“En 2006 me arrolló la crisis”. Esta historia comienza como la de tantos españoles a los que la crisis los expulsó del mercado laboral rondando los 50 años. Pero también habla de la valentía para dar un primer paso, aunque se desconozca adónde llevará el segundo, de la importancia de mantener la autoestima alta, y de lo irrenunciable de los sueños. Esta es la historia de una emprendedora a prueba de convenciones e inundaciones. Y la madrileña Ángeles Morillas y su tienda Dona Alpargata son las protagonistas.
Hoy es una feliz propietaria de dos zapaterías especializadas en la venta de alpargatas en la costa alicantina, hace poco más de una década era vendedora inmobiliaria. “Después de toda una vida de autónoma trabajando de agente inmobiliaria, tuve que asumir que ya no podía seguir. Pensé en montar multitud de negocios en un local en propiedad en Alcorcón, pero ninguno me convenció, así que solo tenía la expectativa de buscar trabajo”, cuenta hoy Morillas haciendo balance de esos años que le llevaron a tocar las puertas de todo tipo de empresas, una y otra vez.
Pero ninguna se abrió: “Lo más preocupante era el sentimiento de descapitalizarse como persona y como profesional. Y tras cuidar de mi madre enferma durante tres años, decidí que tenía que hacer algo con mi vida: yo nunca fui de sentarme en un rincón a lamentarme”.
A la caza de una oportunidad
Pero antes de descubrir cómo las dos tiendas costeras de Ángeles Morillas atraen a público de ciudades como Valencia o Murcia e incluso a periodistas alemanes, debemos dar un salto en el tiempo unos años atrás. Uno de los clientes de Ángeles Morillas “estaba empeñado en que le vendiera una promoción de pisos en la playa. Yo ni sabía dónde estaba Moraira, pero me insistía tanto que un día le dije: ¡venga!”. Fue entonces cuando surgió el “flechazo” con esta localidad de la costa alicantina, así que además de aceptar el encargo profesional, invirtió en un piso.
Años más tarde, cuando Morillas buscaba una oportunidad de autoempleo, en el viaje de regreso de un fin de semana playero, no dejaba de rondarle una idea en la cabeza: “Había visto un local pequeño, pero muy bien ubicado, el precio me cuadraba, y yo llevaba tiempo pensando en vender alpargatas, que me gustan mucho. El único problema es que no sabía nada del negocio”.
Nace Dona Alpargata
A estas alturas del relato, ya se habrá comprendido que Morillas no es una mujer que disfrute deshojando la margarita, así que buscó la marca de las alpargatas que se había comprado unas semanas antes, y llamó por teléfono. Sus pesquisas le llevaron a un fabricante de La Rioja, y su desparpajo a hablar con el fundador: “Conversamos durante mucho tiempo, y él me explicó todo muy bien”. Pocas semanas después, un 20 agosto, la primera tienda de Dona Alpargata abría sus puertas: “Las ventas en los siguientes meses fueron muy prometedoras. El producto pintaba bien, pero yo sé que los negocios son volátiles”. Morillas quería ser cauta, así que decidió preparase a fondo para la siguiente temporada.
“Fui a la feria del sector, y abrí el abanico seleccionando a otros fabricantes de alpargatas, pero siempre debe tener una alpargata diferente y que me guste”, explica. También organizó el back office de tienda contando con la complicidad de José Luis que, además de marido e incondicional apoyo moral, ayuda con la administración. Otra aliada familiar es su hija Tamara, experta en marketing digital, que le asesora en la presentación y difusión de la colección de alpargatas que Morillas defiende cada temporada, desde hace dos años también desde su tienda en Jávea, que abrió en 2018 y repitió la buena acogida de la primera tienda.
Claves del éxito de Dona Alpargata
Crear un comercio rentable en la temporada turística no es sencillo, algunas de las claves del éxito de Dona Alpargata son:
- Negocio especializado: “Me vienen a buscar de Valencia, Murcia y muchos extranjeros repiten cada año”. La apuesta de Morillas por un producto especializado la convierte en el referente de la zona.
- Conocimiento de producto: “He invertido mucho tiempo en conocer bien la alpargata”. Para lograrlo, Morillas no ha cursado ningún máster, pero sí ha hablado durante horas con fabricantes, visitado ferias y curioseado por Internet.
- Ubicación. “¿Cuántas alpargatas tengo que vender en una calle comercial de Madrid para pagar el alquiler?”. Esa es la razón por la que decidió hacer el sacrificio de instalarse en su casa de verano: “Estar lejos de mi marido y mis hijas es lo más duro, pero desde el principio supe dónde estaba la oportunidad”.
- Proximidad con su público objetivo. “El extranjero valora mucho la alpargata, por su calidad y artesanía”. De hecho, ubicarse en dos plazas turísticas le permite que el 80% de sus clientes sea foráneo.
- Nuevas tecnologías. “Las redes sociales son muy buenas para que te conozcan, aunque no vendas mucho”. En Dona Alpargata buscan la oportunidad en todas las herramientas al alcance de un pequeño comercio. Han logrado una buena integración entre la web y su perfil de Facebook, utilizando Messenger para lograr una comunicación inmediata, y las capacidades visuales de la red social para mostrar la colección anual de alpargatas de una forma ordenada. Además atienden pedidos desde WhatsApp.
Ventajas del emprendimiento senior
Emprender con una buena mochila experiencial tiene indudables ventajas, que Ángeles Morillas ayuda a identificar:
- “La experiencia es valiosa, pero cada negocio es diferente”. Su consejo es no dar nunca nada por sentado y tener muchas ganas e ilusión por el trabajo.
- “Ellos tienen ganas de comprar y yo de vender”. El dominio de idiomas nunca fue una gran fortaleza de la generación de Morillas, pero vende ocho de cada diez pares a extranjeros. Y cuando su despliegue explicativo falla, siempre queda Google Translator. Su recomendación es ser resolutivo con las limitaciones.
- “Si no le convence, mi consejo es que no se lo lleve”. A Morillas no le presiona el beneficio inmediato, sabe que los negocios de verdad se asientan por el boca a boca, por lo que la honestidad es una norma sagrada.
Todo esto contó Ángeles Morillas en una larga conversación telefónica en la que habla con igual entusiasmo de las ventas que de los achaques a los 60: “Hay que seguir funcionando”. Cuelgo para dar descanso a esta emprendedora que hace pocas horas estaba poniendo en orden su tienda de Jávea, arrasada por las inundaciones de la pasada Semana Santa: “Ahora tocará pelearse con el seguro”.