Empresas familiares: ¿una herencia obligada?

A menudo tendemos a pensar que nos dedicaremos a la empresa familiar por inercia o bien que nuestros hijos deberían continuar con un legado que tanto esfuerzo nos ha costado levantar, pero no nos paramos a pensar: ¿realmente es lo que quiero hacer, es la vocación que tienen mis hijos?

¿Por qué les dejamos elegir el deporte al que se quieren dedicar, la afición que más les gusta o el tipo de ropa que se quieren poner y no les preguntamos si realmente es lo que quieren hacer?

Tener una empresa propia tiene muchísimas ventajas. Tienes una gran capacidad de actuación, de planificación de tu tiempo, de implicación en las decisiones…, pero bajo mi punto de vista lo más importante es que haces lo que realmente te gusta, y no podría ser de otra manera, porque cuando te encuentras con baches, dificultades y muchísimas horas de trabajo a la espalda, que no son pocas veces, es la verdadera esencia que hace que te levantes y mantengas la ilusión y la fuerza para volver a coger las riendas con el mismo entusiasmo que el primer día, la pasión por el negocio es lo que hace que se mantenga vivo.

Nuestro esfuerzo, sueño o ilusión, ese proyecto que tanto nos ha costado sacar adelante, no tiene porqué ser el de otros, la vocación no tiene porqué ir en los genes. ¿Por qué nunca contemplamos la opción de contratar a alguien que nos ayude o que dirija nuestra empresa cuando decidimos retirarnos? Aún así, es verdad que las pasiones se transmiten de generación en generación y es posible que tengamos clarísimo que queremos dedicarnos al negocio familiar.

Pero, ¿es complicado llevarse bien? ¡Cuántas relaciones, amistades o familias rotas nos encontramos después de haber compartido un negocio! Como en todo, es difícil generalizar; se ha escrito mucho sobre el tema (libros, protocolos familiares, estudios…), pero hay algunas cosas que, tras mi experiencia, creo que pueden ayudarnos a sobrevivir en una empresa familiar:

Cuando la cosa no marcha, estudiar y estar abierto a un cambio, no tenemos porqué llevarnos bien con todo el mundo. En la empresa es clave la afinidad profesional que tenemos con nuestros socios o colaboradores, pero por mucho que queramos a alguien no tenemos porqué tener afinidad en el trabajo, no pasa nada. Es también muy recomendable que ganemos experiencia en otras empresas antes de dedicarnos por completo a la familiar.

Y, por último, tener clarísimo que el interés por que la empresa vaya bien es común, que el barco es de todos y todos queremos que funcione. Si algo no sale como nos gustaría, no es culpa de nadie o es culpa de todos, pero la intención seguro que siempre ha sido la mejor.

 

Foto @torres21, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0

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