Resucita la fiebre del blockchain, hablemos de Tokens No Fungibles (NFT)

Diego Escalona Rodríguez    22 marzo, 2021
Jugadores NBA

Probablemente, durante las últimas semanas, hayas oído hablar acerca de una nueva tendencia en el mundo de blockchain. Un nuevo fenómeno que está acaparando los titulares de diversos medios. Cromos digitales de futbolistas, cartas con jugadas icónicas de la NBA, obras de arte digitales, o incluso el primer tweet publicado por el fundador de Twitter. Se trata de tokens no-fungibles, más conocidos por su forma abreviada: NFT (del inglés, Non-Fungible Token), que se están vendiendo por millones de dólares en Internet. 

Gatitos digitales

A priori, cuando hablamos de “nueva tendencia”, podemos creer que se trata de concepto muy reciente o novedoso. La realidad es que no lo es tanto. Los NFT llevan con nosotros ya varios años. En concreto, existen desde 2017. Una de las primeras apariciones fue CryptoKitties, un popular juego basado en la tecnología blockchain que permite a los usuarios comprar, criar y vender gatitos digitales. Sí, hablamos de gatitos digitales…  

Para muchos el intercambio de gatitos en el mundo virtual puede parecer un tanto siniestro, incluso absurdo. Lo importante es el trasfondo de este simple juego, ya que, por primera vez, posibilita el intercambio de valor digital de forma descentralizada, de usuario a usuario, sin intermediarios ni censura, donde cada usuario es dueño y propietario de su activo digital.  

El valor de cada gatito lo establece su dueño, y en gran medida, depende de la demanda del mercado y de su propia “rareza”. Cada uno de estos gatitos tiene un ADN y una serie de atributos que lo hacen único, y por tanto exclusivo, coleccionable. Una de las ventas más altas de la plataforma alcanzó los 246 Ether (la criptomoneda de Ethereum), que por aquel entonces equivalían a 125.000 dólares. Hoy en día se estima que su precio haya multiplicado por cuatro. 

«Cromos» de baloncesto

Tras la fuerte acogida de Cryptokitties, que llegó hasta a colapsar la red principal de Ethereum, han surgido muchas nuevas variantes de este juego tan popular. Sus mismos creadores, Dapper Labs, han lanzado junto con la NBA una plataforma llamada Top Shot donde los ítems coleccionables son jugadas icónicas del baloncesto americano: un mate, un triple, o cualquier otro momento especial. Estos ítems tienen formato audiovisual y cada uno está respaldado por un NFT. Uno de estos coleccionables, un mate de Lebron James, superó la franja de los 200.000 dólares en una subasta. 

 Coleccionables de TopShot https://nbatopshot.com/marketplace
Figura 1:  Coleccionables de TopShot https://nbatopshot.com/marketplace  

El baloncesto no es el único deporte presente en el coleccionismo digital. En el mundo del fútbol, nos encontramos la plataforma Sorare, centrada en cromos digitales de cualquier tipo de liga de fútbol. En este caso, se trata de cartas caracterizadas con la fotografía y datos del futbolista, cuya cifra record supera los 290.000 dólares por una venta del cromo digital de Cristiano Ronaldo. Muy lejos del precio que costaba un paquete de cromos cuando tratabamos de completar el album de la liga. Otros como la Fórmula 1, donde se está “tokenizando” cosas que ni te imaginarías, como un tramo del emblemático circuito de Mónaco, una pieza de monoplaza e incluso los cascos y guantes de cada piloto. 

La multinacional Nike apuesta por patentar su propio sistema de zapatillas tokenizadas respaldada por NFT, a las que ha bautizado como CryptoKicks. Con esta solución además de establecer un vínculo con sus clientes, trata de garantizar la autenticidad de las zapatillas y erradicar las falsificaciones del mercado. 

Arte digital

Los artistas tampoco se quedan fuera de esta fantasía. El grupo de música Kings of Leon ha presentado su nuevo álbum en formato NFT. Y un artista conocido como Beeple ha vendido su obra de arte digital titulada “Everydays: The First 5,000 Days” en una subasta histórica por 69,3 millones de dólares.  

La mayoría de las plataformas crean un ecosistema completo alrededor de los tokens, no solo ganando dinero por la venta, si no por medio de competiciones, retos y dinámicas. Además, las posibilidades se multiplican cuando hablamos de un contexto descentralizado, donde cualquier aplicación puede “hablar” con otra para intercambiar tokens de distinta naturaleza.  

Existen marketplaces como OpenSea donde se oferta todo el catálogo de NFT, donde puedes comprar cualquiera y llevártelo a otra aplicación que sea compatible. Por ejemplo, puedes comprar el cromo de un futbolista y utilizarlo en Sorare para formar tu propio equipo de futbol. También, puedes encontrar cosas tan locas como una obra de arte del famoso artista callejero Bansky, quemada para ser convertida en un NFT.  

La fiebre de los NFT está viviendo un momento histórico. 

Todo cuanto nos rodea está convirtiéndose al mundo virtual en forma de activo digital. Y aquí lo importante no es la trazabilidad de dicho activo, como ya hemos hablado en algún otro artículo, si no el valor transferible que adquiere por el simple hecho de existir en la red, en un mercado lleno de inversores y coleccionistas.   

Lo que hay detrás de un token no fungible (NFT)  

Un token es un activo digital que representa cualquier cosa del mundo físico o abstracto y que adquiere valor en una red de blockchain. Hablamos de que es “no fungible” cuando no se puede repetir, es decir, es algo único y exclusivo como, por ejemplo, la propiedad de tu casa. Si la transfieres, dejas de poseerla y no puede ser reemplazada por otra igual. Por contra, un token es “fungible” cuando tiene un igual, un gemelo por el que puede ser reemplazado. Por ejemplo, el dinero es un bien fungible: una moneda de 50 céntimos es igual que cualquiera del mismo valor y podría ser remplazada. 

Toda la lógica de un token está codificada en un contrato inteligente, o Smart Contract. En este contrato se establecen los atributos que lo definen: el nombre, la descripción, el propietario, etc… y, además, contiene los métodos o acciones que va a poder desempeñar: la transferencia de propiedad, la consulta de dueño, la consulta de atributos, entre otras. 

Actualmente la mayoría de NFT funcionan en la red pública de Ethereum. De hecho, el contrato inteligente que les da forma no es más que un estándar (ERC-721) desarrollado por la comunidad para propiciar la interoperabilidad entre aplicaciones, para que todas “hablen el mismo idioma”. 

¿Qué pasa cuando compras un NFT?  

Desde tu wallet se manda una propuesta de transacción al contrato inteligente. Esta propuesta incluye el identificador del token, el precio de compra y el nuevo propietario. Una vez validada por toda la red, la transacción se registra en la cadena de bloques, es decir, se deja constancia del cambio de propietario y el valor transferido al vendedor.  

A partir de este momento, tu eres el dueño del token. Tu decides si transferirlo, venderlo, conservarlo o utilizarlo en otras aplicaciones. El contrato inteligente asegura que nadie va a poder actuar en tu nombre, ni modificarlo.  

Cualquier usuario puede verificar que el token te pertenece, ya que toda la información queda anclada en la cadena de bloques de forma inmutable y transparente. Las aplicaciones hacen esta misma consulta, para mostrar a cada usuario su cartera de coleccionables. 

Llegados a este punto, podemos pensar que se trata del mecanismo perfecto para digitalizar, identificar y autenticar cualquier activo. Sin embargo, existen muchos retos por delante como, por ejemplo, las altas comisiones de la red de Ethereum, que en algunos casos supera con creces el propio valor del NFT; y la interoperabilidad entre redes blockchain, crucial para el futuro de esta tecnología y en lo que estamos trabajando en el equipo de Blockchain de Telefónica. Y muchos otros desafíos tecnológicos y regulatorios más.  

El estrecho vínculo entre el mundo físico y digital es cada vez más una realidad. Blockchain se convierte en la tecnología perfecta para crear e intercambiar valor digital en la red, transformando por completo la forma en la que nos relacionamos. 


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