Una de las primeras empresas que monté fue de organización de eventos. Es un negocio muy dependiente de la persona que lo lleva, porque cada evento es diferente, se tienen que tomar decisiones el mismo día de celebración, se suele contar con mucho personal temporal externo, muchas veces poco profesional, con el condicionante adicional de que muchos eventos son en fin de semana, con lo cual tu vida personal suele verse afectada.
Intenté de todo, tener personal de reserva para incidencias, controlar los riesgos al máximo, hacer buenos contratos incluyendo penalizaciones, pero al final siempre ocurría algo, por lo que tocaba “pringar”. Tras haber dedicado casi tres años a dirigirlo, decidí que no quería llevar algo donde yo fuera una pieza imprescindible, quería montar negocios que funcionaran independientemente de mí, así que puse al frente a una persona que llevaba conmigo más tiempo. Sin duda era un gran gestor, pero no tenía cualidades para ser una persona de confianza, un número dos en la empresa, así que al poco vino la crisis y tuvimos que cerrar un año más tarde.
Esta situación seguro que es común a muchas empresas, en las que se depende tanto de nosotros (o eso pensamos), que nos esclavizan, cuando debería ser justo al revés. Dediqué mucho tiempo a intentar resolver este asunto, hasta que un amigo que hizo un curso avanzado de gestión de empresas en Harvard, me comentó que una de las cosas que más le impresionó fue cuando le dijeron: “¿No tienes un número dos?, pues en cuanto vuelvas lo primero que tienes que hace es encontrar una persona de confianza para tu negocio».
Le habían explicado la importancia de tener un segundo a bordo de plena confianza en cualquier empresa, alguien que te pueda sustituir en cualquier momento. Esto, que puede parecer muy obvio, ni es sencillo ni todo el mundo lo tiene en cuenta. Para empezar, hay que entender bien qué es realmente una persona de confianza, en mi caso lo descubrí por propia experiencia, cuando montamos Bubok. El equipo promotor del proyecto se componía de cuatro personas y aunque yo tuviera más porcentaje y fuera el CEO, todos sentíamos el proyecto como algo nuestro por igual. Esto que parece fácil de decir, se mostró tras sufrir yo un accidente de moto, hace justo siete años, con el que me vi forzado a dar un paso atrás al estar más de seis meses de baja.
Creo que una persona de confianza no se puede pagar con dinero (como decía aquel anuncio) y que también es independiente de que tenga acciones de la compañía. Tengo un amigo que tiene el 15% de la sociedad donde trabaja y siempre le he oído hablar como un mero empleado, como si la compañía le fuera algo ajeno. También he tenido en alguna empresa a personas de confianza que no querían ni hablar de acciones, sino que preferían un buen salario y llevaban el negocio como si fuera suyo.
Pienso que es esa precisamente la principal característica de una persona de confianza, es alguien que vive la empresa tanto como nosotros. Por tanto, si encuentras a esa persona, seguro que serás lo suficientemente inteligente para retenerle y ofrecerle aquello que le pueda interesar.
En las grandes compañías tenemos numerosos ejemplos, como el de Pablo Isla para Amancio Ortega en Inditex.
Y tú, ¿tienes una persona de confianza?
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