La unión hace la fuerza. Mejora el clima laboral y, por ende, incrementa la productividad. Un equipo unido aumenta el nivel de compromiso. Y una plantilla comprometida optimiza el rendimiento de cada empleado. Pero para que un grupo de personas consiga unos resultados favorables para todos es imprescindible que se convierta en equipo.
El proceso de transformación de grupo en equipo requiere unos indicadores que sean pactados entre todos. ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde queremos ir? ¿Estamos seguros de que queremos llegar? Pese a que sea la dirección de la empresa la que dictamine los objetivos, el equipo de empleados necesita estar completamente cohesionado, por lo que resulta conveniente tener una visión conjunta, no individual, para conocer el camino necesario, así como los indicadores que corroboren que estamos recorriendo ese camino, y midan el granito de arena que aporta cada uno.
Maria Manzano, socia fundadora de Lider-haz-Go!, asevera que la productividad de una pyme aumenta en caso de tener un equipo unido. De hecho, en su trabajo como coach de equipos, confiesa haber tenido el privilegio de ver cómo estas plantillas conseguían, y superaban, objetivos de ventas que parecían imposibles. “Y no sólo lograban el 100%, sino que llegaban al 125%. Siempre se mejoran los resultados anteriores”, apostilla.
Algunos se cuentan sus líos matrimoniales, otros hablan sin tapujos sobre sus aventuras nocturnas. Hay quienes salen juntos de copas o quienes quedan con bastante asiduidad para echar una partida de pádel. Entonces, ¿compañeros o amigos? Manzano considera que no es un tema de relación personal, pero que si cada uno de los trabajadores conoce lo que puede ganar y lo que está en riesgo dependiendo de lo que pase con el proyecto y cada persona entiende cómo afecta a sus intereses el éxito común, todo el mundo lo buscará, “porque está alineado con sus propios intereses”.
En su trabajo diario, la socia fundadora de Lider-haz-Go! ha podido presenciar cómo se generaba la confianza, y al comprender la manera en la que cada uno aporta cosas diferentes al proyecto común, gracias precisamente a las diferencias entre unos y otros, el respeto se convertía en algo natural. Y agrega que esto no implica necesariamente establecer una relación personal, pero sí tener una relación laboral diferente.
La cooperación y la corresponsabilidad constituyen la fuerza de las empresas, para lo que se necesita, de forma irrefutable, una visión compartida y una estrecha comunicación. Aunque a veces la palabra unión incite a pensar en uniformidad, “para que haya equipo, debe haber diversidad”.
Más allá de aumentar la productividad y mejorar las cifras de negocio, las plantillas unidas son más ingeniosas y creativas. Además, se sienten mucho más felices en sus puestos de trabajo. Manzano recuerda que un grupo que va constituyéndose en equipo va creciendo con un proyecto, con unos indicadores de progreso, con respeto a la tarea de cada uno. Y es que si para cosechar éxito todos los empleados son indispensables, para fracasar tan solo hace falta que uno meta la pata.
Envidias, celos, reproches, trapos sucios… También hay compañeros que ni tan siquiera se dan los buenos días. La relación entre los empleados de algunas empresas resulta nefasta, lo que podría significar el cierre del negocio. Bajo el supuesto de que los trabajadores no se lleven bien entre ellos, habrá más boicoteadores que colaboradores con el éxito, porque se estará más pendiente del fallo ajeno que de la necesaria ayuda. Por eso, reitera Manzano, “el primer paso para hacer equipo es que cada uno entienda qué gana y qué papel tiene en el éxito del proyecto común”.
Estrategia de equipo
Puede establecerse un día a la semana, o al mes, para salir juntos de cañas. Jugarse quién las pagará en una competición deportiva donde participen todos los empleados e incluso organizar algún tipo de concurso a través de la página corporativa. Sin embargo, Manzano elabora la siguiente lista para mejorar la relación entre los trabajadores de una empresa:
- Pactar la visión del objetivo, hablar de qué queremos conseguir, y analizar los beneficios que tendría tanto para el equipo como para las personas la consecución de las metas previstas.
- Analizar cuál es el punto de partida, cuáles son los hechos que nos indican lo que tenemos y lo que nos falta para cosechar el éxito.
- Diferenciar los hechos de las creencias. De estas, hay que quedarse con las que faciliten el quehacer diario y trabajar las que lo dificulten. “Al fin y al cabo son creencias, no realidades”.
- Ver qué cosas podemos hacer diferentes a las que estamos haciendo para incorporar mejoras. Así, se podrán conocer qué acciones deben continuar realizándose y cuáles deberían abandonarse.
- Comprometerse con un plan de acción, individual y del equipo, que certificará si las acciones que se están acometiendo nos acercan al objetivo marcado.
- Fomentar la conversación entre los empleados. Para ello, resulta conveniente reservar espacios propicios para conversar, escuchar y compartir las distintas visiones de cada etapa del proyecto. Y es que del intercambio surge la creatividad y la innovación. Y ahí está también el aprendizaje, tan necesario para crecer. En definitiva, Manzano insta a salir de la zona de confort, “porque lo que no se mueve se muere”.
- Organizar eventos sociales, de ocio y deportivos. Pero estas actividades no pueden ser impuestas, por lo que deben participar únicamente los que quieran hacerlo. Aun así, “generan espíritu colectivo y son muy beneficiosas”.
- Celebrar cada avance, cada paso consolidado, cada aprendizaje… La socia fundadora de Lider-haz-Go! sostiene que la vida es un proceso y que si como grupo vamos reconociendo el avance que nos está llevando a crecer como equipo en función de los indicadores pactados, el éxito está asegurado. “Los individuos, creativos y constructores, ya quieren formar parte de organizaciones basadas en la cooperación. Sólo este tipo de empresas retendrán a los mejores”, sentencia.
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