Todos sabemos lo complicado que es captar el interés de un niño. Las nuevas tecnologías han entrado a formar parte de sus vidas, bien sea por el iPhone que su padre deja olvidado encima de la mesa o porque ve cómo su madre juega en su tablet a Angry Birds. La realidad es que los niños, cada vez a edades más tempranas, comienzan a relacionarse con dispositivos móviles y a verlos como una alternativa de ocio.
¿Y por qué no aprovechar esta vinculación innata con la tecnología para que el niño aprenda diviertiéndose?
Cuando los padres compran apps para sus hijos, tienen una cosa clara: buscan contenido educativo. Cuando echamos un vistazo a la categoría de “Educación” en una app store, vemos aplicaciones para dibujar, de matemáticas, de comprensión lectora, de historia… ¿pero encontramos realmente aquello que queremos que use nuestro hijo?
Un contenido adecuado es el motivo principal de compra de aplicaciones para un 77% de los padres, según las últimas encuestas, y en muchas ocasiones este perfil de usuario no encuentra lo que necesita. ¿Oportunidad de negocio?
Siempre que pensamos en cómo promocionar nuestra app, ocupar un lugar destacado en la app store de turno aparece como un objetivo primordial. Y, desde luego, es algo que nos debería preocupar, pero cuando hablamos de aplicaciones orientadas a un público infantil (donde el verdadero cliente son los padres), debemos hacer mucho hincapié en elaborar una buena descripción poniendo en valor los aspectos educativos de la aplicación (o el juego) y cómo podemos ayudar al niño en su desarrollo.
Junto con algunos otros sectores, como el relacionado con la salud, el educativo es un área que promete crecer mucho en los próximos años dentro del panorama de aplicaciones y videojuegos móviles. Las nuevas generaciones ya no conciben un ocio que no esté vinculado a la tecnología, y los niños, en edades muy tempranas, ya demuestran un grado de familiaridad altísimo con tablets y teléfonos inteligentes, por lo que las apps pueden asumir un rol importante dentro del proceso de aprendizaje de nuestros hijos. De hecho, todos comprobamos cómo los niños aprenden antes a jugar con la tablet que a hablar…
Si los desarrolladores son capaces de idear y construir juegos que enseñen o aplicaciones educativas con un alto grado de «gamificación», orientadas a este público objetivo, pueden entrar en un mercado más que apetecible, donde la demanda supera actualmente a la oferta de calidad y los padres están deseosos de encontrar soluciones que cubran las necesidades educativas de sus hijos.
Si hablamos del modelo de negocio de este tipo de apps, nos encontramos con que el porcentaje de aplicaciones de pago es superior al de otras categorías. El destinatario de este tipo de soluciones tiene más predisposición a pagar por un buen producto que divierta y enseñe a sus hijos. Podemos encontrar aplicaciones sencillas con un coste promedio de 0,89 euros o aplicaciones más específicas orientadas a ciertos problemas (como la dislexia) por más de 6 euros.
Ya sabemos que cantidad no es sinónimo de calidad: según datos de Appcircus, las aplicaciones educativas ocupan el segundo lugar en número, solamente después de los juegos y el volumen de descargas ha aumentado en un 80% en nuestro país en el último año. ¿Hay mercado? Seguro. ¿Hay oferta? También. ¿Hay oferta de calidad? No demasiada…
Si no podemos hacer que nuestro hijo pase menos horas delante de una pantalla de móvil o tablet, al menos hagamos que utilicen contenidos educativos que puedan mejorar su rendimiento académico.
Foto: IntelFreePress, distribuida con licencia CC BY-SA 2.0