Inmaculada Riera, directora general de la Cámara de Comercio de España y exdiputada en el Congreso, ha desarrollado su trayectoria profesional en diversas entidades financieras y en el sector de la consultoría económico-financiera y empresarial, tanto en España como en el extranjero. Es docente en diversas Universidades e instituciones, así como ponente internacional.
En esta entrevista, defiende la idea de que, más allá de consideraciones tecnológicas, la transformación digital es una cuestión cultural.
¿Qué puede mover a las pymes a comenzar su transformación digital?
Los modelos. Si hoy somos una economía más diversificada y competitiva, más internacionalizada y abierta es en gran medida gracias a las pymes. La crisis ha sido más larga y profunda de lo que muchos podían imaginar. Ha obligado a muchas pymes a salir al exterior y esta salida se está transformado en estructural. Para consolidar este modelo de crecimiento, internacionalización y competitividad, que es lo que les llevará a crecer y a ganar en dimensión, las pymes necesitan ver la experiencia de otras pymes.
Las medidas fiscales, laborales y administrativas estimulan. Esto es necesario, pero lo más importante es que las empresas entiendan que han de competir de otra manera. Que los mercados exigen una nueva competitividad basada en el valor añadido. Y este viene de la digitalización. Si las empresas no asumen este cambio cultural, todas las medidas que pongamos en marcha tendrán un retorno muy cortoplacista. Si queremos mejorar la competitividad estructural, necesitamos una nueva cultura del riesgo.
¿Conviene decirle a pyme que la transformación cultural no está exenta de riesgos?
Me parece imprescindible hablar de riesgo. La innovación es riesgo, la internacionalización es riesgo. Todos debemos entender que el fracaso también tiene un valor, pero la empresa no puede ser la única en asumirlo. Las entidades financieras y todos los actores del sector público y privado han de caminar en esta dirección, porque si la empresa no tiene acompañamiento, el recorrido de las iniciativas será corto.
Hace unas semanas vivimos un debate a raíz de una caída de la infraestructura cloud de Amazon, ¿existe el riesgo cero?
Claro que no, pero la enseñanza es clara. Lo importante no es cómo te caes, sino cómo te levantas. He trabajado muchos años en entidades financieras y sé que la cultura de valoración del riesgo se ha de adaptar a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades.
¿Debemos hablar de los riesgos inherentes a las nuevas tecnologías y no solo de sus bondades?
Por supuesto. El efecto tractor de las grandes empresas es enorme. Que sean las grandes quienes ayuden a las pequeñas a entender esta nueva cultura del riesgo es fundamental. Que incluso participen de ese riesgo con ellas. La credibilidad del sistema y de las empresas viene por asumir lo que haces bien, dónde te equivocas y cómo vas a reconducir situaciones.
¿Y qué podemos decirle a una pyme que acaba de salir de una situación dramática, para que se anime ahora a asumir otro riesgo?
La transformación digital no es asumir otro riesgo. Las pymes ya están en riesgo, su gran riesgo es no cambiar. Si no asumen el riesgo de innovar y de competir, no serán viables, porque tendrán una fragilidad de fondo. Nosotros en la Cámara de Comercio trabajamos para que las empresas se consoliden, para que sean competitivas y de largo recorrido. Y no sólo en dimensión, sino en el valor añadido. La crisis, con todas sus connotaciones negativas en términos de destrucción de actividad, de empleo y también de confianza, ha tenido también un impacto positivo en muchas pymes y es que han visto que el riesgo de no hacer nada era real.
El 80% de las pymes declara haber empezado su transformación digital, pero solo el 3% cuenta con planes estructurales de transformación…
Es que estamos siendo muy exigentes. Y ojo, que lo hemos de ser. Hemos de pedir diez para obtener dos y que la media sea cinco. Hay mucha pyme haciendo los deberes. El primer paso ha sido la salida del mercado nacional, pero una vez fuera, el esfuerzo es consolidar ventas y posicionamiento. Mejorar tu competitividad pasa -sí o sí- por innovación y digitalización.
¿Son la innovación y digitalización la misma cosa?
Con todos los matices, para mí son sinónimos. Las empresas solo se podrán mantener y crecer si tienen un valor añadido que necesariamente vendrá de lo que han invertido en innovar en el sentido más amplio: productos, servicios, procesos, relaciones… Para competir hay que cambiar, porque la competencia es brutal.
Las pymes tienen que diversificarse, porque es básico para su viabilidad y crecimiento. Uno de los motivos por los que la crisis nos impactó tanto fue por el bajo nivel de diversificación de nuestra economía. Estamos avanzando en la diversificación de sectores y mercados, pero nos queda un tercer elemento básico que es la estructura de empresa. Tenemos que ganar en dimensión, alimentando el crecimiento de la micropyme.
¿Qué influencia tiene en este proceso la economía colaborativa?
Aunque también en esto estamos cambiando, quizás hemos sido una economía un tanto individualista. Yo creo que cuando hablamos de colaboración y coordinación nos falta camino por recorrer. En otras economías, como la alemana, mucho más diversificada que la nuestra, la colaboración entre las empresas es mucho mayor. Aquí también tenemos que asumir un cambio cultural. Y esto cuesta.
Un gran reto es la colaboración financiera. Sigue habiendo resistencias a buscar socios y participaciones en el capital, para conseguir la fuerza con que abordar nuevos retos. Un gran empresario, al tener que admitir colaboración financiera durante una situación frágil, me confesó que si la hubiera aceptado en una situación de bonanza le habría permitido dar un salto cualitativo brutal. Estas resistencias emocionales en algunos casos han condicionado la viabilidad de muchos proyectos empresariales.
¿Está la digitalización rompiendo esas barreras emocionales?
La digitalización ayuda al cambio cultural. Y obliga a abrirse, a colaborar más. La digitalización no tiene solamente un retorno en lo tangible, que lo ha de tener, sino también en lo intangible. Tenemos que entender que el mercado y el mundo van de manera diferente a como iban hace diez años. Hay que aprender cómo competir hoy.
Cuando hablo de modelos, hablo de relación. El modelo de conocimiento, de continua relación con otras empresas. Y el papel que tienen empresas como Telefónica es fundamental, porque son efecto tractor, modelo de éxito, ejemplo de cambio cultural y de riesgo.
¿Cómo podemos ayudar a la pyme?
Asesorándola, estando a su lado. Animándola a seguir los modelos de éxito y ayudándola a buscar el retorno mirándose en el espejo de aquellas empresas que lo han conseguido. Hay muchas.
¿Es nuestro papel poner de relieve estos modelos?
Todos tenemos que ayudar haciendo que estas empresas exitosas emerjan, para que enseñen, para que contagien. Quienes participamos de la innovación tenemos una gran responsabilidad en educar, porque la formación es básica para consolidar este cambio cultural. En la Cámara de Comercio de España para 2017 nos hemos fijado tres grandes objetivos: apoyo a la internacionalización, consolidación de la digitalización y apoyo a la formación profesional dual. Digitalización y formación van de la mano.
Para entender que no podemos dejar pasar el tren de la transformación digital -porque hacerlo nos deja fuera-, es necesario visualizar esos modelos y esos liderazgos. Porque en este camino no hay vuelta atrás y hemos de avanzar de manera sostenida y contundente, entendiendo las debilidades para convertirlas en fortalezas. Convencidos de hacerlo, porque nuestro modelo económico y social de futuro pasa por esto. Y todo esto es cuestión de personas, de ver cómo lo hacen otros, de sumarse.
Solo así podremos gestionar los riesgos para transformarlos en oportunidades.