Estos son algunos de mis deseos como emprendedor para el nuevo año: que a los trabajadores por cuenta propia les acompañe el ingenio y la riqueza social en sus proyectos. Que cuando el éxito no llegue, sepan parar a tiempo; más vale un cierre organizado que permitir que los efectos del fracaso condicionen el resto de la vida profesional. Que se modifique la Ley de Segunda Oportunidad para hacer justicia con quien todo se lo juega: hasta que no incluya la quita en las deudas con la Administración, tal como ya ocurre en otros países, no será un instrumento de verdadera redención.
Que dejemos de ser el país de la pequeña empresa
Y veamos cómo crecen las de tamaño medio, verdadera fuente de riqueza, empleo, estabilidad y competitividad. Que la pequeña empresa avance en su digitalización y aprenda a servirse de las nuevas herramientas tecnológicas para mejorar su competitividad. Que las grandes compañías sigan siendo las mejores embajadoras de la marca España en el mundo y ejerzan con responsabilidad su gran capacidad transformadora.
Que los balances anuales hablen de la realidad de la empresa y dejen de ser manipulados con artificios contables para hacer realidad sueños incumplidos. Que se asuma la fiscalidad de la empresa como un compromiso social, que su cumplimiento deje de ser una gymkana.
Que todos los trabajadores ofrezcan lo mejor de sí mismos en su quehacer diario y reciban una compensación justa por su esfuerzo. Que las empresas adopten modelos de trabajo creativos que estimulen y retengan el talento. Que se identifique en la formación del empleado una vía de innovación y eficacia. Que la temporalidad deje de estigmatizar a toda una generación.
Que el Pacto de Toledo se reúna en 2018
Y no esquive el debate de la jubilación de los autónomos. Un colectivo al que hay que incentivar con justicia, para que aprenda a cotizar con responsabilidad y en condiciones equiparables a las de los trabajadores por cuenta ajena.
Que el ecosistema emprendedor que este país construye con esfuerzo y valentía crezca para generar oportunidades, y no oportunistas que negocian con las ilusiones y el esfuerzo de otros. Que la startup no se convierta en el pelotazo del siglo XXI, que la venta del proyecto y sus expectativas siempre vaya acompañada de un sano crecimiento. Que los inversores y emprendedores se encuentren en el entendimiento, y las grandes empresas aprendan a colaborar –y hacer negocio– junto a la startup.
Que el impulso exportador -que tanto ha avanzado estos últimos años- siembre semilla, y los empresarios tengan paciencia para esperar sus frutos. Que los planes de internacionalización se doten de coherencia, estrategia, formación y recursos. Que pronto nuestra economía cuente con una generación de profesionales formada en la experiencia internacional.
Que la España vacía se llene de emprendimiento
Y que la economía circular sea un objetivo compartido por todos los agentes económicos, que su avance permita integrar los modelos de producción y consumo al ciclo de la Naturaleza: ¡entreguemos a nuestros hijos un mundo mejor! Que el análisis de la huella ecológica de cualquier proyecto empresarial forme un capítulo destacado de su business plan.
Que la comunicación sirva para dotar de mayor transparencia al diálogo empresa-sociedad, y que la comunicación interna se utilice -de una vez por todas- para escuchar y hacer mejores a las organizaciones. Que las redes sociales sigan construyendo un puente entre las marcas y los usuarios sin perderse en los vericuetos de la vanidad y la venganza.
Que la tienda tradicional aprenda a convivir con la venta online reinventando su espacio. Que el tendero aproveche su cercanía para crear nuevos espacios de consumo en los que colabore con los productores locales, dotando con sus locales de singularidad a cada rincón de la ciudad.
Que el sistema educativo deje de ser una moneda de cambio política y se alinee con lo que la sociedad necesita y espera de él. Que este país se llene de investigadores y la empresa forme parte de esta apuesta por la innovación.
Que las impresoras dejen de poner nuestra paciencia a juego, que las actualizaciones de software dejen de atormentarnos con sus alertas, y que las redes sociales retomen la senda de la simplicidad que tantos éxitos les dieron. Que los motores de búsqueda de Internet solo discriminen por calidad y originalidad.
Porque estoy convencido de que el emprendimiento, la empresa y el trabajo son instrumentos de transformación imprescindibles. Para que en 2018 todos habitemos un mundo mejor. Porque soñar es el primer paso para cambiar nuestra realidad.