El desarrollo de aplicaciones móviles ha proliferado en los últimos años en todos los sectores profesionales. Apps para empresas de ocio, para empresas de restauración, para organizaciones que trabajan en telecomunicaciones, etc. Pero también han aparecido aplicaciones específicas para el sector público, unas instituciones que, a menudo, están un paso por detrás de la empresa privada a nivel tecnológico.
La realidad es que el consumidor o el cliente también es ciudadano, que no deja de ser el público objetivo de ayuntamientos, diputaciones o cabildos. ¿Y no merece la pena ofrecer a estos usuarios “municipales” nuevas soluciones? ¿Acaso las instituciones públicas no deben modernizarse y ofrecer una imagen innovadora y tecnológica?
El municipio madrileño de Boadilla del Monte, por ejemplo, ha desarrollado su propia aplicación móvil, que permitirá a cualquier persona que disponga de un teléfono inteligente o una tablet comunicar a los responsables del ayuntamiento, a través de una foto, cualquier incidencia o situación anómala que se produzca en el municipio. ¿Acaso esta idea no involucra más aún al ciudadano con su ciudad? ¿No le hace participar activamente de la mejora de sus calles y de su entorno más cercano?
Por supuesto, para que este tipo de aplicaciones tengan éxito, no se debe olvidar realizar una campaña de comunicación adecuada, para que todos los vecinos del municipio sean conscientes de que su ayuntamiento ha lanzado la iniciativa y poder alcanzar la masa crítica suficiente. Aunque las redes sociales sean instrumentos muy útiles para dar a conocer una app, no se deben olvidar otros canales más tradicionales, que pueden ser mucho más efectivos para llegar a un entorno local: prensa, radio, carteles… La clave será alcanzar un adecuado equilibrio entre comunicación online y offline, de modo que alcancemos la cobertura necesaria para que la aplicación no quede solamente en una propuesta prometedora.
Para que esta categoría de herramientas cale en la sociedad, es necesario que sea sencilla de usar, inmediata y útil, además de funcionar, al menos, en plataformas iOS y Android. Otra de las funcionalidades de las que la este tipo de apps podría hacer buen uso es el propio GPS del teléfono móvil, de modo que la fotografía que envíe el ciudadano lleve ya, de manera implícita, la información sobre la localización exacta del desperfecto o la anomalía detectada.
Para realizar el aviso, el usuario solamente tendría que seleccionar una categoría de equipamiento (aceras, alcantarillado, basuras, parques, alumbrado, riego, plagas de insectos, etc.), adjuntar una fotografía concreta sobre el desperfecto, así como las pertinentes observaciones, y el dispositivo detectará las coordenadas exactas en las que este se ubica, gracias a la geolocalización.
Pero si realmente deseamos que la app de la ciudad cubra todas las expectativas del usuario, no deberíamos olvidar incorporar los siguientes aspectos:
- Sección de actualidad. Aquí el ciudadano podrá conocer toda la actividad de su localidad y compartir las informaciones en las principales redes sociales (Twitter, Facebook).
- Agenda. En muchas ocasiones, las actividades que realizan las instituciones públicas locales no llegan a los usuarios. ¿No sería una agenda móvil un buen mecanismo para que nadie se pierda ningún evento?
- Directorio. En este apartado, un ayuntamiento podría incluir ubicaciones, direcciones y teléfonos de instituciones, entidades o establecimientos de interés para locales y turistas.
Otro buen ejemplo lo encontramos en el Ayuntamiento de Zaragoza, que ha habilitado tres nuevas aplicaciones móviles que, de forma gratuita, permiten que el usuario conozca en tiempo real las plazas disponibles de estacionamiento, los taxis libres y las rutas que se han de recorrer para alcanzar cualquier destino en la ciudad. ¿No son excelentes ideas que harían de las ciudades un mejor espacio de convivencia?
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