Comercio de proximidad, un sector clave para la recuperación económica

Comercio de proximidad

Fruterías, carnicerías, farmacias, ultramarinos, tiendas de alimentación, mercados y en general todos esos pequeños establecimientos que podemos encontrar en cualquier barrio constituyen el alma de las ciudades y de los pueblos.

Es el llamado comercio de proximidad, ese mismo que está amenazado desde hace años por las grandes superficies. Esas mismas tiendas de tu calle que seguramente conoces desde hace media vida o una vida entera.

Esos establecimientos que has visto evolucionar, pasar de padres a hijos o, en el peor de los casos, echar el cierre por no haber podido hacer frente a las nuevas tendencias de consumo, que benefician a las grandes superficies y a los gigantes del eCommerce.

Pues bien, esas pequeñas tiendas son un sector estratégico para la recuperación de la economía española y un gran estímulo para la economía local.

Según diversos estudios, el dinero que gastas en las tiendas de barrio revierte hasta tres veces más en la sociedad que el dinero gastado en grandes superficies.

Oportunidades para el comercio de proximidad

La crisis actual está afectando a todos los ámbitos y sectores, pero para una pequeña tienda con recursos limitados, los efectos son todavía más devastadores.

Sin embargo, el comercio de proximidad ahora tiene una gran oportunidad. La limitación de movimientos, la búsqueda de espacios no masificados y la necesidad de evitar largas colas ha provocado que muchos consumidores se decanten e incluso redescubran esas tiendas que conocen de siempre, porque han pasado por delante de sus puertas y escaparates miles de veces.

Durante el confinamiento y la desescalada, un 63% de los consumidores ha confiado en el pequeño comercio, por ser el formato que ofrece una mayor seguridad.

Por qué apostar por las tiendas de barrio

Las ventajas son muchas: atención personalizada, sostenibilidad, fomento de la producción y la economía local, etc.

Durante esta crisis muchos han redescubierto los grandes beneficios de las tiendas del barrio. Ahora se valoran cada vez más esos pequeños espacios que casi siempre tienen al frente a un “especialista”, que conoce a la perfección su negocio, ya sea de fruta, carne o pescado.

La cercanía que ofrece este tipo de comercio es una gran ventaja diferencial, algo con lo que las grandes superficies jamás podrán competir.

Esta crisis ha hecho que muchos descubran que hacer la compra mientras caminan por las calles de su barrio, disfrutando de ese aire libre del que nos hemos visto privados tanto tiempo durante el confinamiento, es una experiencia que nada tiene que ver con seleccionar productos en enormes estanterías de supermercado o hacer colas en grandes superficies.

Durante la crisis del coronavirus ha “despegado” un apoyo creciente al pequeño comercio, pero este respaldo no puede recaer solo en el tejado del consumidor, porque tal vez sea algo pasajero motivado por las circunstancias que vivimos.

Por ello, a nivel institucional y de las Administraciones Públicas, también debería materializarse ese apoyo a uno de los sectores más vulnerables, en el que muchos autónomos van a tener complicado remontar esta recesión, si no cuentan con ese impulso tan necesario.

El comercio de proximidad está integrado de forma mayoritaria por trabajadores autónomos. Este colectivo ha lanzado desde varias organizaciones distintas medidas para reactivar la economía, a través del plan «Apostar por el comercio de proximidad, apostar por el futuro».

Desde estas organizaciones se demanda que se impulse y se valore el comercio de proximidad como lo que es, un sector estratégico para la economía española.

La digitalización, una asignatura pendiente para el comercio de proximidad

El uso de la tecnología es su mayor debilidad, y con esta pandemia ha quedado patente.

El pequeño comercio no está digitalizado, lo que no le ha impedido “tirar de imaginación” encontrando alternativas para vender a distancia a través de WhatsApp o incluso incorporándose a aplicaciones y marketplaces.

Y si bien es cierto que esta crisis les pilló por sorpresa, muchos pequeños comercios decidieron poner en marcha distintas vías de comunicación con sus “clientes de siempre” e incluso hacer numerosas entregas a domicilio de forma desinteresada.

Ahora, el siguiente paso es reinventarse, incorporar herramientas digitales, abrir nuevos canales de venta y empezar a vender online, para adaptarse a los tiempos que vivimos sin perder su esencia y su ADN tradicional.

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