El futuro de la humanidad, según Michio KakuFélix Hernández 1 marzo, 2019 Cuando soñamos con el futuro de la humanidad lo hacemos con la imaginación de Julio Verne, de H.G Wells, de Sagan, de Asimov, de Arthur C. Clarke, con la de Liu Cixin los más avanzados. ¿Quién no ha leído algún libro de estos genios? La ciencia ficción es la entrada a lo especulativo, la puerta a lo que sin existir todavía se nos explica por adelantado. El ciberpunk fue barruntado por Philip K. Dick… y Ridley Scott lo convirtió en “Blade Runner”. La mente sintetizada se crea con el ciberespacio del “Neuromante” de William Gibson. ¡Muchos de los dispositivos que usamos ahora nacieron de sus inspiraciones! En el siglo XXI necesitamos nuevos intérpretes, unos que acaricien el arpa de Orfeo (por lo de amansar a las fieras y reunir a los hombres a su alrededor) y yo creo que uno de ellos es Michio Kaku. Michio es un ser híbrido: de origen japonés y budista, aunque educado en un entorno occidental. Quizá por este singular encuentro de civilizaciones, unido a una inteligencia prodigiosa, se explique su comportamiento. Vivaz, ágil y entretenido en su comunicación, a diferencia de las ideas comunes que tenemos sobre los científicos, es toda una estrella de rock, una estrella nacida del laboratorio mental de la teoría de cuerdas. Un físico que se ha propuesto construir un nuevo tipo de ciencia ficción que nos ayude a entender lo que viene. Un influencer de la próxima humanidad. No conozco a Michio personalmente, pero me lo imagino un pelín abstraído, pensando en el próximo hombre que nos sucederá. Su propuesta es simple y contagiosa, y dice que solo evitaremos nuestra extinción como especie si salimos al espacio, si somos capaces de abandonar el planeta (esto también lo decía Stephen Hawkings). Lo ha explicado en su libro, El futuro de la humanidad, “The future of humanity”, que es una especie de manual práctico sobre un eventual camino para abandonar el planeta y los avances científicos en los que deberíamos apoyarnos para conseguirlo: desde la construcción de un robot y una nave interestelar, hasta el encuentro con otras civilizaciones. Hay quien lo ve como un nostradamus un tanto forzado… y se ríen. Yo, sin embargo, lo entiendo más como aquel que señala y nos agita. Seguramente sus predicciones nos suenen rocambolescas: atascos en la luna, la industria pesada fuera del planeta, robots más inteligentes que un mono… y la vida digital eterna. Podemos ignorarlo, burlarnos de lo que dice o escucharlo con curiosidad. Particularmente me seduce sobre todo la cuestión de la vida digital eterna. En su libro “La física del futuro” dijo que “a menudo la gente rechaza los avances tecnológicos […] cuando la tecnología contradice la naturaleza humana.” A esto lo han llamado la teoría del hombre de las cavernas y, según Michio, “al producirse un conflicto entre la tecnología moderna y los deseos de los primitivos antepasados, estos últimos siempre ganan”. Es como si nuestro cerebro primitivo y nuestros antepasados tribales y cavernícolas continuaran susurrándonos a la oreja “¡cuidado con lo desconocido!”. El futuro es así, un poco inasible, un poco fake y, claro está, en constante reinvención. Pero si hemos llegado hasta donde estamos es gracias a estas mentes audaces, a ensoñadores como Michio Kaku (o como Tesla, o como Ramón y Cajal), que se abrieron paso entre las incertidumbres de su tiempo y nos contagiaron su curiosidad. No creo en un futuro de la humanidad apocalíptico, no creo en un mundo en tinieblas con crisis humanitarias, con zombis y falta de recursos. No creo en un futuro distópico repleto de violencia. No me gusta esa ciencia-ficción. No me gusta ese transhumanismo. Creo en un hombre que sabrá zafarse de estas calamidades y hacerse un camino, y quizá alcancemos finalmente algo parecido a la vida eterna digital porque tal vez nuestra conciencia del tiempo, los viajes, la vida y la muerte hayan cambiado. El hombre de hace doscientos años apenas llegaba a los cuarenta, viajaba fundamentalmente a pie y seguramente nunca abandonaba su comarca. ¡Quién habría imaginado la vida actual! Llamadme ingenuo. Los ingenuos somos un tanto idealistas: queremos construir una senda que conduzca a la mejor humanidad. Por eso recomiendo leer a Michio y reflexionar sobre estos nuevos límites. Imagen: Simeon Berg Vídeo: Telefónica La externalización como motor de la transformación digitalLas herramientas de gestión para llevar las comunicaciones unificadas a la nube
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