Vamos hacia nuevas organizaciones que deben estar en una continua transformación para permitir afrontar cambios rápidos en una sociedad red, en una nueva economía.
Las comunidades son las nuevas formas organizativas que dan forma a las nuevas organizaciones del siglo XXI, porque sitúan a las personas y sus ideas como motores del cambio, como los protagonistas de la inteligencia colectiva y de la innovación.
Para muchos son las comunidades de práctica las que permiten la inteligencia colectiva, al desarrollar un conocimiento especializado compartido sobre experiencias prácticas.
Para otros, el aprendizaje colectivo es insuficiente y para que la inteligencia colectiva tenga relevancia requiere asegurar la implantación de las ideas mediante mecanismos organizativos denominados comunidades de innovación, las verdaderas protagonistas de la organizaciones 2.0.
Las comunidades de práctica y la inteligencia colectiva
Las comunidades de práctica son habitualmente grupos virtuales constituidos con el objetivo de aprender. Estos grupos comparten experiencias e intereses comunes y desarrollan y profundizan en su conocimiento especializado, basándose en la reflexión compartida sobre experiencias prácticas a través de una interacción continua que fortalece sus relaciones y reflexiones.
En los comienzos del siglo XXI sabemos que debemos aprender más pero sobre todo que ya no aprendemos igual. El nuevo aprendizaje de los nuevos entornos tecnológicos virtuales de las comunidades de práctica es un aprendizaje colectivo entre pares, donde todos somos aprendices y maestros, donde se estimula el conectivismo, la capacidad de enlazar ideas y personas fruto de la experiencia, donde el resultado del aprendizaje no es planeado, pero es transformador.
Hemos utilizado durante años las comunidades de práctica como herramientas de gestión del cambio, en la medida que estimulan la creatividad y la innovación personal y colectiva. El aprendizaje práctico basado en nuestra experiencia nos transforma personalmente, cambia nuestras percepciones sobre los problemas y potencia nuestra capacidad para enfrentarnos a ellos, movilizando nuestro talento gracias a la inteligencia colectiva que se desarrolla en la comunidad.
En las comunidades de práctica la inteligencia colectiva impacta a la organización desde una perspectiva cultural, en la medida que impacta a las personas; al transformar personas, transforma la organización.
Las comunidades de práctica devienen insuficientes para innovar
Las comunidades de práctica permiten construir conocimiento y a su vez multiplicarlo. El aprendizaje se concibe como un proceso de participación y construcción social mediante interacciones sociales. ¿Pero construyen innovación? La respuesta podría ser afirmativa, pues es muy probable que las personas que participan modifiquen sus conductas y formas de hacer y a esto se le puede denominar innovación difusa.
Pero para las organizaciones que buscan objetivos de innovación organizativos, parametrizados y sistematizados, las comunidades de práctica devienen insuficientes.
Las comunidades de práctica no tienen la voluntad de establecer nuevos procedimientos que sean “formalizados” y que supongan cambios organizativos de “obligado” cumplimiento para los miembros de la comunidad o para otros colectivos que comparten los problemas pero que no han compartido la comunidad.
Las comunidades de práctica no son tanto herramientas organizativas para la búsqueda de soluciones, sino herramientas organizativas de aprendizaje y de cambio cultural.
La inteligencia colectiva a menudo es aprovechada de forma diferencial por sus componentes, algunos pueden cambiar muchos de sus comportamientos, otros poco o nada. Las comunidades de práctica son comunidades de “pares” no construidas para tener repercusiones “estables y procedimentadas” en la organización.
Para muchos las comunidades de práctica desaprovechan la inteligencia colectiva, pues este conocimiento no se traduce en consecuence management, en nuevas formas de gestión formalizadas que supongan cambios organizativos.
Las comunidades de innovación son para innovar (y aprender)
Las comunidades de innovación son grupos virtuales constituidos con el objetivo de innovar. Comparten objetivos comunes de mejora e innovación basada en su experiencia y en el conocimiento especializado de sus integrantes, comparten ideas con la voluntad de conseguir mejoras organizativas, mejoras que ellos pueden percibir en su día a día, pero que creen que pueden ser aplicables a la organización de forma sistematizada.
En estas comunidades también se aprende, pues la reflexión, la toma de decisiones y su posterior análisis pueden provocar un mayor aprendizaje que las comunidades de práctica, aunque el aprendizaje no sea su objetivo.
Aunque la estructura de la discusión suele ser entre pares, estas comunidades tienen comités y responsables cuyo objetivo es, por una parte, priorizar y obtener conclusiones para lograr mejoras o propuestas innovadoras y, por la otra, trasladar estas conclusiones fuera de la comunidad para su aprobación.
Estas estructuras cuentan con objetivos temporales más estrictos y con procedimientos que suelen ser más estructurados que las comunidades de práctica. Aunque algunas comunidades de práctica también pueden poseer roles que buscan estructurar la información, su objetivo no es innovar, no es el cambio organizativo.
A menudo también se utilizan estas comunidades de innovación como seguimiento de proyectos innovadores de los que se requiere feedback para su diseño, implantación y ajuste. La inteligencia colectiva no solo está al servicio de la creatividad, sino también de la implantación. Por esta razón, las comunidades de innovación serán las estructuras organizativas que más se utilizarán para innovar, el principal reto de las empresas del siglo XXI.
Foto @JD Hancock, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0