El Internet de la Enseñanza

María Cascajo Sastre    16 marzo, 2016

Imagínate un futuro donde los alumnos accedieran a los mejores recursos educativos del planeta desde la escuela y también desde su propia casa sin importar dónde están, teniendo a su disposición los mejores educadores y docentes para instruirles. No es difícil de imaginar. Ya está ocurriendo.

Dice Noam Chomsky, uno de los mayores expertos en lingüística, que “enseñar no debe parecerse a llenar una botella de agua, sino más bien a ayudar a crecer una flor a su manera.”

Bajo el paraguas integrador del término educación digital, siguiendo este concepto chomskiano, está teniendo lugar una de las mayores revoluciones en nuestra sociedad de manera imperceptible, la educativa. Los antiguos sistemas de transmisión de conocimiento desde hace años están demostrando estar obsoletos o, como mínimo, plagados de limitaciones.

El especialista en educación y profesor de la Universidad de la Rioja Raúl Santiago afirmaba ya en 2012 que “es muy difícil dar una respuesta a cómo será la educación del mañana. Los niños de 5-6 años estudiarán una carrera universitaria que en muchos casos ni existe aún; es más, puede que ni la profesión que ejerzan exista aún. Vivimos en una época en la que todo se está repensando”. Según Santiago, esto afectará a la organización y el propósito de los centros educativos (colegios, institutos  y universidades). La página web de la que Santiago es editor,  The Flipped Classroom, aboga por unas aulas en las que se replantee la educación, haciéndola acorde a las demandas sociales y culturales del siglo XXI.

Parece lejana la primera vez que oímos hablar de los nativos digitales. Muchos de los que estén leyendo esto puede que se consideren parte de esa generación. La realidad es que los que ahora son niños y adolescentes son esa primera generación puramente digital, en la que el papel, los utensilios de dibujo técnico, los libros físicos, e incluso la escritura manual en sí, ya no son utensilios primarios sino tan sólo una herramientas más. En algunos casos, están en camino de ser instrumentos de uso marginal.

La Fundación Telefónica organiza la Escuela de Educación Disruptiva, una jornada para catalizar el cambio de paradigma en la educación. Además, la división de Telefónica Educación Digital (antes Telefónica Learning Services o TLS)  está centrada en crear proyectos completos de ámbito cultural, formativo y educativo mano a mano con los gobiernos, empresas y los centros educativos que los gestionan. La introducción de elementos conectados permite incluir herramientas como la realidad aumentada, contenidos online, trabajo colaborativo, etc. Ofrece además soluciones para los docentes (inmersos en un proceso de reinvención de la escuela) de desarrollo cognitivo y de las inteligencias múltiples de los alumnos.

El hecho de que empresas tecnológicas punteras como Samsung, Apple, Cisco o Intel, entre otras, tengan divisiones dedicadas a la Educación, demuestra que es un área de crecimiento con un gran potencial. Reino Unido se ha puesto de nuevo a la cabeza de las naciones que acogen el cambio tecnológico, dando pasos legislativos para incluir destrezas tecnológicas específicas como el uso de sensores, el logado de datos o conocimientos electrónicos básicos, como parte del currículo escolar para todos los niños. Hay empresas que crean dispositivos conectados con un fin primordialmente educativo (desde las Raspberry Pi para la programación, pasando por estaciones meteorológicas, kits de robótica o drones y sensores para diversos propósitos).

Por último cabe destacar que los centros educativos, en concreto, son espacio idóneos para aplicar tecnología conectada m2m e IoT para controlar accesos, implementar geolocalización de interiores, iluminación inteligente y otros usos menos obvios, como sistemas de eficiencia energética o integración de Smart Metering / Smart Grid.

Normalmente cuando hablamos de beneficios tangibles de la disrupción tecnológica lo ponemos en términos de euros ahorrados, de mayor automatización o de menos recursos requeridos. El Internet de la Educación es mucho más porque además de estos beneficios impacta en nuestro activo más preciado: las generaciones futuras.

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