“A mí se me dan muy mal los idiomas”, “nunca encuentro el momento para ir al gimnasio”, “no es el momento de sacar una nueva línea de negocio”. Puede que aprender inglés, mejorar tu forma física o diversificar tu empresa se encuentren entre tus buenos deseos para 2016, pero deberás cambiar de actitud si quieres apuntarte el tanto.
Las creencias limitantes generan algo más que una sana prevención: ansiedad. Nos alejan del objetivo. La neuropsicología ha demostrado que todos anticipamos los resultados sobre las acciones que programamos, condicionando la actitud con la que nos enfrentamos. Si el niño que da sus primeros pasos tuviera en su mente que va a caerse, nunca aprendería a andar, sin embargo prueba una y otra vez hasta que echa a correr.
El diálogo interior positivo
Los pensamientos limitantes son ideas preconcebidas negativas que asumimos como insalvables. Muchas de ellas nacen en las primeras fases de aprendizaje hasta los siete años, de forma especial derivadas del tipo de mensajes que el niño recibe de padres, educadores u otras personas con influencia sobre él. Por eso es tan importante que en la educación utilicemos un lenguaje motivador, como el que se defiende desde las técnicas de PNL (programación neurolingüística). Frases que refuerzan los logros conseguidos servirán para forjar un espíritu de superación en el niño, pero a partir de los 12 años todos debemos ser capaces de cultivar un diálogo interior que enriquezca nuestras acciones y nos predisponga al éxito.
Si practicamos esta gimnasia mental, conseguiremos alejarnos de esas profecías autocumplidas cargadas de negación. Si vamos a presentar un proyecto a un nuevo cliente, nunca deberemos asistir a la reunión con la idea de que vamos a perder el tiempo, ya que esa predisposición habrá empapado el trabajo previo y el momento de la exposición y venta. Finalmente, el cliente desestimará la propuesta y nosotros nos reafirmaremos en la profecía generando un círculo vicioso difícil de superar.
Cómo desactivar las creencias limitantes
Alejarse de esas situaciones es posible con un cambio de actitud: debemos cultivar un optimismo inteligente, que nos permita afrontarlas con objetividad positiva. Un método puede ser:
- Tomar consciencia de las creencias limitantes. Debemos identificarlas, empezando por las que más nos condicionan, y analizar de qué modo nos perjudican y cómo podría cambiar nuestras vidas si fuéramos capaces de ignorarlas: pasar del “no puedo hacerlo” a “es un reto que voy a superar”.
- Utilizar una creencia potenciadora. El segundo paso es un proceso de introspección que nos permita identificar una creencia positiva capaz de anular la que condiciona negativamente nuestra actitud. En muchos casos, nuestras grabaciones cerebrales disponen de esos mecanismos de autodefensa, pero no somos capaces de aflorarlos porque la creencia limitadora es dominante. Para activarla, debemos reubicarla recuperando alguna situación en que la autoprofecía negativa no se cumplió: ¿qué hicimos en esa ocasión? Por ejemplo, muchas personas temen hablar en público porque han asumido que sus capacidades de comunicación y expresión son limitadas, sin embargo, recuerdan cómo intervinieron de forma brillante en una determinada reunión de trabajo. Es ese recuerdo al que debemos recurrir para saber cuál fue la clave del éxito: quizá habíamos preparado el discurso o simplemente estábamos convencidos de que teníamos razón.
- Asociar a algo negativo la creencia limitante. Estas ideas preconcebidas forman parte de nuestra estructura de pensamiento, por lo que no es fácil vencerlas. Los expertos en coaching y PNL recomiendan que ese pensamiento se asocie a una mala experiencia, incluso dolorosa. De este modo, cuando encaramos una acción cuyo objetivo se ve empañado por ese pensamiento limitante, esa imagen altamente negativa con la que la hemos asociado servirá para que busquemos refugio en la idea potenciadora. Del mismo modo pero a la inversa, el pensamiento potenciador debe asociarse a esas imágenes positivas en las que el objetivo se cumplió.
- Entrenar e insistir. No es fácil sustituir un pensamiento limitador por otro potenciador, para conseguir que pase de temporal a dominante solo hay un camino que es el del entrenamiento. Se trata de recuperar esa idea cada vez que aflore la autoprofecía limitadora para que poco a poco se afiance.
- Actúar en consecuencia. Lo mejor es pasar a la acción. Controla tu ansiedad y actúa asumiendo ese nuevo rol, puede que al principio debas asumir algún fracaso, pero hay que encajarlo como parte del aprendizaje. Vuelve a anclarte a los pensamientos potenciadores y poco a poco disfrutarás del cambio.
Foto: Jaume Estofet