Ya hemos comentado alguna vez que el emprendimiento lleva consigo emociones y vivencias negativas con las que hay que saber lidiar, como el miedo. Y es que cuando uno se mete a crear empresas, hay que tener una inteligencia emocional muy desarrollada.
La autoestima es algo que podemos ver magullado cuando nos dedicamos a esto. ¿Por qué? Porque en los duros comienzos, cuando tienes que mostrar una y otra vez tu proyecto, y someterlo al escrutinio de potenciales inversores, de bancos, jurados y empresarios de multinacionales, es fácil terminar identificándose demasiado con nuestro propio negocio, y considerar que si no recibe financiación o no gana concursos, es porque nosotros no somos lo bastante buenos. ¡Error! ¡Y grave!
En primer lugar, nuestra empresa es un ente distinto a su creador. Podemos ser grandes emprendedores (y grandes personas) y fundar un proyecto que no funcione por una infinidad de razones, ninguna de las cuales tendrá nada que ver con nuestra valía.
Si, aun siendo capaz de distinguirte de tu empresa, sigues sintiendo un dolorcillo en la autoestima, te voy a dejar cinco consejos para levantar la moral y recuperar la seguridad en ti mismo. Piensa que si no la tienes, nadie podrá confiar en tu proyecto.
1. Haz una lista de tus virtudes
Vale todo, desde “campeón de mus de la facultad” hasta “capacidad para aguantar la respiración diez minutos seguidos”. Rastrea cualquier cualidad, mérito o logro que hayas visto en ti en cualquier momento de tu vida. Ante una lista de virtudes objetivas, la autoestima tiende a recuperarse, y es más difícil caer en el autosabotaje.
2. Calla a tu crítico interno
Todos tenemos una vocecita dentro que nos dice lo mal que hacemos las cosas. En algunos casos se trata de susurros casi imperceptibles, y en otros parece que el bicho llevase un megáfono permanentemente colgado de la boca.
Sea cual sea tu caso, haz callar a ese crítico. No necesitas que te recuerden lo que haces mal ni mortificarte por ello. Necesitas identificar las oportunidades que aparecen en los baches y convertirlas en éxitos.
3. Pide ayuda
Muchas veces nos cuesta reconocer ante los demás que tenemos un concepto muy pobre de nosotros, pero puede ser el primer paso para sentirnos mejor. Pide esa lista de virtudes a los demás, si te cuesta hacerla tú solo. Te sorprenderás de la cantidad de cosas buenas que otros ven en ti, sobre todo si se lo pides a personas de ámbitos muy distintos de tu vida. Además, te sentirás querido y valorado, algo que siempre ayuda.
Incluso, si crees que tu conflicto contigo mismo no se soluciona tan fácilmente, pide ayuda especializada.
4. Acepta tus errores
Te has equivocado. Estupendo, ya estás un error más cerca del éxito. ¿Cuál es el problema? Todos hemos ecuchado que los errores están para aprender, pero a la hora de la verdad nos resulta tremendamente difícil no fustigarnos cuando metemos la pata.
Para. Respira. Mide la magnitud real del error (siempre será menor de lo que crees) y busca formas de sacarle partido o enmendarlo. Después, sigue adelante y no vuelvas a pensar en ese error ni a recriminártelo, ni siquiera si vuelves a cometerlo.
5. Siéntete orgulloso
El orgullo está mal visto en nuestra sociedad, y eso hace más daño que bien. No es malo reconocer tus méritos y sentir orgullo al verlos, ¡es natural! Las cosas que has conseguido con esfuerzo merecen ser reconocidas por otros y sobre todo por ti.
Además, si no te permites sentir orgullo por tus éxitos, pero sí torturarte hasta la muerte por tus errores, ¡estás haciendo trampa! Estás siendo muy injusto contigo.
Ante todo, relativiza. Las cosas nunca son tan malas como las vemos en el momento, y las razones que te han llevado a sentir que vales poco probablemente serán menos importantes de lo que piensas.
¡Toma aire, quiérete mucho y sigue adelante!
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