Diez mandamientos de la impresión 3D y un detalle sin importanciaManuel Carballo 5 enero, 2018 Puede que algunos (niños y adultos) sueñen con despertarse mañana con una impresora 3D. La cantidad de posibilidades que habilita la convierten, sin duda, en un apetecible e innovador regalo. De esos, además, que permiten “aprender haciendo”. No sé si tuvisteis ocasión de visitar la exposición “3D: Imprimir el mundo” en Espacio Fundación Telefónica, de la que ya escribió una compañera en este blog. Yo, al hacerlo, me di cuenta de que tras los diez mandamientos de la impresión 3D, sobre los que voy a hacer hincapié en este post, se encuentra uno más implícito que acompaña a todos los demás. Empezaré por los mandamientos, y es que estas tecnologías de crecimientos potencialmente exponenciales siempre recurren a iconos bíblicos para su evangelización temprana. Y, por qué no, es un buen ejercicio recordar la razón por la que la impresión 3D tiene la capacidad para ser disruptiva en muchos ámbitos: La variedad sale gratis o, al menos, disminuye mucho los costes de diseño y reproducción, lo que abre la puerta a un sinfín de terminaciones de los diseños realizados. ¡Me da miedo pensar qué haría Agatha Ruiz de la Prada con semejante potencial! No precisa embalaje. Al menos las impresiones que nos cocinemos en casa. Y eso es un gran ahorro de costes. ¡Temblad transportistas en la edad dorada de Amazon y compañía! Elaboración bajo demanda. Esto implica la desaparición de stocks y de muchos costes añadidos. Este punto me trajo a la cabeza a esas empresas que alquilan trasteros y los que algunos tenemos en casa, pues en un futuro, quizá con guardar el diseño del producto viejo, reciclar sus materiales para una nueva pieza y tener una impresora 3D en el altillo sería suficiente. Espacio de diseño ilimitado, que permitirá que los estudios de diseño se deslocalicen, algo que ya está pasando. Y, por supuesto, hará que, aunque se puedan imprimir en 3D, alguno ponga la tabla de surf a la vista de todos para poder contar con pelos y señales aquel día que lo atacó un tiburón en la Manga del Mar Menor (que haberlos haylos, pero hacen casas. Por cierto, éstas también se fabrican ya en 3D). No precisa habilidades manuales: ¡Justo ahora que IKEA me había convertido en un manitas! Pero el copia-pega de los diseños online evitará los consejos cansinos de los cuñados MacGyver y martillazos en los dedos. Ya, es una promesa demasiado bonita… Fabricación compacta y portátil. Estos diseños, en caso de tener que transportarlos, permiten la previsión de costes y un transporte eficiente. Menos residuos: Esto dependerá de cómo se aplique el primer mandamiento. Reconozco que tengo poca fe en este aspecto, basta con asomarse a los cubos de basura de cualquier comunidad de vecinos… pero seamos optimistas y pensemos que sí, que potencialmente esta tecnología podría reducir de una manera exponencial la elaboración de objetos. Infinita posibilidad del uso de materiales: Está relacionado con la variedad y aún en fase de desarrollo porque hay bastantes limitaciones pero el día en que se pueda usar oro fácilmente sé de uno que redecorará su despacho oval en menos que escribe un tuit. Reproducción física precisa, que permite una adaptación perfecta del diseño a cada persona o espacio. Es eso aunque lo de “reproducción física precisa” pueda dar lugar a malentendidos. Y, el último mandamiento, que podría ser el primero: toda la complejidad y todas las posibilidades no elevan el coste. Un buen final, todo sea dicho. Pero como reza el título (por eso de llegar en número a los mandamientos), añado uno más, un detalle sin importancia que llamó mi atención sobre el tema. Fue algo que vislumbré en la parte de la exposición dedicada a eHealth… Observé que algunas de las escayolas impresas, prótesis 3D temporales y definitivas expuestas, además de cumplir su función llamémosla ergonómica (y de paso reducir los costes, de adaptarse a cada paciente, de poder ser reproducidas en tiempo real en cualquier lugar con una impresora preparada, etc.), tenían un gran diseño exterior, tenían estilo. Es una consideración personal, no me siento preparado para valorar su importancia real y, evidentemente, no tiene la categoría de mandamiento, pero el hecho de que el diseño pueda ser atractivo (con la premisa de no añadir costes) creo que también puede ayudar, tanto si se trata de un problema temporal como definitivo, a hacerlo algo más llevadero. Y aquí termina el post sobre la exposición. Espero que haya servido para mostraros la potencialidad de la impresión 3D y, también, la importancia de “los pequeños detalles”. Ahora os invito a dar un paseo visual por la exposición con un breve vídeo, y es justo felicitar a los organizadores porque el impacto visual de toda la exposición causaba una magnífica impresión: Image: Dave Lundy Creación y edición del vídeo: Manuel Carballo y Fernando Rodríguez. La fiesta de IoT se llama Wanda MetropolitanoAsí ven nuestros expertos TIC 2018
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