¿Cómo convencerás a mi frigorífico de que tu marca es la mejor para mí? Esta podría ser una pregunta con la que nos planteemos la disrupción tecnológica en un sitio común en nuestras vidas, nuestra casa.
Durante las últimas décadas, el salón de nuestra casa ha sido el lugar en el que se tomaban las decisiones de compra, influidas de forma habitual por los medios de comunicación masivos.
Desde hace unos años, los dispositivos móviles (liderados por el smartphone) ocuparon este lugar de decisión y ya no se establecía el dónde, sino el quién y el cuándo.
En el artículo anterior, reflejábamos cómo el Internet de las cosas pasaría a ser el “Internet del todo”, y dentro de ese todo estarán, desde luego, nuestros hogares.
Piensa por un momento en tu domicilio: ¿qué aparatos podrían ser conectados a la red? ¿Cuántos podrían tomar decisiones de forma autónoma por ti?
Si la inteligencia artificial está llegando a múltiples dispositivos, ¿por qué no a los electrodomésticos o equipos electrónicos habituales en el hogar?
Los puntos de contacto (touchpoints, en su acepción inglesa) en este momento permiten ya que nuestros hogares sean más que un espacio de influencia, un espacio de decisión directa de compra.
A los ya conocidos, desde hace unos meses, se suma una segunda ola que tiene en las televisiones y los relojes inteligentes sus máximos exponentes.
El tercer nivel en la hiperconectividad será liderado por los asistentes virtuales. Las grandes compañías tecnológicas ya están comercializando este tipo de ayudantes (de momento bajo el formato de voz), que permiten gestionar:
- Iluminación, temperatura o climatización de la casa. También se han desarrollado interruptores inalámbricos.
- Seguridad, a través de cámaras incorporadas, sensores de movimiento, etc.
- Contenidos multimedia: música, búsqueda de productos, etc.
En el siguiente nivel entrarán ya el resto de elementos con potencial de conexión, impulsados sobre todo por los frigoríficos (identificación de productos, creación de alertas por caducidad o falta de algún producto específico, conexión con nuestros proveedores habituales, etc.) y las lavadoras, con especial interés en la gestión energética. Podríamos encontrar otros elementos como espejos (que funcionarían como pantallas táctiles), enchufes, routers, etc.
Es fácil adivinar que nuestro hogar también se terminará convirtiendo en un ecosistema, por ello ya trabajan en estos desarrollos compañías de telecomunicaciones, empresas tecnológicas (tanto grandes como startups especializadas), empresas industriales y aquellas relacionadas con la ciberseguridad.
Así, las grandes empresas tecnológicas cuentan ya con varias patentes de inteligencia artificial, dispositivos virtuales de asistencia o sistemas de gestión energética.
Las tecnologías exponenciales de las que tanto se está hablando (las API, blockchain, machine learning, etc.) tendrán un papel destacado a la hora de conectar todos estos dispositivos (considerando nuestro coche como elemento agregado en esta conexión).
Retos frente al Internet de las cosas
El primer reto será analizar cómo se integran los diferentes programas de software y cómo “hablan” entre ellos, cuando el consumidor contrate dispositivos y sistemas de diferentes compañías y quiera unificarlos todos en un mismo punto.
Y derivado de lo anterior, la seguridad. Debemos ser conscientes de que el riesgo cero no existe, y de que, como está ocurriendo en otros ecosistemas, la seguridad es el principal freno para que los usuarios adoptemos determinadas tecnologías, como sucede en el sector de los pagos móviles, por ejemplo.
Aunque parezca que la transformación solo vendrá de la mano de las grandes empresas, el segundo reto implica una oportunidad estratégica para las empresas medianas, las tiendas de barrio y los negocios locales. Se abren muchas alternativas para conectar de nuevo con los consumidores, acostumbrados ya a la compra online de muchos productos.
El tercer reto se centrará en la experiencia de cliente. Beneficios en forma de comodidad, ahorro en costes o eficiencia serán los impulsores de los nuevos formatos. La complejidad en esta interrelación múltiple tendrá que ser auspiciada por la simplicidad de uso, la gestión en tiempo real y la adecuación a las necesidades específicas.
Esto supone un verdadero cambio de paradigma para todas las compañías que están trabajando en este nuevo ecosistema, con el objetivo de estar presentes en nuestra mente… y también en la de nuestro frigorífico inteligente.