, realmente, lo más importante es salir y probar. Lo mismo pasa cuando tocas el contrabajo. Aunque no toques exactamente la melodía perfecta, trata de hacerlo de la mejor manera posible, porque el resultado final visto de forma conjunta será bueno.
La segunda idea clave que he sacado de mis lecciones es que se necesita perseverancia. Como digo, en un piano tocas una tecla y sale un sonido. En el contrabajo, simplemente aprender a coger el arco correctamente ya es un arte. Todavía lo es más conseguir frotarlo con las cuerdas de forma correcta. Y más adelante, cuando incorporas las posiciones de los dedos, es realmente complejo. Es una labor que requiere paciencia y práctica.
Y esto mismo se puede aplicar a la hora de montar una empresa o emprender prácticamente cualquier proyecto en la vida. Si te rindes a la primera, jamás lo conseguirás. Todo es cuestión de perseverancia.
Y por último, otra lección aprendida durante este tiempo es la necesidad de tener un buen maestro o mentor. Hoy en día, casi todo se puede aprender por tu cuenta. Tienes a tu alcance cursos online gratuitos, tutoriales, etc., que pueden facilitar tu labor autodidacta, pero nada puede sustituir la pasión de un maestro con ganas de enseñar.
En mi caso con el contrabajo, he vivido esta experiencia gracias a un gran maestro, Alberto, a quien quiero dedicar este post. Ha sabido transmitirme su pasión por este gran instrumento, en todos los sentidos.
Él ha conseguido que me diera cuenta de que en la vida avanzamos mucho más rápido si contamos con alguien que ya haya pasado por el camino que queremos emprender. Alguien que quiere compartir su experiencia y su sabiduría con nosotros. Lo mismo me ha pasado en los negocios donde he contado con grandes mentores.
En conclusión, invito a cualquier emprendedor a que intente contar con el asesoramiento de un mentor. Alguien que le ayude a ir más rápido en su negocio, porque, muchas veces, creemos que ya lo sabemos todo, o pensamos que somos capaces de aprender lo necesario por nosotros mismos.
Y, aunque, en algunas ocasiones, puede ser una mentalidad adecuada, creo que tal y como están las cosas en la actualidad, en el mundo en el que vivimos es necesario ir muy rápido. Un buen mentor es alguien que te puede ayudar a pisar el acelerador.