Se suceden los informes que amenazan con una masiva destrucción del empleo provocada por la llegada de los robots al mercado laboral. Otros estudios, con igual crédito científico, respaldan una mejora de los trabajos a desarrollar. Tanto si los robots vienen a sustituirnos como si se disponen a complementar nuestras capacidades, lo que parece evidente es que la presencia de la inteligencia artificial va a experimentar una acelerada –quizá exponencial- progresión. Ante esta perspectiva, la mejor alternativa es conocer sus implicaciones y aprender a convivir con las máquinas en nuestro trabajo. Y ya adelanto que esto no es cosa de grandes empresas, sino que las pequeñas y medianas pueden ser, de hecho, las más beneficiadas.
Con independencia de que evoquen o no el semblante humano, tanto si hablamos de robots como de máquinas u ordenadores, lo que subyace a esta imparable tendencia es la Inteligencia Artificial Cognitiva (también llamada Computación Cognitiva por su origen en el término en inglés Cognitive Computing o IAC). Esta rama de la inteligencia artificial tiene la virtud de emular el funcionamiento de la mente humana, de forma que pueda llegar a interactuar y complementar el desarrollo intelectual de una persona. Los robots dotados de IAC serían potencialmente capaces, por tanto, de mejorar las decisiones humanas. Para que este beneficio pueda llegar a ser una realidad es necesario que las personas sepan relacionarse con las máquinas ¡y que quieran hacerlo!
Habilidades para empatizar con máquinas
En un estudio realizado por Accenture Strategy se revelaron distintos niveles de empatía en las empresas hacia la llegada de las máquinas. Por un lado, los CEO están entusiasmados con un equipo ejecutivo más dinámico. Ningún empresario podría renunciar a un desempeño de mejor calidad, con mayor eficacia y más eficiencia. Los directivos y mandos intermedios de las empresas, por su parte, también creen que las máquinas harán más eficaz su trabajo, incluso más interesante. Sin embargo, en el estudio mencionado –el primero en analizar el impacto de la computación cognitiva sobre la gestión empresarial- más de la mitad de los directivos manifiesta un entendimiento incompleto sobre lo que necesitarán para prosperar en su asociación con máquinas inteligentes.
La mayoría de los directivos reconocen como necesarias para la convivencia con los robots las habilidades digitales, el pensamiento creativo y el análisis de datos. No obstante, subestiman las habilidades sociales y relacionales y el desarrollo de las personas y su talento. Se trata de un error de concepto: cuando pensamos en máquinas, podemos creer que hablamos solo de programación y herramientas. Esta es la primera barrera que encontramos para la implementación con éxito de la inteligencia artificial en la actividad empresarial. El objetivo es que las máquinas mejoren las capacidades humanas y esta meta requiere que las personas aprendan a convivir con las máquinas, en una auténtica simbiosis, para extraer el máximo rendimiento. Esto significa que los directivos han de poner el foco en inspirar a sus equipos y dotarles de capacidad para interpretar las recomendaciones ofrecidas por ordenadores.
Personas y máquinas, cuestión de confianza
La confianza es una de las claves en el cambio radical que se aproxima. Aunque la mayoría de los directivos creen que las máquinas van a hacer su trabajo más eficaz e interesante, solo una minoría confía de momento en los consejos que pueda ofrecer un sistema inteligente a la hora de tomar decisiones de negocio. Necesitan un entendimiento profundo del funcionamiento de la inteligencia artificial, un sistema que les permita experimentar y contrastar resultados y que aclare la base lógica de las decisiones. El papel de los líderes de las organizaciones, por tanto, reside en aumentar la confianza en las máquinas, si quieren que realmente sean útiles en sus decisiones empresariales y no simplemente en la automatización de unas cuantas tareas rutinarias.
La coordinación de procesos, la monitorización del rendimiento o la asignación de recursos son algunas de las primeras actividades candidatas para la automatización, según Accenture. El verdadero éxito de la robotización consiste en llegar más allá para aumentar el área de influencia de nuestro trabajo, ofreciendo datos y recomendaciones que permitan capitalizar el talento de los directivos. De esta forma, tendrán mejor información y más tiempo para crear valor. Pasamos de la realidad aumentada –que se queda en el mundo virtual- al negocio aumentado, que se integra en la realidad de la empresa, sus procesos y la relación con sus clientes. Podemos considerar que es un camino que aún está por trazar. La digitalización ha popularizado la tecnología y esta es la oportunidad para que pequeños y medianos empresarios tomen la delantera en una nueva forma de aproximarse al mercado. Internet y los medios digitales solo han sido un preludio de las oportunidades que se presentan a startups y a pymes que estén determinadas a adaptarse al nuevo ecosistema digital.
Unirse a las máquinas para un mejor empleo
El verdadero potencial de la Inteligencia Artificial Cognitiva reside en liberar el potencial creativo de una organización, capturar nuevas oportunidades de crecimiento y liderar el talento más ‘empoderado’. La Computación Cognitiva va a cambiar las organizaciones de forma más rápida de la que podamos imaginar. Según el informe de Deloitte, “Tendencias de Capital Humano” de este año, ya existe inteligencia artificial capaz de analizar créditos comerciales, identificar enfermedades en pruebas radiológicas o reducir el tiempo de formación inicial de los recién incorporados, por mencionar tres áreas de gestión dispares. Las grandes corporaciones no van a esperar a que los sistemas inteligentes sean perfectos y estas prácticas se dan ya hoy en empresas que conocemos.
En la investigación de Deloitte, publicada el mes pasado, entre más de 10.000 encuestados de empresas de 140 países, casi el 40% cree que la robotización estará plenamente implementada en su organización en cinco años. Entonces, ¿la robotización supone una ola de desempleo masivo? No necesariamente. De hecho, casi el 80% de los encuestados cree que la automatización tendrá como resultado mejores empleos y la mitad dice estar invirtiendo en la reeducación (o retraining) de sus equipos en capacitación para trabajar junto a las máquinas, digamos que hombro con hombro. El resultado previsto –según este estudio- son tareas más humanas para el desempeño de las personas.
Ahora sí, «máquinas a la obra»
Uno de los aspectos relevantes del estudio de Deloitte es que la mitad de los encuestados pertenecen a pequeñas y medianas empresas radicadas en distintas regiones del mundo. Solo el 20% de los encuestados piensa que la inteligencia artificial traerá pérdida de empleo. Esto no significa que podamos esperar con los brazos cruzados a que los robots vengan a mejorar los puestos de trabajo de nuestros equipos. El rediseño de las organizaciones se convierte en prioridad número uno. Es necesario mejorar la vinculación de los empleados y, con ella, la productividad. El trabajo que se ha de realizar es cada vez mayor, sobrepasando muchas veces la capacidad de los trabajadores. La solución pasa por crear redes colaborativas entre equipos y definir nuevos puestos atendiendo a habilidades y al resultado deseado en términos de cliente.
La tecnología digital, que hasta el momento se ha reservado para el ámbito virtual, debe integrarse plenamente en la realidad económica, impulsar la productividad y favorecer la calidad de vida y el empleo. De momento, la tecnología avanza más rápido seguida, en primer lugar, por el comportamiento de los individuos y, de forma más retardada, por la actividad de los negocios. La flexibilidad de las pymes, unida a un marcado carácter emprendedor de muchos de sus líderes, les da una oportunidad única en la historia, muy por encima de las anteriores revoluciones industriales que quedaron reservadas a grandes corporaciones. Analizando todos los elementos descritos, podemos llegar a una conclusión: No estamos en la era digital. Estamos en la era del talento.
Foto: geralt