En una pyme las emociones son transparentes. Los empleados notan con suma facilidad si hay trabajo, si no llegan pedidos, si el dueño está preocupado; el comercial sabe cómo le reciben los clientes, los de siempre y los nuevos que trata de captar. Parte del trabajo del empresario radica en saber moverse en ese entramado emocional de sus empleados, más aún cuando el mercado habitual se ha convertido en una pared rocosa, donde rebotan los comportamientos profesionales de siempre. Y «lo de siempre» quizá no sirve.
Nos lo cuentan los tres socios de Alcor Consultores, una empresa de servicios profesionales para grandes y medianas cuentas. Orientan a los directivos y empleados para que la comunicación y el clima laboral contribuyan a los resultados. Su propia experiencia como pyme nos sirve de mucho. Han reenfocado su acción comercial y de marketing, creando foros donde encontrarse de frente con los clientes actuales y potenciales, elaboran una newsletter, realizan estudios comparativos (benchmarking) que sirvan para tomar decisiones sin zonas de ambigüedad. Y han incorporado nuevos servicios para grandes empresas como la implantación de planes de igualdad.
Y pese al panorama, saben que cuando la crisis termine, que terminará, deben contar con recursos sólidos, porque un consultor que ayuda e inspira confianza no es un perfil que se improvise en unos meses. En suma, innovan, a la vez que sostienen su mejor baza comercial: el trabajo bien hecho, la escucha y comprensión de las necesidades de sus clientes.