Cuidado con la ‘letra pequeña’ de las apps

Leer la “letra pequeña” de los contratos siempre ha sido tedioso, pero solíamos hacerlo para evitar males mayores. Hoy en día, con Internet, los videojuegos, las redes sociales, la multitud de aplicaciones móviles… ni nos lo planteamos. ¿Por qué? Porque descargamos mucho y porque el formato, la longitud y los complicados términos de las condiciones de uso y la política de privacidad actúan como elementos disuasorios.

La mayor parte de las aplicaciones móviles solicitan acceso a tu ubicación, a tus fotografías, a tus contactos, a tu correo electrónico, es decir, a datos sensibles de los usuarios. Otras tienen entre sus campos obligatorios una fotografía personal, un teléfono de contacto, la fecha de nacimiento… nuevamente más datos personales que no siempre son necesarios.

Para empezar, dependiendo del tipo de aplicación móvil, muchas veces nos piden nuestra ubicación actual, aunque no suele ser obligatorio y podemos dejarlo para “más tarde” o simplemente pulsar en “No permitir”. Si aceptamos, siempre estaremos localizables geográficamente a través de nuestro dispositivo móvil:

En otras muchas aplicaciones nos solicitan acceso a nuestra galería de fotos, las que tenemos en el dispositivo móvil, pero no sólo las apps que se dedican expresamente a la edición y montaje de fotografías como puede ser Facehole, sino también muchas otras que obligan a subir una foto de perfil y a seleccionarla del álbum que tenemos en el móvil:

Si no queda otro remedio, una vez subida la foto de perfil, podemos deshabilitar de nuevo el acceso a nuestro álbum desde la opción de Ajustes de nuestro dispositivo.

Como veis, cedemos mucha información sin darnos cuenta. Luego nos sorprendemos cuando vemos que nuestros datos han sido utilizados de modo fraudulento o incluso usados por terceros con quienes no tenemos ningún contacto. Pero, ¿realmente no les hemos permitido hacerlo? En esta cláusula de un buscador de vuelos baratos y hoteles, tras aceptar los términos de uso del servicio, se lo estamos permitiendo expresamente:

«Tus datos serán tratados con la finalidad de gestionar tu registro y cuenta en XXXXX. El usuario, al consentir que sus contenidos sean compartidos con Facebook u otras redes sociales, o con las páginas locales de XXXXX en otros países, autoriza a que se cedan sus datos personales a terceros, con el objeto de tratar aquéllos que aparezcan indisolublemente relacionados con los contenidos cedidos».

Pero les damos consentimiento para mucho más… Como usuaria habitual de Twitter utilizo alguna de sus herramientas asociadas y siempre me quedo perpleja cuando solicitan permiso para “publicar tweets por mí” o “actualizar mi perfil”. Ya no sólo les interesa el acceso a nuestros datos, sino también suplantar nuestra personalidad cuando lo deseen:

A continuación relaciono algunas otras cláusulas que he encontrado en diferentes apps, y que implican la cesión de los derechos de nuestras fotografías, la renuncia a cualquier reclamación e incluso la asunción de deudas de nuestros hijos:

Estos son sólo algunos ejemplos. Ahora ya no me extraño cuando entro en una red social nueva y automáticamente me ofrece como posibles contactos a amigos, familiares y compañeros de trabajo. En algún momento dije sí…

Foto @-Jeffrey-, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0

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