En 2018, cuando la prestigiosa revista Time eligió a los personajes más influyentes del año el nombre Miquela Sousa sorprendió a muchos, y no por su inmensa cantidad de seguidores si no porque no era real.
Miquela Sousa, Lil Miquela o simplemente Miquela tiene más de tres millones de seguidores en Instagram y se define a sí misma como un robot de 19 años que vive en Los Angeles. Lo de robot es en serio.
Miquela es toda una estrella, ha modelado para Prada y Calvin Klein, ha estado en comerciales con la supermodelo Bella Hadid y la han entrevistado para mega eventos.
Una publicación de Lil Miquela puede superar fácilmente los 100.000 me gusta y sus vídeos pueden pasar el millón de visualizaciones. Nunca se cansa, nunca protesta, nunca va a tener problemas con su agente ni va a discutir con el staff. Es la estrella perfecta.
Y por supuesto como las estrellas perfectas no existen, Miquiela tampoco, es simplemente un producto diseñado por Brud, una empresa de robótica aplicada al marketing.
Miquela es, en términos simples, una influenciadora virtual.
Miquela no está sola
Los influenciadores digitales artificiales o virtuales, de los cuales Lil Miquela es apenas una abanderada, son el futuro y surgen de una generación criada entre videojuegos.
Para esta comunidad no es extraño establecer vínculos con personajes digitales como lo fueron Lara Croft o Chun Li. Los influenciadores virtuales fueron entonces una evolución de esta tendencia.
Además Miquela no está sola y comparte fama con otros personajes como Shudu, Margot y Zhi, tres supermodelos que se convirtieron en las representantes de la afamada casa francesa de moda Balmain.
Por cierto, Shudu fue la primera del trío y fue creada por el fotógrafo de moda Cameron-James Wilson, que usó todo su conocimiento en el nicho para crear su primera supermodelo virtual.
Pero la estrella más reciente de esta generación de influenciadores virtuales viene de China y se llama Ayayi.
Esta joven influencer ya es una estrella en su país de origen, una nación ya acostumbrada al uso de influenciadores artificiales, pero el realismo de su nueva estrella ha tomado a todos por sorpresa y puede marcar el futuro. Un mercado que se estima puede superar los 200 millones de dólares para 2023 y que apenas está empezando a sentirse.