La necesidad de una buena organización para un emprendedor es algo indiscutible, pero no siempre alcanzable. A menudo, la cantidad de tareas que llegan durante la semana terminan por aniquilar cualquier intento de llevar una planificación estructurada.
No se trata ya de tener más o menos tiempo para dedicar a reuniones, campañas de marketing o estrategias de venta, sino de caer en el descuido de áreas importantes de nuestra vida por sentir que “no tenemos tiempo”.
¿Cómo se puede evitar que la agenda nos devore? Inculcando en nuestra vida hábitos positivos que formen parte de nuestra rutina y nos ayuden a equilibrarla.
Por ejemplo, a menudo queremos hacer deporte, pero nos da la sensación de que no existe hueco para ello en nuestra vida. Esto es porque no estamos habituados a realizarlo, nos parece que el deporte es algo ajeno a nosotros, que es necesario meter con calzador en un día a día más que atestado. Sin embargo, si hacemos del deporte un hábito, una parte más de nuestra rutina que realizamos por inercia, lo difícil será prescindir de él.
Cocinar, leer o dormir determinadas horas son hábitos que muchas personas tienen, y que normalmente no se dejan de lado por tener la agenda apretada. O si se hace, siempre es con un comentario preocupado como “estamos a tope en la empresa y estoy durmiendo muy poco, pero en cuanto terminemos recuperaré el ritmo de sueño”. ¿Por qué? Porque son hábitos, son cosas que sabemos que son necesarias e indispensables en nuestras vidas.
Y cualquier cosa puede convertirse en hábito, si se le dedica el tiempo suficiente: pasar más tiempo de calidad con la familia, una buena gestión de tus tareas, meditar media hora diaria…
Se han escrito muchas páginas sobre qué es un hábito y cómo afianzarlo, pero uno de los autores que en mi opinión mejor refleja la relación de los seres humanos con los hábitos es William James. Este autor estadounidense, uno de los padres de la psicología moderna, en su artículo “The Habit” habló ampliamente del trabajo que se produce en el cerebro al interiorizar hábitos.
Para James, las influencias que recibimos del exterior llegan al cerebro y ahondan vías (refuerzan hábitos) o crean otras nuevas (establecen nuevos hábitos). Y ¿qué es necesario para que esas nuevas maneras de actuar se afiancen definitivamente en nuestra vida cotidiana? Para James, cuatro actitudes: determinación, disciplina, motivación e iniciativa. Cuatro virtudes imprescindibles para todo emprendedor.
También existen múltiples teorías relativas al tiempo necesario para que esos hábitos formen parte intrínseca de nuestra forma de vivir. Una de ellas asegura que hacen falta 21 días realizando esa acción o pensamiento que queremos convertir en hábito para que éste se implante. Tres semanas en las que debemos acostumbrar a nuestro cuerpo y nuestra mente a la nueva vía que queremos tomar.
Por lo tanto, dejar que la rutina se convierta en una trampa sin huecos para nada más es una elección personal, aunque nos pueda costar reconocerlo. Es un mal hábito que puede ser corregido si se pone en ello el interés suficiente.
¿Te atreves a cambiarlo?
Foto: JD Hancock