Los españoles consideran que cuatro de cada seis mensajes recibidos no personales son falsos. Pese a ello, el 72% admite haber valorado como verdadera alguna fake news o noticia falsa. El I Estudio sobre la desinformación en la sociedad española mide la magnitud de un problema del que aún desconocemos sus consecuencias: la desinformación.
Las fake news lo contaminan todo. Por ejemplo, a raíz del cambio en el sistema de cotización del trabajador autónomo en España, circulan supuestas informaciones comparativas que convierten al empleado por cuenta propia en el auténtico «pagafantas» del sistema tributario europeo.
Pero hay otros bulos aún más ingenuos, como el de los cien minutos que duraría cada partido en el Mundial de Qatar 2022 (en lugar de los 90 habituales), que se vio obligado a desmentir la FIFA, o que fugarse de una gasolinera sin pagar tenga tan solo una pena de 156 euros para el infractor.
Unas y otras buscan desinformar, engañar y manipular a los usuarios o desprestigiar a organizaciones o personas para sacar algún tipo de beneficio. Objetivos espurios a los que los avances contribuyen con tecnologías cada vez más sofisticadas, como la manipulación de vídeo que ha abierto el capítulo de los deepfakes.
Desinformación, un peligro en crecimiento
El 95,8% de los españoles cree que la desinformación es un problema para el conjunto de la sociedad.
El citado estudio de la Unión de Televisiones Comerciales en Abierto (UTECA) y la Universidad de Navarra, “revela un alto grado de incidencia y preocupación social en torno a este fenómeno”. Así lo escriben en la presentación Charo Sádaba y Ramón Salaverría, decana de la Facultad de Comunicación y catedrático de Periodismo de la Universidad de Navarra, respectivamente, y autores de esta investigación para la que han realizado 1.224 entrevistas.
Otras conclusiones de este estudio hablan por sí solas:
- El 72,1% de los españoles creyó en algún mensaje o vídeo que resultó ser falso (estoy deseando conocer a uno del 27,9% restante).
- El 88,1% opina que es más fácil creer una fake news cuando coincide con la forma de pensar de quien la recibe. Curiosamente, solo el 32,8% ve la paja en ojo propio, admitiendo este sesgo por el que le resulta más fácil creer en un bulo afín a su forma de pensar.
- Los españoles estiman que el 42,1% de los mensajes que reciben son falsos. Es precisamente el grupo de edad entre 18 y 34 años el menos receloso sobre su veracidad.
- La mensajería instantánea es el canal donde se recibe la información menos contrastada.
¿Cómo defenderse de las fake news?
Hasta aquí una descripción que permite definir un fenómeno que todos conocemos, “y que se considera ya una amenaza para las democracias”, resaltan los profesores de la Universidad de Navarra.
Pero está en manos de todos reducir nuestra participación en esta infodemia de desinformación, porque es posible disminuir su viralidad haciendo un uso más racional de las redes sociales.
Cómo combatir la difusión de noticias falsas
Más de la mitad de los españoles considera que la mejor forma de limitar la desinformación es rompiendo la cadena de difusión, pero hay otras medidas de combate:
- Evitar el reenvío de mensajes anónimos: 51%.
- Informarse en medios de prensa, radio y televisión: 42,7%.
- Campañas educativas: 38,5%.
- Informarse sobre el origen del mensaje: 34,2%.
- Recurrir a organismos oficiales: 30,8%.
- Consultar medios especializados en verificación de fake news: 26,4%.
Cuando se pregunta en primera persona lo siguiente: “¿Qué haces tú para evitar caer en la trampa de las fake news?”, sube ligeramente el porcentaje de quienes evitan el reenvío (53,4%) y de quienes se informan en grandes medios de comunicación (43,4%). En el polo opuesto, el 6% asegura no tomar ningún tipo de medidas.
Cinco pasos para identificar fake news
Por tanto, no ser presa de una fake news quizás no sea tan difícil como parece, basta con normalizar un comportamiento más responsable en las redes sociales y de las fuentes de información seleccionadas en Internet.
Desde la Oficina de Seguridad del Internauta (OSI), resumen en cinco las medidas que conviene poner en práctica:
1. Buscar la fuente y contrastar
Una pieza periodística de calidad siempre debe estar firmada e identificadas las fuentes en las que se apoyan sus afirmaciones. Aunque las fake news son cada vez más sofisticadas, sin nombre del autor y de fuentes, podemos estar frente a un bulo. Lo más práctico es realizar alguna búsqueda en Internet para contrastar lo que afirma con otras informaciones de medios fiables.
2. Revisar la URL o dirección de Internet (www)
Los bulos, y más comúnmente los fraudes, llegan al internauta a través de un enlace a una supuesta web fiable. “Debemos revisar que la URL sea la del servicio legítimo para detectar posibles desviaciones en el nombre, como Facebook o Google”, advierten en OSI. También hay que tener presente que el certificado de seguridad web comienza por “https”.
3. Ver más allá del titular
Se conoce como clickbait (algo así como ciberanzuelo) a una de las técnicas estrella del bulo: los titulares sensacionalistas o artificialmente llamativos que con toda seguridad van a conducir a una información de pésima calidad y, en el peor de los casos, a un bulo. Si haces clic en titulares como “Un estudio demuestra los peligros de llevar camisetas de rayas”, “Resulta escalofriante ver cómo está en la actualidad la famosa…” o “Datos horribles y perturbadores sobre…”, atente a las consecuencias.
4. Comprobar el formato
Si el texto está mal redactado o contiene errores gramaticales, ¿para qué continuar leyendo? Seguramente es una fake news.
5. Aplicar el sentido común
La quinta de las recomendaciones de OSI es la más obvia e importante: pensar, ser neutro y no dejarse llevar por la temática ni por el contexto. “Si después de aplicar las medidas anteriores seguimos sin estar seguros, lo mejor es confiar en nuestro instinto y preguntarnos: ¿es demasiado bueno para ser cierto o busca crear discordia?”.
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