Cómo gestionar las críticas para mejorar en el entorno laboral

Cómo gestionar las críticas

¿Un cañonazo en la línea de flotación de nuestra autoestima o una oportunidad para mejorar? La crítica está presente en la vida y aprender a encajarla puede dar sentido a la no siempre bien utilizada expresión de «crítica constructiva». En otras ocasiones, simplemente, hay que rechazarla por infundada.

Es incuestionable que el número de personas que activan sus mecanismos defensivos ante la crítica es mayor que las que las reciben con serenidad. Lo cierto es que no es sencillo reaccionar, si bien el modo en que se ha expresado esa opinión sobre nosotros va a condicionar en gran medida la reacción.

La crítica en el trabajo

La crítica es connatural a las relaciones humanas, pero la constante del compañero y del superior a buen seguro enturbiará las relaciones laborales. Y es que en pocos entornos sociales como el del trabajo, la crítica está más presente.

Durante siglos, la crítica de autoridad, la de un superior con mayor conocimiento y experiencia, se valoró como una de las principales herramientas de aprendizaje y motivación del subordinado. Pero hoy no sucede lo mismo.

La moderna psicología parece inclinarse más por todo lo contrario. Un estudio realizado por las universidades de Harvard y de Carolina del Norte durante cuatro años en una empresa, concluyó que la crítica negativa apuntala al trabajador en su identidad personal y profesional, bloqueando su capacidad de mejora, sobre todo cuando se prolonga en el tiempo. 

Aprender a criticar

Sin embargo, parece evidente que todo el mundo tiene derecho a expresar sus opiniones para tratar de mejorar o superar situaciones de cierta tensión. Por eso es tan importante aprender a criticar bien.

La crítica que nace de la honestidad, que no descalifica a las personas para centrarse en determinados comportamientos o actitudes, puede resultar productiva. Pero además, debe enfocarse en temas concretos sin recrearse en los detalles y, sobre todo, ser objetiva, basarse en algo realmente sucedido. Por último, debe verbalizarse de forma empática y nunca reiterada en el tiempo.  

Cómo reaccionar ante una crítica

Pero la crítica es cosa de dos y, con independencia de cómo se exprese, siempre impacta en el destinatario. Para canalizarlo de la mejor manera posible, ya sea para ignorarla o aprovecharla, hay que aprender a gestionarla. 

1. Analiza con objetividad antes de dar respuesta

Toma el control de la situación

Dicho en román paladino, no permitas que te saquen de tus casillas. Enojarte e incitar a que levantes la voz, son los objetivos de la crítica más malintencionada y, ante ese ataque, lo más inteligente es actuar con cautela, destensando la situación.  

La actitud más adecuada es escuchar sin interrumpir, porque escuchar no significa dar la razón. Mientras, busca en tu interior las emociones que se están movilizando para tomar el control sobre ellas. Eso debe servirte para tener una primera actitud, quizá un gesto de incomprensión como respuesta, algo que no vaya a condicionar tus siguientes acciones y comentarios.

Identifica el objetivo de la crítica

La norma dice que, por defecto, debemos entender estos comentarios como una crítica constructiva. Eso no significa que tengamos que convertirnos en un blanco fácil del criticón, sino en alguien menos visceral que trata de actuar con objetividad y respeto.

Lo importante es saber si la finalidad es hacernos daño o intentar abordar un problema con tranquilidad… y no es nada fácil. Eso implica abandonar de partida posturas autodefensivas agresivas y, sobre todo, bajarnos del pedestal de la autoestima para seguir avanzando en el proceso de respuesta.

Qué hay de cierto en el comentario

La crítica que da en la diana es más dolorosa: aquella que evidencia algo que ya conocemos (aun cuando nos lo ocultamos a nosotros mismos), como un error puntual o de comportamiento general asociado a nuestra persona.

En estos supuestos, con independencia de que la crítica pretenda invitarnos a la reflexión o hacernos daño, es muy importante mostrar mano izquierda. Para ello, debemos aprender a leer entre líneas y, por el momento, alejarnos de los sentimientos que nos provoca quien nos ha criticado. 

Las personas que saben quitar hierro, incluso bromear con el asunto, sobrellevan mejor esta situación: mostrando empatía con quien crítica, cuando es evidente que es cierta y bienintencionada, o escabullendo un enfrentamiento directo con evasivas, cuando su finalidad es herirnos o mostrar una vulnerabilidad en público.

2. Una respuesta adecuada a cada crítica

La crítica puede ser el principio de la solución

Si hemos concluido que la crítica tiene mucho de verdad y su objetivo es ayudar, es hora de relajar las posturas defensivas. Esto será más fácil si con anterioridad no hemos reaccionado con exabruptos o de forma descontrolada.

La información que nos han dado puede servir para mejorar. Conviene reconocer con honestidad el error o debilidad e incluso pedir consejo. Saber cómo hubiera actuado él o ella, puede convertirse en un buen aprendizaje. Además servirá para reconstruir puentes de confianza en la relación profesional.

Y una vez asumido, hay que recordar que nuestras capacidades van mucho más allá de ese hecho puntual. Explica que vas a trabajar para mejorar, pero que entienda, por supuesto, que sigue contando con tu confianza.

Rebélate ante la crítica injusta  

Por el contrario, si el análisis lleva a pensar que la crítica no es cierta, es injusta, e incluso mentira, también hay que saber cómo actuar. El objetivo, en este caso, es impedir que se convierta en un rumor que cuestione nuestra reputación.   

La clave, una vez más, es no actuar con precipitación. Si el objetivo es devaluarnos como profesional y las formas no son cordiales (sin duda, el peor escenario), se debe mantener el contacto visual y exigir que se dirijan en términos respetuosos. Y en segundo lugar, desmontar la crítica sin entrar en exceso de detalles ni ataques personales.

Si incluso así la conversación no transcurre por los cauces deseables, lo que no es habitual en el entorno laboral, hay que evitar el enfrentamiento. Una de las mejores opciones es anunciar que abandonamos la sala y emplazarle a tratar con más tranquilidad la crítica a él y todos los presentes, cuando se tranquilice.

Si además piensas que esa persona no va a cesar en su actitud, levanta un cordón sanitario. Reduce al máximo la interacción con ella y trata de que sus actitudes y comentarios tengan el menor efecto sobre tu comportamiento. En la medida en que vea que no tiene efecto, es posible que busque una nueva víctima, porque una persona tóxica difícilmente cambia de actitud.

Foto de Icons8 Team en Unsplash

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