La diligencia hace con rapidez lo que la inteligencia ha pensado con calma. Baltasar Gracián
Llegó diciembre, el mes del ansiado y estresante cierre anual; el mes de las comidas de Navidad, de la ilusión (lotería), de las reuniones familiares, de hacer balance, de… y así podríamos seguir añadiendo actividades a este último mes del año.
Cabría también señalar que diciembre es el mes de la agenda. Todos empezamos ya a recibir agendas de diversos tipos y formatos con las que nos obsequian los proveedores, clientes y amigos.
Lo prioritario no es recibirla, sino lo que hacemos con ella. De nada vale que el primer día nos pongamos manos a la obra y rellenemos páginas y páginas de objetivos, reuniones, llamadas, si al final no somos fieles a ella.
Soy un firme defensor del uso de la agenda en papel u online, me es igual. Lo importante para mí es el uso que hago de ella, la organización a la que me obligo, cuando hago caso de sus anotaciones.
No soy el único beneficiario o perjudicado de sus anotaciones, todas las personas que dependen de mí, también lo son. Si yo «dinamito» mi agenda, se produce un efecto dominó en las personas que estén convocadas.
Cuida la agenda y cuidarás a tu equipo, maltrátala y estarás tirando por la borda la productividad de muchas personas.
Dicho lo anterior, ahora nos centraremos en 2018 y nuestras prioridades para este nuevo año.
Las prioridades de nuestra agenda para 2018
- El cliente. Es «el jefe», como diría Juan Roig. Su satisfacción es nuestra meta y no podemos dejar de pensar en cómo mejorarla día a día.
- Las personas. No somos nadie sin nuestro equipo. Cuidar de él es una de las responsabilidades de la dirección. Este año hemos empezado a ver cómo emergía la figura del Chief Happiness Officer (CHO). En román paladino es el responsable de la felicidad de la empresa. Si en ella se respira felicidad, los clientes lo percibirán y atenderemos mejor sus demandas.
- La transformación digital. No acaba nunca, es un círculo de aprendizaje continuo. Es preciso medir, analizar, implementar.
- La tecnología. ¿Qué nuevas tecnologías van a irrumpir? ¿Cómo puede verse afectado nuestro negocio? ¿Qué medidas podemos tomar de vigilancia tecnológica?
- Las ventas. ¿Tenemos ya marcados los objetivos comerciales del próximo año? ¿Son realistas, retadores, conseguibles?
- La competencia. Mira de reojo a la competencia todos los días. Monitoriza a tus competidores directos y vigila quién podría entrar en tu sector que a día de hoy no está.
- El entorno. Volatility (volatilidad), Uncertainly (incertidumbre), Complexity (complejidad) y Ambiguity (ambigüedad), eso es lo que nos espera, un entorno muy complicado donde las decisiones se toman cada vez más rápido, donde tenemos más información (datos), pero donde la probabilidad de errar es mayor, debido a que estamos inmersos en un «desarrollo en evolución» y lo que ello conlleva.
- La cuenta de resultados. La he puesto en último lugar, pero no por ello es menos importante. La mayor parte de las acciones que como directivos ejecutamos, impactan en ella. No olvidemos la cuenta o ella nos olvidara a nosotros y tendremos un grave problema.
Podría seguir enumerando puntos que debemos tener en cuenta en la agenda directiva del año venidero, pero recordé aquello de «lo bueno, si breve, dos veces bueno»…
Debemos hacer examen de conciencia o darnos un tiempo para reflexionar, pensar, innovar, divagar, pero a la vez reservarnos huecos en la agenda que nos permitan oxigenar la mente, o de lo contrario perderemos frescura y capacidad.
Sé el dueño de tu agenda y no una agenda con dueño.