La complicada agenda del directivo en 2018

La diligencia hace con rapidez lo que la inteligencia ha pensado con calma. Baltasar Gracián

 

Llegó diciembre, el mes del ansiado y estresante cierre anual; el mes de las comidas de Navidad, de la ilusión (lotería), de las reuniones familiares, de hacer balance, de… y así podríamos seguir añadiendo actividades a este último mes del año.

Cabría también señalar que diciembre es el mes de la agenda. Todos empezamos ya a recibir agendas de diversos tipos y formatos con las que nos obsequian los proveedores, clientes y amigos.

Lo prioritario no es recibirla, sino lo que hacemos con ella. De nada vale que el primer día nos pongamos manos a la obra y rellenemos páginas y páginas de objetivos, reuniones, llamadas, si al final no somos fieles a ella.

Soy un firme defensor del uso de la agenda en papel u online, me es igual. Lo importante para mí es el uso que hago de ella, la organización a la que me obligo, cuando hago caso de sus anotaciones.

No soy el único beneficiario o perjudicado de sus anotaciones, todas las personas que dependen de mí, también lo son. Si yo «dinamito» mi agenda, se produce un efecto dominó en las personas que estén convocadas.

Cuida la agenda y cuidarás a tu equipo, maltrátala y estarás tirando por la borda la productividad de muchas personas.

Dicho lo anterior, ahora nos centraremos en 2018 y nuestras prioridades para este nuevo año.

 

Las prioridades de nuestra agenda para 2018 

Podría seguir enumerando puntos que debemos tener en cuenta en la agenda directiva del año venidero, pero recordé aquello de «lo bueno, si breve, dos veces bueno»…

Debemos hacer examen de conciencia o darnos un tiempo para reflexionar, pensar, innovar, divagar, pero a la vez reservarnos huecos en la agenda que nos permitan oxigenar la mente, o de lo contrario perderemos frescura y capacidad.

Sé el dueño de tu agenda y no una agenda con dueño.

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