¿Interesa establecer un programa de becarios en la empresa?

Hay sectores en los que en ocasiones no resulta fácil cubrir una vacante justo en el momento en el que se precisa incorporar un profesional cualificado, ya sea para asumir con garantías un nuevo proyecto o para suplir a un trabajador que causa baja por el motivo que fuere; un asunto que atañe muy especialmente a pymes especializadas en la prestación de servicios a empresas. Pero no es ésta una situación que solo afecte a sectores punteros -como pueden ser el de las telecomunicaciones, el tecnológico o el energético-, en realidad, la tasa de empleo vacante no solo es un índice sectorial, es un indicador de gestión de plantillas que también importa referir a la propia empresa -sea grande, mediana o pequeña- cuando está demostrado que, debido a diferentes circunstancias y aun existiendo excedentes cuantitativos de mano de obra para ese sector, no se logra cubrir a satisfacción una vacante a pesar –como digo- de que haya un exceso de demandantes de empleo en las disciplinas requeridas.

Es éste un riesgo que se magnifica por una deficiente gestión de plantillas. Tener en cartera trabajadores o profesionales con los que poder contar, y no solo para resolver situaciones cíclicas o estacionales, sino para gestionar sucesos sobrevenidos, aunque es una estrategia recomendable, no siempre resulta posible, por lo que una alternativa sería instaurar un programa de becarios que, en un momento dado, permita contar con un  vivero de noveles profesionales formados a la medida de las necesidades de la empresa.

La primera regulación que me consta sobre las prácticas universitarias en empresas data de los años 80 (RD 1497/1981, de 19 de junio) y hay que reconocer que se ha progresado notablemente en esta ordenación jurídica, posibilitando que, desde entonces, la contratación en prácticas y la contratación para la formación y el aprendizaje se considerara –principalmente por las grandes empresas- una buena fórmula de acceso al mercado laboral. Ello no quita para que reconozcamos que, al generalizarse su uso, estas modalidades de contratación no han estado exentas de polémica, al haber sido utilizadas por algunas compañías -so pretexto de crisis económicas-  como un mecanismo de reducción de costes o como una alternativa a la contratación indefinida o, incluso, como un subterfugio para encubrir trabajos en precario con evidente quebranto para quienes han pervertido el espíritu de estas medidas de impulso al empleo. Ahora bien, desde una perspectiva estratégica, la implantación de una política de becarios consecuente es fuente de numerosos beneficios empresariales, personales y sociales que exceden las meras consideraciones económicas y dan pie a reconsiderar muy seriamente las ventajas que representa.

 

Ventajas para las empresas 

 

Ventajas para los becarios

 

¿Cómo organizar un plan de becarios?

Partiendo del análisis de oportunidad sobre la conveniencia de instaurar un programa de becas, y refiriéndolo a las propias necesidades, lo primero es dotarlo de un enfoque estratégico. Para adaptarlo a la propia realidad y concebir un escenario práctico, mejor será diseñarlo a la luz de la topografía del talento y del mapa promocional de la empresa, teniendo en cuenta los propios perfiles de éxito y partiendo del catálogo de puestos tipo y de la gama de profesiones, pero también importará determinar la tasa de vacantes, conocer la incidencia de las nuevas profesiones en la actividad de la empresa, estar informados sobre las tendencias sectoriales y evaluar los riesgos en el caso de que aconteciera una crisis de talento. Análisis que permitirá conocer la situación, anticipar riesgos, identificar debilidades y reconocer carencias.

Para llevar a cabo el proyecto, habrá que homologar niveles de estudios con actividades formativas y entrenamiento práctico. Se designará un tutor responsable de la ejecución del programa, quien coordinará el conjunto de actividades, controlará la evolución de los sujetos y evaluará periódicamente el nivel de progreso alcanzado. Se asignarán formadores internos, que dirigirán la instrucción de los formandos. Se elaborará un plan de formación que comprenderá objetivos y agenda de actividades, refiriendo los detalles de la instrucción técnica, con indicación expresa de las competencias que se han de desarrollar y la rúbrica de evidencias del aprendizaje, de cara a evaluar su consecución. Se dispondrá de una ficha de seguimiento individual y se establecerá un plan de reuniones, individuales y grupales, para trabajar los diferentes momentos del programa. Al término se evaluarán los resultados globales.

Queda claro que un programa de becarios en la empresa no se puede improvisar, requiere rigor, no es una tarea fácil, representa una carga de trabajo extra, entraña un coste, precisa ser encajado en el desarrollo normal de las actividades de la organización y tiene que responder a unos principios que lo justifiquen.

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1.- Puede obtenerse una primera referencia sobre la incentivación al empleo en la guía de contratos de trabajo del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, lo que no impide el establecimiento de otros acuerdos privados con centros educativos.

2.- La prensa económica oportunamente se hizo eco, a primeros de este año, de una quincena de nuevas profesiones.

 

Foto: BasquedINT BasquedINT

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