Todos podemos llegar a ser expertos digitales, pero antes debemos demostrarlo

Mis queridos lectores, permítanme que hoy sea el “diablillo malo” y haga honor a la etiqueta que me colocaron hace años de “provocador digital”. Vaya por delante que no quiero ser ni parecer más que nadie, pero hoy me apetece hablar del mundo digital, y no de las ventajas y desventajas del comercio electrónico, ni de la importancia de la transformación digital, ni de las estrategias de marketing digital, ni de big data ni de analítica. No voy a mencionar los números de facturación sacados de los informes más recientes que nos llevan a crecer un determinado porcentaje respecto al año anterior.  Hoy quiero hablar un poco de la realidad, del día a día, de lo que verdaderamente está pasando, o mejor dicho de lo que yo percibo desde mi punto de vista y mi situación profesional. Y permítanme afirmar que no es oro todo lo que reluce.

En mi último post hablaba de la gran película de Internet, de los canales, las herramientas, el guion, los espectadores, los actores y los críticos. Hoy me gustaría hablar de una nueva preocupación para muchos, el fenómeno gurú, cuyos protagonistas no dejan de ser los actores de la película de Internet. La pregunta es: ¿por qué se autodenominan expertos o gurús?

Según Wikipedia, un perito o experto es una persona reconocida como una fuente confiable de un tema, técnica o habilidad cuya capacidad para juzgar o decidir en forma correcta, justa o inteligente le confiere autoridad y estatus por sus pares o por el público en una materia específica. De forma más general, un experto es una persona con un conocimiento amplio o aptitud en un área particular del conocimiento. Los expertos son requeridos para dar consejos sobre su tema de especialización, aunque no siempre coinciden en sus apreciaciones con las opiniones aceptadas sobre ciertos temas específicos. Se cree que un experto puede, gracias a su entrenamiento, educación, profesión, trabajos realizados o experiencia, tener un conocimiento sobre un cierto tema que excede el nivel de conocimiento de una persona común, de manera que otros puedan confiar en la opinión del individuo de forma oficial y legal.

 

¿Es lo mismo un experto que un especialista?

Según Wikipedia, un especialista, experto o perito, es una persona que cultiva o practica una rama determinada de un arte o una ciencia. Un título o diploma formal se da a personas que concluyen un curso técnico, de graduación o de posgraduación, en la referida temática o área. Un especialista en una determinada materia a veces también es llamado profesional.

En mi opinión somos especialistas o expertos, pero me gusta más que me llamen profesional, nunca gurú. Porque según Wikipedia, un gurú está en el marco del hinduismo, gurú significa ‘maestro espiritual’. Desde hace muchos siglos este término se ha empleado en la India. Al maestro espiritual se le consideraba una persona importante que mostraba el sendero del yoga, enseñaba las técnicas de meditación y se le pedían consejos.

Hace meses que detecto perfiles en LinkedIn que saben, pero no hacen. Siempre digo que lo importante no es saber hacer, es haber hecho (aunque no haya salido del todo bien). Aquí está el debate. Mi opinión es clara y contundente. Primero fórmate para saber y después ejecútalo, hazlo. Pero el error está en la “publicidad” de ese profesional,  quien no debería hablar de lo que sabe, sino de lo que realmente ha hecho.  Al final le pagarán por los resultados de lo que ha hecho con lo que sabe.

Muchos me habéis oído decir alguna vez que a los profesionales digitales no nos pagan por lo que sabemos, nos pagan por lo que hacemos.  Eso quiere decir que si eres un profesional digital, antes de autodenominarte experto o gurú dime qué has hecho como actor, déjame hablar con tu espectador (tu cliente) y sobre todo déjame ver la opinión del crítico (cliente final).

No critiques a nadie, sigue formándote y trabaja duro para conseguir tus objetivos, no te autodenomines experto ni gurú, ya lo dirán tus seguidores por ti o los resultados de tus trabajos lo avalarán.

Una anécdota de esta “burbuja digital”: meses atrás, algunas personas hablaron de mí porque dije que mi hijo de 12 años lleva un smartphone y tiene cuenta en todas las redes sociales desde hace años. No puedo prohibirle la tecnología a un niño que ha nacido en la era digital. Y os prometo que mi hijo tiene más horas de formación que algunos expertos o gurús. Como dijo mi buen amigo Pedro Rojas en su página de Facebook: «¿A vuestros hijos los enseñáis a cruzar la calle o los prohibís cruzarla? El mejor filtro para los menores que tienen perfiles en redes sociales es que sus propios padres, en lugar de prohibir que las usen, les enseñen a usarlas”. Pues eso, la formación es la pieza clave. Pero la formación no consiste en leer un archivo pdf bajado de Google, es mucho más que eso. Es poner en práctica los conocimientos adquiridos y analizarlos.

Los que nos dedicamos a la formación desde hace años, hemos detectado en los últimos meses que se están incorporando a este sector personas que imparten cursos o clases (normalmente gratis) sin ningún tipo de resultado, basándose en ejemplos y casos de éxito de otros profesionales. Se autodenominan expertos. No los podemos considerar ni expertos, ni especialistas, ni profesionales, aún no. Con este comentario no quiero decir que no desee que lo sean, todo lo contrario, el mundo digital necesita más profesionales cualificados.

Por cierto, otro indicador que demuestra que la famosa “burbuja digital” está creciendo, es el hábito que han tomado algunas personas y empresas del mundo digital de copiar los métodos del mundo tradicional. Me refiero a las formas de pago, no es normal que las facturas de trabajos realizados (ya sean en tecnología, formación o estrategia) se abonen a partir de los 90 días, eso no se lleva en el mundo digital. No podemos cometer los mismos errores del pasado. Otro día hablaremos de este tema con más profundidad.

Todos podemos ser expertos digitales o profesionales especialistas, pero antes lo tenemos que demostrar.

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