La reducción de las desigualdades y la inserción de los colectivos más vulnerables han de ser dos de los principales objetivos del desarrollo tecnológico, adolecido aún de bastantes asignaturas pendientes para lograr una sociedad digital inclusiva, que debe prestar especial atención a las personas con discapacidad.
El cierre de este tipo de brechas debería ser una prioridad para todos los agentes socioeconómicos, tal y como apunta el Informe Sociedad Digital en España 2022, elaborado por la Fundación Telefónica.
Según este estudio, gran parte de los esfuerzos se han focalizado en la eliminación de la brecha de acceso, con buenos resultados hasta la fecha, pero faltan políticas públicas que ayuden a disminuir la brecha de capacitación, para que la digitalización no excluya a nadie.
Tampoco, por supuesto, a las personas con discapacidad, que suelen ser más vulnerables.
Según Virginia Carcedo, secretaria general y directora de Transformación y Excelencia de Fundación ONCE, la inclusión digital es especialmente importante por las infinitas posibilidades que conlleva en un mercado laboral donde la tasa de actividad de las personas con discapacidad es inferior y la de desempleo, superior.
1.000 millones de personas tienen discapacidad
Se estima que unos 1.000 millones de personas, en torno al 15% de la población mundial, tienen alguna discapacidad. Y para garantizar su inclusión digital aún deben superarse importantes retos, relacionados principalmente con la accesibilidad y la alfabetización, sin dejar de lado las actuaciones en materia de sensibilización y empoderamiento.
En este punto, Carcedo destaca la labor de la Fundación ONCE e Inserta Empleo (su entidad para la formación y el empleo de las personas con discapacidad), que aportan su granito de arena a la inclusión digital, con programas específicos y permanentes de formación para estas personas.
Competencias digitales
En concreto, ofrecen formación en competencias digitales para favorecer su inclusión en profesiones con alta demanda y multiplicar sus perspectivas profesionales. También en programas de becas de formación individual para realizar acciones formativas en el ámbito tecnológico y digital. O becas para hacer prácticas académicas externas remuneradas, y el Programa Radia, de formación en tecnologías digitales, que pretende mejorar la empleabilidad de mujeres con discapacidad en entornos de trabajo digital.
“Todas las entidades que perseguimos la mejora de vida de las personas con discapacidad y sus familias debemos seguir trabajando de la mano, para que un día su inclusión social y laboral sea una realidad, y para ello, su inclusión digital es indispensable”.
Carcedo afirma que las TIC permiten o facilitan el acceso a miles de oportunidades informativas, laborales o de ocio y, por ello, son fundamentales en la sociedad actual y que su uso debe ser independiente de la condición de cada persona.
“La sociedad digital debe ser inclusiva, para conseguir que determinados colectivos vulnerables, como el de personas mayores o de menor poder adquisitivo o con discapacidades motrices, intelectuales o audiovisuales no se queden fuera de un mundo que ofrece infinitas posibilidades”.
Cuatro áreas de trabajo para lograr la inclusión digital
Virginia Carcedo recuerda que 4 de cada 10 personas continúan sin acceso al mundo digital. Y asegura que para lograr su inclusión, hay que trabajar en distintas vertientes:
- Acceso a las TIC, garantizando infraestructuras, precios asequibles y facilidad de uso.
- Tecnologías que facilitan el acceso a las personas con discapacidad que, de otro modo, no podrían utilizarlas.
- Alfabetización digital, incluyendo la formación en TIC en la educación básica y en el aprendizaje continuo de las personas.
- Poner el foco en los sectores más desfavorecidos de la sociedad con programas específicos que les ayuden a incorporarse al mundo digital.
En este punto, señala que aunque garantizar el acceso a Internet sea relevante, la brecha permanece si no se dispone de la formación y las competencias digitales adecuadas para sacarle partido. “Esto es de especial importancia para las personas de la tercera edad o con discapacidad intelectual”, agrega.
Colectivos más vulnerables
Resulta evidente que las personas más vulnerables son las que más sufren la brecha digital. Y en líneas generales, las mujeres, los mayores, las minorías raciales y étnicas, las personas con discapacidad, las poblaciones rurales y las de baja condición socioeconómica son las más desfavorecidas.
Por lo tanto, “es imprescindible que la sociedad digital sea inclusiva, ya que el acceso a Internet y a sus servicios asociados influye positivamente en el desarrollo de las sociedades, desde el crecimiento económico hasta el empoderamiento de personas y de comunidades desfavorecidas”.
Ventajas de ser un ciudadano digital
Finalmente, Carcedo enumera las principales ventajas de ser un ciudadano digital:
- Más oportunidades laborales: en un mundo conectado, los perfiles digitales, como programadores y analistas de datos, están muy demandados. Además, el acceso a las plataformas de networking hace más sencillo conseguir un empleo o financiar un proyecto.
- Más oportunidades educativas: el acceso a Internet abre un universo de posibilidades para la formación, desde los nanogrados (cursos mayoritariamente online centrados en habilidades digitales) al mobile learning, que permite aprender desde un smartphone, o el acceso a videojuegos educativos.
- Más alternativas de ocio: el cine, las series, la música y otras manifestaciones culturales y de entretenimiento son mucho más accesibles gracias a Internet, algo que tiene una influencia positiva tanto desde el punto de vista social como educativo.
- Mayor aprovechamiento del tiempo, lo que redunda en un aumento de la productividad, ya que multitud de tareas pueden realizarse de modo remoto y con mayor celeridad. Esto cobra especial relevancia en el caso de sociedades rurales deslocalizadas o en el de personas con discapacidad motriz severa.
- Más información: el acceso a medios de comunicación digitales y a repositorios de contenido compartido contribuye a una mejor educación de la ciudadanía, a la vez que enriquece la vida social y política de un país.
- Mayor protección contra los delitos digitales: la alfabetización digital proporciona más conocimiento del entorno de Internet y hace menos probable que las personas sean víctimas de estafas virtuales.
Afortunadamente, “distintas organizaciones nacionales e internacionales están trabajando para reducir la brecha digital y favorecer la inclusión, pero aún queda mucho por hacer”, concluye Carcedo.
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