Reconozco que me encanta aprender de los grandes empresarios, sus historias nos ilustran e iluminan nuestros pasos, ya que casi todos empezaron teniendo solamente una idea. Por eso quiero hablar hoy de una de las mejores decisiones de negocio de todos los tiempos. Detrás de ella está Henry Ford.
Cuando hablamos de él, nos suelen venir a la cabeza las cadenas de producción, llenas de trabajadores poco cualificados haciendo las mismas tareas sencillas, pero solemos desconocer la gran decisión empresarial que hizo que despegara la compañía: duplicar el salario de sus trabajadores.
Comienzos difíciles
Ford Motor Company se fundó en 1903 y como cualquier pyme tuvo unos comienzos duros. En 1908 solo tenía 450 empleados y producía 10.607 automóviles. Fue en el periodo de 1908-1914 cuando se introdujo el proceso de producción en cadena para la fabricación del famoso Ford T.
Se buscó que el trabajador tuviera que moverse lo mínimo posible y se diseñó todo conforme a ello. Eso fue lo que permitió que la producción aumentara exponencialmente. En 1913, el número de trabajadores había crecido hasta los 14.000 y la producción a 248.307 automóviles.
Pero había un problema, tenían una rotación anual del 370%, lo que significó que ese año tuvieran que contratar a 50.448 personas, lo que fue muy complicado, porque no había apenas trabajadores en Michigan. Además, sufrían una tasa de absentismo diario del 10%, por las malas condiciones laborales. Todo esto provocaba un estrangulamiento de la compañía, que estaba a punto de morir por el éxito provocado por la cadena de producción.
Una rueda de prensa histórica
Gracias a la idea de su consejero, James Couzens, Ford tomó una decisión radical. El 5 de enero de 1914, Ford y Couzens convocaron una rueda de prensa en Highland Park. En primer lugar, anunciaron que se reducirían las horas de trabajo diarias de nueve a ocho. Segundo, la compañía implementaría tres turnos diarios, en lugar de los dos turnos que tenía hasta entonces, ofreciendo nuevos puestos de trabajo. Pero, lo más importante fue el tercer anuncio: Ford doblaría la remuneración diaria de sus trabajadores de la planta de montaje de su modelo T en Dearborn, Michigan, llegando a 5 dólares diarios.
Lógicamente, todo ello con algunas condiciones, como que permanecieran al menos 6 meses en la empresa, lo cual suponía invertir 10 millones de dólares al año para mejorar la productividad y la vida de sus trabajadores. La noticia se difundió rápidamente más allá de South Michigan y al día siguiente había grandes colas en sus plantas, y se recibieron 12.000 solicitudes de empleo más 14.000 por correo.
En 1914, la tasa de absentismo se redujo al 2,5 %, la tasa de rotación disminuyó hasta el 54% y en 1915 hasta el 16%. Además, la productividad aumentó entre el 40-70 % por trabajador y los beneficios crecieron un 20%. Así que resulto que aquello que el periódico New York Evening Post tituló como “Un acto magnífico de generosidad” resultó ser una excelente inversión.
Beneficios también para los clientes
Esto se tradujo también en beneficios para los clientes: entre 1910 y 1919, Henry Ford bajó el precio del Modelo T de 800$ a 350$, lo cual le posicionó como el fabricante número uno de automóviles del mundo, haciéndole billonario. De forma añadida, los trabajadores de la fábrica con el salario duplicado pudieron comprar los productos que producían. Ello desató una revolución en el consumo, que repercutió en toda la economía de EE.UU.
Ford continuó con esa política y en 1920 subió a 6 dólares la remuneración diaria de sus empleados.
Por todo lo anterior se entiende que Henry Ford dijera:
Es una de las mejores medidas que hemos tomado nunca para reducir costes
Si quieres profundizar más en el tema, te recomiendo leer el documento en inglés «Did Henry Ford Pay Efficiency Wages?», de Daniel M. G. Raff y Lawrence H. Summers (1987).
Foto: Pixabay